
Opinión
Feministas por lo criminal
Como dice Bruce Springsteen, «allí donde alguien lucha por su dignidad, por la igualdad... mírale a los ojos»

Anda Pedro cortando manos derechas hasta en domingo. La supervivencia obliga a esos sacrificios, sacar el hacha y rebanar la mano derecha de la mano derecha de la mano derecha hasta el infinito, como un marchante de pulpos. Se andan preguntando los ingenuos cómo podía ser que cada vez que buscaba un báculo en que apoyarse encontrara un rijoso, un acosador, un putero, un macarra o un gañán amante de las perras. Ni una daba. Mi teoría es justo la contraria, que fue esta corte de los milagros la que encontró en el candidato desconocido, por el que nadie daba un duro, la oportunidad de hacer una apuesta de futuro que de salirles iba a ser el gordo de su vida.
Así que, con tal deuda, cada mano derecha que rebana Pedro la sustituye por otra aquejada del mismo mal, como el que tapona con trapos sucios la herida que ya supura. Esta vez le ha tocado a un señor, un tal Hernández, que al parecer tapaba al tal Salazar; Salazar, el que iba diciendo al que quería oírle, y a la que no, que él siempre ganaba «por lo civil o por lo criminal». Filosofía futbolera de la profunda reinando en el ala oeste de Moncloa.
Por lo criminal deberían acabar sus aventuras, si el PSOE no remoloneara para protegerlo o si las víctimas monclovitas tuvieran la seguridad, otorgada por el propio Sánchez, de que denunciarlo ellas no acabará en drama. Exactamente lo que ha hecho la edil socialista de Torremolinos respecto al acoso de su secretario general después de que en Ferraz pasaran de sus denuncias internas y sus quejas. No las animarán ni las acompañarán porque a los amigos se les corta el brazo y hasta la cabeza pero ni se les deja en la calle ni se les putea llevándolos a la Justicia. Y es que los amigos de la corte de los milagros, saben.
Más allá del desgarro de voto femenino que se les avecina, de la incoherencia demostrada y del engaño consciente, me interesa traer a colación cómo los partidos de izquierda y sus dirigentes desnortados se lo han montando para arrebatarnos el feminismo a las mujeres de a pie y apropiarse de él como escudo para sus manejos o coartada para sus campañas. «Soy feminista, porque soy socialista» repetía melifluo Ábalos, mientras elegía en el catálogo a mujeres como si fueran jamones, y a la vez apartaba a patadas de la dirección y del grupo parlamentario a las feministas socialistas que llevaban en esas lides desde antes de que su líder botara balones por la cancha del Ramiro de Maeztu. Exactamente lo mismo que pasó en Izquierda Unida, que acabó abrazando la irracionalidad queer de Irene Montero y expulsando de sus filas al Partido Feminista de la vieja Lidia Falcón para que luego les crecieran los Errejón y otras hierbas.
Si hay algo criminal es lo que han hecho desde la izquierda con la hermosa y limpia unión que sacó a las mujeres de toda España a la calle en la masiva manifestación de marzo de 2018, con Rajoy aún en el poder. Ahí es donde todos vieron que había cacho, que había voto, que había que fagocitar aquella fuerza que aglutinaba desde las abuelas hasta las nietas, todas con derecho a voto. Y comenzaron a apropiarse de una reivindicación histórica de las mujeres cuando la mayoría ni creían ni creen en ella, como no creen en nada que no sean ellos mismos. Todo de boquilla.
Unidas Podemos se trajo su invento de los campus americanos y acabó haciendo una ley irracional que borraba a las mujeres. Sánchez, financiado con las féminas de su suegro, se rodeaba en las fotos de mujeres y de igualdad de boquilla mientras en su núcleo duro se abrían las braguetas, se contrataba a prostitutas con dinero público y se acosaba en despachos de nogal. Ahora ya se entiende quiénes eran los «amigos de entre 40 y 50 años» de Pedro Sánchez que, como le confesó a Alsina, se sentían incómodos con ciertas cosas del feminismo. Ahí tienen a sus amigos, por lo civil y por lo criminal.
Mención aparte merece la sororidad de algunas. Hermana yo sí te creo pero al que tiene poder, perdona, le creo aún más. Bajo este lema se arrastra por los restaurantes Pilar Alegría muñiendo mimos con Salazar y así se lo come todo María Jesús Montero, y luego ambas se plantan en primera fila de cualquier manifa con el lazo morado en torno del cuello, dando saltitos con la mujer del jefe, cuando ahora sabemos que trabajan más para proteger a los acosadores o para taparlos, que para proteger a las mujeres que trabajan con ellas en Moncloa y en el partido. Un ejército de babosos y acosadores y otro de cobardes en torno al dueño del hacha que corta lo que se tercie, a troche y moche, haciendo ver que es un genio cuando sólo es un ególatra arrinconado.
No se de qué nos extrañamos, no ha sido quizá su peor mentira. Hay cosas mucho más graves en el haber de la traición y la falta de escrúpulos de Sánchez para seguir en el Gobierno que dejar que sus amigos se dieran las alegrías que un hombre con poder cree que merece. Pero, ojo, porque puede ser la definitiva. Las mujeres no son niñas a las que se pueda manipular con dos ceses y un juego de manos, y les dan arcadas cuando leen y escuchan la sordidez machista en la que viven envueltos. La sensatez y la indignación de las mujeres como índice demoscópico. No lo pierdan de vista.
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