Elecciones europeas
9J: el futuro de la legislatura, a examen
Feijóo y Sánchez miden hoy su liderazgo. Moncloa pretende utilizar el resultado para avalar la amnistía y borrar los problemas judiciales de Begoña Gómez
En las elecciones de hoy se decide el futuro de Europa, aunque también pueden tener su relevancia en clave nacional, siempre condicionada a lo que ocurra a partir de este lunes en Cataluña. En clave europea, aunque haya quedado fuera del radar de la agenda central de la campaña, los ciudadanos de los 27 países de la Unión elegimos a los 720 diputados que formarán el próximo Parlamento Europeo. A España nos corresponden 61, con solo tres países, Alemania, Francia e Italia, con capacidad para elegir a un número más alto.
El Parlamento Europeo comparte poder con el Consejo y la Comisión, y las decisiones que en él se refrendan tienen un impacto directo sobre nuestras vidas porque el derecho comunitario prevalece sobre el nacional y cualquier directiva aprobada en Bruselas tiene que ser refrendada por el Congreso de los Diputados y se convierte en ley española.
Pero, indicativo del estado de salud de la política nacional, esta noche se interpretarán los resultados como un medidor del pulso que mantienen abierto Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo desde las elecciones generales de julio, después de que el PP ganara los comicios y se quedara a solo cuatro escaños de sacar adelante la investidura de Feijóo.
Los taumaturgos de Moncloa han trabajado para convertir en «mainstream» dominante en esta noche electoral la idea de que con perder por poco con respecto al PP, eso es tanto como una victoria, e incluso la confirmación de que la sociedad española avala la amnistía y la política con el independentismo de Sánchez, y también las andanzas profesionales de su esposa Begoña Gómez, incurriendo en un comportamiento que, sea o no delictivo, es impropio del cargo que ocupa. Esta derrota que Moncloa aspira a vender como una nueva victoria del presidente del Gobierno, especialista en reinventarse de derrota en derrota, obvia los 12 puntos de ventaja que los socialistas sacaron a los populares en las últimas elecciones europeas de hace cinco años.
En el bloque de la izquierda, Sumar se asoma al precipicio, y en el de la derecha habrá que seguir atentos a cómo queda la competición entre PP y Vox, y si se confirma la irrupción de ese fenómeno disruptivo que representa Alvise Pérez, el candidato de Se acabó la fiesta. Al que Sánchez, por cierto, ha utilizado en campaña, igual que a Vox, para alimentar la fragmentación de la derecha y movilizar, a su vez, a la izquierda frente a la extrema derecha, y ahí incluye a todos los partidos que no formen parte de la órbita de su investidura.
Después de haber elevado tanto las expectativas, Sánchez se arriesga a que el plebiscito sobre él, y sobre la causa judicial abierta a su esposa, se vuelva en su contra. Pero también Feijóo puede recibir un golpe en su liderazgo si no es capaz de cumplir con ese objetivo que se han marcado a sí mismos de que la extrapolación de los resultados a unas generales confirme que hoy sí habría una mayoría de derechas que investiría a Feijóo. Aun así, esta noche se valorará también la diferencia que hay entre los dos principales partidos, y sobre ella se construirán los relatos que competirán para ver quién se impone como ganador de este examen en las urnas.
Será un ruido, en todo caso, que puede ser silenciado muy pronto, en cuanto mañana se desvele el signo de las primeras alianzas en Cataluña. Por la tarde se vota a la nueva Mesa del Parlamento catalán, y esto encaminará en cierta forma la negociación de la investidura. Si el independentismo se queda con el órgano de gobierno de la Cámara, frente al PSC, se dispararán las especulaciones sobre la posibilidad de una repetición electoral.
La sombra de Puigdemont
Hay un amplio abanico de opciones abiertas y sobre todas ellas se extiende la sombra del expresidente catalán fugado Carles Puigdemont, que en lo que está trabajando es en conseguir que primero vaya a la investidura el exministro Salvador Illa y la pierda, y luego se le facilite a él la opción de intentarlo en segundo lugar, y si la pierde también, después del simbolismo de regresar al Parlamento catalán, convocar de nuevo elecciones. Esta última opción únicamente le podría valer a Esquerra si son capaces de controlar los tiempos, básicamente alargarlos, hasta que Oriol Junqueras pudiera presentarse como candidato.
Pase lo que pase, la campaña electoral del 9J deja nuevos agujeros en la convivencia y en el andamiaje institucional. Por primera vez se ha roto el principio de mantener la política exterior fuera de la lucha política y más aún electoral. Moncloa ha utilizado la diplomacia con Argentina y con Israel para tratar de tapar así otros asuntos domésticos mucho más incómodos y movilizar a la izquierda. Y también ha dado un paso más hacia adelante en su confrontación con el Poder Judicial, con un ataque sin precedentes al juez que instruye la causa contra su mujer
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