Negociación
Gibraltar vota con consecuencias para el acuerdo post Brexit
La victoria de Picardo está en el aire y complicará las complicadas relaciones con España
Gibraltar celebra este jueves unas elecciones clave que podrían poner fin al Gobierno del socialista Fabian Picardo tras doce años en el poder. Según las últimas encuestas, los conservadores del GSD liderados por Keith Azopardi tienen opciones reales de mudarse a Convent Place, sede del Ejecutivo.
El escenario es tan incierto que la cita con las urnas podría decidirse por un margen muy pequeño de votos. En plenas negociaciones sobre el acuerdo post Brexit, el resultado tiene tremendas consecuencias para España porque en caso de que Azopardi -nombre que apenas se conoce en Londres- se haga con la victoria, Madrid podría jugar de otra manera con sus cartas en lo que respecta a la cuestión de la soberaní. Esta es al menos la “gran preocupación” que existe en la Roca, según fuentes consultadas.
No es que la posición del conservador en las negociaciones para resolver la situación de Gibraltar -en el limbo desde el triunfo del Brexit de 2016- sea diferente a la de Picardo. Ambos quieren un área común entre la Roca y el espacio Schengen que elimine los controles en la frontera con España, la única terrestre, junto con la de Irlanda que une ahora al Reino Unido con el bloque comunitario.
Pero se considera que el líder de GSD no tiene ni el dominio sobre la materia ni los contactos personales atesorados por Picardo en estos últimos doce años. En la Roca temen que el cambio de interlocutor en un momento crucial de la negociaciones juegue en beneficio de España.
Según la encuesta publicada el pasado jueves por el periódico Gibraltar Chronicle y la radiotelevisión pública GBC, la oposición llegaría al gobierno de Gibraltar por un estrecho margen: el GSD obtendría el 49,18% de los votos y la alianza socialista GSLP/Liberales, el 48,65%. Esa diferencia de sólo el 0,53% podría ser clave para que los conservadores consiguiesen los nueve de los 17 diputados del parlamento necesarios para hacerse con el poder.
Fue el pasado 12 de septiembre cuando Picardo anunció la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones este jueves, coincidiendo con el día de la Hispanidad. La cita con las urnas estaba prevista para el último trimestre de este año y Picardo -que gobierna en el Peñón desde 2011- no quiso alargar el calendario. Su intención era conseguir un mandato renovado mientras en España se decide a quién poner en La Moncloa, una situación que podría alargarse hasta principios del próximo año.
Sin embargo, más allá de las negociaciones para solucionar las consecuencias de un Brexit que los yanitos no querían, la pandemia, los problemas en la atención primaria en la sanidad y los retrasos en la construcción de promoción oficial han ido desgastando al líder socialista.
A principios de este año, por un momento, se llegó a pensar que el anuncio de fumata blanca para un acuerdo post Brexit sobre Gibraltar sería inmediato. Después de que en febrero Londres y Bruselas lograran poner fin a la polémica sobre el Protocolo de Irlanda del Norte, con todas las complejidades que eso entraña para un territorio de difícil convivencia entre católicos y protestantes, se pensó que se lograría el impulso necesario para resolver el asunto del Peñón. Pero las negociaciones terminaron encallando y las elecciones en La Roca y España las han dejado en el punto muerto.
La parálisis política no beneficia a nadie. El Brexit obliga a Madrid y el Peñón a encontrar una solución pragmática de convivencia. Alrededor de 30.000 personas cruzan a diario la verja. Entre ellos, 15.000 trabajadores, de los cuales 10.000 son españoles de una zona como la del Campo de Gibraltar, donde pocas veces se baja de una tasa de paro del 30%.
En la Nochevieja de 2020, a pocas horas de que terminara el periodo de transición Brexit, Londres y Madrid consiguieron cerrar `in extremis´ un principio de acuerdo para evitar los estrictos controles en la frontera. El texto contenía las directrices para cerrar un tratado entre la Comisión Europea y el Reino Unido sobre el Peñón. Pero se trata tan sólo de una solución temporal que puede rescindirse en cualquier momento y que podría tener distinto recorrido dependiendo si finalmente gobierna el PP o PSOE en España.
Si se quiere flexibilidad en la verja, se debe externalizar la frontera Schengen al puerto y aeropuerto del Peñón. Pero eso obliga a tener la presencia de agentes de España (miembro Schengen). Y ahí está el `quid´ de la cuestión. Sobre todo teniendo en cuenta que el suelo donde está construido el aeropuerto no estaba contemplado en el Tratado de Utrecht (1713-1715). Los británicos se hicieron con ello en el siglo XIX, cuando unas epidemias obligaron a desplazar la población al istmo.
En las negociaciones se habla de “una zona de prosperidad compartida”, un eufemismo para evitar hablar de la soberanía sobre la colonia británica. Pero es la soberanía, al fin y al cabo, lo que ha marcado el contexto de los últimos 300 años. Y la cuestión que, en definitiva, dificulta ahora la ansiada fumata blanca.
En Bruselas, hay interés en conseguir que las negociaciones avancen. En cualquier caso, se quiere dar su lugar a España que, como miembro del bloque, tras el Brexit logró que la UE le garantizara capacidad de veto para cualquier pacto que se alcanzara respecto a la Roca. Asimismo, Madrid consiguió que la UE mencionara, por primera vez, a Gibraltar como una colonia uniéndose así al criterio que mantiene sobre el territorio la ONU desde 1967.
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