El personaje

Francina Armengol: Musa del nacionalismo «sanchista»

Su gestión ha sido un continuo choque de trenes con el PP por su deriva ideológica. Su nombre ya fue puesto encima de la mesa en las negociaciones con Junts y desde Waterloo sonó bien

Francina Armengol
Francina ArmengolIlustraciónPlatón

Unos días después de las elecciones del 28-M, cuando ya sabía que perdía el gobierno de las Islas Baleares, Francina Armengol recibió una llamada del secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán: «El presidente te quiere en Madrid». Así, la candidata socialista pensó que pasaría a engrosar la lista de los «elefantes» regionales destronados camino del Senado. Pero no era así, dado que Pedro Sánchez contaba con ella para las listas al Congreso y ser elegida diputada. Los acontecimientos han querido, sin que ella misma lo imaginara, que Armengol se haya convertido en la tercera autoridad del Estado como presidenta de la Cámara Baja, por una increíble mayoría absoluta. Su nombre ya fue puesto encima de la mesa en las negociaciones secretas entre el ministro en funciones de la Presidencia, Félix Bolaños, el secretario general de JuntsxCat, Jordi Turull, y la portavoz del partido Miriám Nogueras, en línea directa con el gran jefe fugitivo, el expresidente Carles Puigdemont. «Suena bien», les trasladó el prófugo de Waterloo, quien siempre ha mantenido buena relación con Francina desde que ésta, como presidenta insular, le hiciera una visita oficial en 2016 en Barcelona, siendo aún Puigdemont el inquilino de la Generalitat.

Francina Armengol Socías es una ferviente pancatalanista, defensora de los «Paisos Catalans», que ha mantenido una especial sintonía personal con Pedro Sánchez. Aunque en las primarias del partido se decantó por Patxi López, dentro de los «barones» regionales del PSOE ha sido después una de las grandes defensoras del líder socialista. Militante desde el año 90, fue concejal de Inca, diputada autonómica, consejera del Consell de Mallorca y la primera presidenta de la Comunidad balear en 2015, cargo que revalidó cuatro años después. Aunque quedó por detrás del PP, articuló un tripartido de izquierdas con los soberanistas de Mes, brazo insular de Esquerra Republicana, y los morados de Podemos. Ello anticipaba las alianzas de Sánchez para el bloque «Frankenstein», pues siempre fue una fiel defensora de los indultos a los independentistas del «procés» y la consulta pactada con Cataluña. Mujer polémica, su gestión en Baleares ha estado rodeada de múltiples escándalos como cuando en plena pandemia fue sorprendida en un local de copas mallorquín pese a las restricciones sanitarias. El llamado «Caso Puertos», que salpica por presunta corrupción a uno de sus altos cargos, el ex presidente de la Autoridad Portuaria por adjudicación de negocios náuticos, o el asunto de las menores tuteladas prostituidas son otros renglones negros en su gestión.

Fervorosa de la inmersión lingüística, fustigadora de los médicos en las Islas por no hablar catalán, Francina Armengol fue incluso citada por el Parlamento Europeo por su negativa a la investigación de los abusos sexuales a las menores tuteladas por el Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (IMAS), dependiente del Consell insular. Un escándalo con sospechas de albergar toda una red de prostitución que obligó a intervenir en el caso a la UE. En una huida hacia adelante, Francina acusó a la oposición de «usar a las víctimas», y el PSOE se negó a una comisión de investigación. Curiosamente Armengol, en su primer discurso como presidenta del Congreso, además de convertirla en una Torre de Babel, proclamar la libertad de hablar en castellano, catalán, euskera y gallego, ignorando por completo el Reglamento de la cámara y los problemas logísticos consecuentes, habló de la violencia de género como una de las mayores lacras contra las mujeres. Una doble vara de medir que la hizo un día salir de una audiencia con Felipe VI en el Palacio da la Almudaina y permitir que sus socios en el Parlament balear debatieran una iniciativa sobre Monarquía y República.

Francesca Lluc Armengol Socías, conocida como Francina, se ha visto envuelta en polémicas. Hace años su pareja sentimental, Joan Nadal, jardinero de profesión, fue investigado por la adquisición por dos millones de euros de un palacete ubicado en una de las zonas de más abolengo de Palma. Cerca de la Iglesia de Santa Eulalia, de estilo medieval con casi 2.000 cuadrados, la compra fue financiada íntegramente por Sa Nostra, la Caja de Ahorros de Baleares, y la oposición acusó a Armengol de estar detrás de la operación. De ideología radical catalanista revestida de socialista, fichó a un rapero independentista de la CUP, Pau Llonche, para «fomentar la conciencia crítica en la juventud». Defensora a ultranza del catalán en todas las instituciones baleares y perseguidora del castellano, estudió Farmacia en Barcelona y militó activamente en el Bloc de estudiantes independentistas, sindicato de carácter soberanista. Nacida en Inca, hija del farmacéutico Jaume Armengoll Coll, alcalde de la ciudad, trabajó en la botica familiar hasta el año 2000 en que fue elegida secretaria general del PSOE balear. Diputada durante seis legislaturas en el Congreso, fue defensora del Estatuto de Autonomía de Baleares sin ocultar nunca su fervor catalanista. En las elecciones autonómicas de 2015 fue elegida presidenta del Gobierno balear con el apoyo de Podemos y Més por Mallorca. Cuatro años después fue reelegida con los votos de su partido, Unidas Podemos, Més por Mallorca, Més por Menorca y Gent por Formentera, formaciones todas de izquierda nacionalista.

Su gestión ha sido un continuo choque de trenes con el PP por su deriva ideológica. Dentro de la Ejecutiva Federal del PSOE siempre se mantuvo fiel a Pedro Sánchez, con quien mantiene una fluida relación. Pareja del jardinero y luego promotor inmobiliario Joan Nadal, ha chocado con sectores empresariales y turísticos por «querer poner orden en el desbarajuste urbanístico de las islas». Ferviente republicana, ha permitido quitar símbolos monárquicos en Baleares, si bien ha cumplido con la tradicional audiencia con el Rey durante su estancia veraniega en el Palacio de Marivent. Hace años decidió ser mamá adoptiva y acoger a dos niños del Sáhara occidental, de cuya libertad es activista. Su gestión, como tercera autoridad del Estado, promete titulares.