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Génova pide a los barones rebajar la tensión interna

Los líderes territoriales esperan que haya un Congreso para la sucesión en otoño

Mariano Rajoy presidirá hoy la reunión del Comité Ejecutivo del PP en la que explicará su futuro y lo que cree que debe hacer el PP después de haber perdido el Gobierno / Cristina Pastrano
Mariano Rajoy presidirá hoy la reunión del Comité Ejecutivo del PP en la que explicará su futuro y lo que cree que debe hacer el PP después de haber perdido el Gobierno / Cristina Pastranolarazon

Los líderes territoriales esperan que haya un Congreso para la sucesión en otoño.

La plana mayor del PP se reúne hoy en Madrid para hacer el primer análisis conjunto de la situación en la que queda el partido tras haber sido desalojado de La Moncloa por la moción de censura impulsada por el PSOE. Con Pedro Sánchez ya como presidente del Gobierno, Mariano Rajoy tendrá que fijar hoy su posición para afrontar la travesía del desierto que le queda por recorrer al PP en los próximos meses y con el examen decisivo de las autonómicas y municipales a un año vista. En la dirección popular descartan que Pedro Sánchez vaya a convocar generales antes de esos comicios, por lo que sin ese punto de inflexión el PP está obligado a decidir a qué carta se la juega y cuál es su mejor estrategia de oposición para frenar su desgaste y el empuje de Ciudadanos.

Tanto en el entorno de Rajoy como en el partido descartan que el líder popular vaya a dar hoy la espantada. En todos los niveles se escucha la previsión de que Rajoy «se queda», pero ni sus más próximos se atreven a pronosticar hasta cuándo.

La sensación de transición está plenamente instalada dentro de la organización popular. Y también la de que Rajoy se encargará de tutelar la labor de ordenar la oposición y de organizar el proceso que lleve a su sucesión.

El presidente del PP no ha vuelto a hacer declaraciones desde que salió adelante la moción de censura. Sí ha tenido encuentros informales con algunos de sus ministros y colaboradores, el jueves por la tarde y el sábado, y también ha mantenido contactos con algunos dirigentes del PP. Han sido días de reflexión, si bien el primer mensaje que ha trasladado a algunos dirigentes nacionales es que sigue. Rajoy, que lo sabe todo en política, es consciente de que las presiones de su entorno para que continúe al frente del partido, porque de ello depende la capacidad de ese equipo para controlar ordenadamente el pase a una nueva etapa, no se corresponden con la visión que tienen territorialmente de la crisis.

Son sus barones los que anticipan que aunque Rajoy hoy no anuncie su marcha, todo está abierto, todo puede pasar, y es «más que posible» que haya un congreso del partido ya para otoño. Es decisión de Rajoy ver de qué manera recoge la demanda de que marque en el calendario la celebración de ese congreso extraordinario en el que se elija a una nueva dirección del partido, y en consecuencia es de esperar que también a un nuevo líder, que sea ya el que gestione los siguientes procesos electorales. Hasta el domingo pasado la posición de Génova era radical al respecto. «Fijar ya un congreso en estas circunstancias sería suicida». Pero para que Rajoy consiga mantener la unidad interna que la dirección nacional está reclamando a los dirigentes autonómicos y regionales no basta ya con las llamadas al orden de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, o del propio Rajoy. El partido quiere señales de que va a haber cambios, de que las cosas no van a seguir igual que hasta ahora. Y Rajoy no sólo está escuchando lo que le piden en Génova sino que también está al tanto de los movimientos que se están produciendo dentro del partido. Nadie le niega su «autoridad moral» para fijar los tiempos de su propia sucesión, pero está obligado a hacer un guiño al «calendario temporal» si quiere mantener el respeto a esa autoridad que se le sigue reconociendo internamente. Génova está «tocando» a aquellos resortes internos que pueden desestabilizar la unidad para pedir «calma y tranquilidad», y que no se pierda de vista que «lo más importante» es mantener el cierre de filas y actuar todos sin exhibir divisiones en público.

La mejor solución en el futuro sería, sin duda, una decisión consensuada entre Rajoy y sus barones que permitiera llegar con un acuerdo previo al congreso del PP que alumbrase la nueva era. Pero ese consenso no es tan sencillo de fraguar porque abrir paso a otra etapa implica que la mayoría de los que están a resguardo de Rajoy tendrían que pasar a un segundo plano. Y en ese círculo hay ambiciones también sucesorias. De hecho, si por algo dio la batalla en el anterior congreso María Dolores de Cospedal por mantener la Secretaría General contra viento y marea, pese a que no era la mejor opción a priori ni siquiera para Rajoy, fue precisamente porque quería seguir controlando al PP y, por tanto, interviniendo en la carrera sucesoria en cuanto ésta se pusiera en marcha. La salida abrupta del Gobierno ha dejado fuera de juego a todo el «núcleo duro» de Rajoy. Cospedal tiene su cargo de secretaria general, pero Rajoy tendrá qué decidir qué salida puede ofrecer a quienes han sido su mano derecha en estos años, como la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. La «número dos» del Gobierno ha pasado de tener todo el poder del Gabinete a quedarse como diputada de base en el Grupo Popular. La sitúan de nuevo como portavoz en el Congreso.