Lisboa

Felipe González lamenta la falta de un proyecto de país para España

El expresidente del Gobierno español Felipe González afirmó hoy que lo más preocupante de la crisis española es la ausencia de un proyecto de país y recordó que el espíritu de la transición tenía más "elementos básicos"en común.

En un debate sobre las transiciones democráticas ibéricas celebrado en Lisboa con motivo de los 40 años del semanario portugués "Expresso", González debatió junto al expresidente luso Mário Soares y el antiguo primer ministro portugués Francisco Pinto Balsemao el recorrido de los dos países desde la transición hasta la actual crisis europea.

Los dos proyectos políticos convergieron, a juicio del socialista González, en la entrada de ambos países a la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1986.

Veintisiete años después, los dos países comparten otra vez un mismo desafío ante un mundo globalizado y una Unión Europea (UE) "austericida", opinó, al tiempo que destacó la falta de una definición nacional en España.

"¿Qué queremos ser, con qué economía vamos a contar, cómo salvamos los fundamentos de la cohesión social, cómo los insertamos en una economía global de manera competitiva para ese esfuerzo nacional?", se preguntó González.

El expresidente del Gobierno español, de 70 años, consideró que en España ahora "no hay tanta capacidad para definir los elementos básicos que componen un proyecto de país"como en el período de la transición.

Acerca del rumbo de la UE, criticó la obsesión por el déficit y la solvencia de los gobiernos nacionales, sin reparar en los fallos estructurales que afectan a las propias instituciones europeas.

En particular, dijo que después del Tratado de Maastricht (1992), que él mismo firmó como jefe del Gobierno, la UE solo avanzó en la unión monetaria, sin tener en cuenta la fiscal y económica, situación que condenó, en su opinión, el proyecto del euro al fracaso en la primera crisis financiera a la que se enfrentó.

Además, lamentó que la Comisión Europea no cumpliese íntegramente su papel como promotor del bien público europeo durante la crisis por estar limitada a la interferencia de gobiernos nacionales y los intereses de agenda electoral de éstos.

Alertó de que, si la UE no aprovecha su capacidad para reformarse mediante un nuevo pacto social europeo que aumente la productividad y competitividad, los ciudadanos ya no serán igual de tolerantes cuando se produzca una nueva crisis financiera.