Partidos Políticos
González llama a recuperar un PSOE de mayorías y sin sectarismo
Pérez Rubalcaba promete dar el «do de pecho» para recuperar la confianza de los españoles con un proyecto de «radicalismo reformista»
No fue un ejercicio de nostalgia -aunque los allí presentes saben que Felipe González no tuvo ni tiene hoy igual en el PSOE-; tampoco una exaltación del «felipismo» ni mucho menos la apoteosis de la socialdemocracia, que no está la marca para eso... En el acto que celebraron ayer los socialistas para festejar los 30 años de la primera investidura de González, hubo poco espacio para la melancolía, porque el personaje no da para ello («mi cabeza hoy está más en la crisis actual que en las que superamos en el pasado») y mucho para la reflexión y el análisis. El formato: un mano a mano entre el otrora todopoderoso del PSOE y Rubalcaba con una ¿improvisada? invitación al coloquio a Zapatero. Dos horas y media de conversación, moderada por la secretaria de Participación, María González Veracruz, cuyas introducciones evidenciaron la enorme distancia entre quienes llevaron y quienes llevan hoy el peso del socialismo.
Se habló de democracia, de Europa, de economía, de consenso y un poco del PSOE. Lo suficiente para que el que fuera jefe del Gobierno durante 14 años reconociera llegar «acojonado» a La Moncloa, reprochara a los socialistas su «falta de memoria histórica», afeara a la dirección lo poco que se discute hoy en las reuniones de la Ejecutiva y llamara al partido a recuperar la vocación mayoritaria, «y hacerlo mirando a la sociedad, no de manera sectaria, sino con espíritu de consenso».
Mensaje, sin duda, de doble dirección: hacia quienes piden una oposición más de izquierdas (no en vano recordó que durante la reconversión industrial de los ochenta a él también le acusaron de hacer política como Thatcher) y hacia quienes en el pasado reciente gobernaron en el PSOE para las minorías.
Rubalcaba replicó que se propone recuperar esa mayoría social con un proyecto de «radicalismo reformista» y dando «el do de pecho» para servir a España y defendió que en su Ejecutiva también se discute, aunque la diferencia con los ochenta es que ahora se cuenta todo, muy a su pesar.
Pérdida de credibilidad
González habló además de la crisis de las democracias representativas y del deterioro de la credibilidad política. Y en este sentido apostó por un proyecto que impulse reformas sucesivas para los próximos 20-30 años, entre ellas la de la relación entre los partidos y la sociedad y las listas electorales abiertas. Fue en este instante cuando un espontáneo gritó desde el público: «¡Hay que escuchar a las bases!», a lo que González contestó: «Yo también soy las bases porque me fui en 1996, bueno, mejor dicho, me echaron». La interrupción sirvió para que el ex presidente, que llevó en todo momento el peso del mano a mano, cambiara el tercio para virar la conversación al momento actual y afirmara que se está aprovechando la gravedad de la crisis «para hacer contrabando ideológico» y comparara la crisis actual con la que precedió a la victoria del PSOE en 1982.
Rubalcaba dio algunas pistas de su proyecto, que incluiría «cambios electorales» para promover una democracia que llamó «24.7, 24 horas y siete días a la semana», en la que los políticos rindan cuentas de manera permanente. Propuso así «abrir una reflexión» sobre el uso de referendos, dada la «posición complicada» que mantienen los socialistas ante la petición de los sindicatos de una consulta sobre los recortes. Único planteamiento que le distanció de un González poco partidario del asunto («La democracia representativa no es compatible con un permanente sistema de consultas populares»), aunque dijo que si se celebran tiene que ser para responder a una pregunta sencilla.
Pese a la excusa de la efeméride, el acto tenía un doble objetivo: reivindicar la memoria socialista y avalar la estrategia de Rubalcaba. Y González se afanó en esto último, especialmente cuando retó a quienes piden un debate de ideas, y no con la sociedad, «a que pongan sólo una sobre la mesa». Todo esto en una mañana salpicada de anécdotas y recuerdos, como la desvelada por González sobre la llamada de Su Majestad El Rey desde el hospital para felicitarle el pasado 30 de noviembre por el trigésimo aniversario de su primera investidura o el arrepentiemiento por el referéndum de la OTAN.
¿El final? Unas palabras de Felipe González a los españoles para devolverles la gratitud por votarle incluso cuando él ya estaba harto de sí mismo y otras, dirigidas al PSOE, para decirle, igual que un día dijo Ramón Rubial: «Mientras el cuerpo aguante, contad conmigo».
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