Bruselas
Griñán señala a Rubalcaba la senda del relevo generacional
Ni ha sido una decisión improvisada, ni busquen tras ella una estrategia federal, aunque involuntariamente marque el camino del relevo generacional a un Alfredo Pérez Rubalcaba que se resiste a ceder el paso. «Sólo nuevos pilotos nos llevarán a nuevos horizontes».
Ni ha sido una decisión improvisada, ni busquen tras ella una estrategia federal, aunque involuntariamente marque el camino del relevo generacional a un Alfredo Pérez Rubalcaba que se resiste a ceder el paso. «Sólo nuevos pilotos nos llevarán a nuevos horizontes». Con esta introducción José Antonio Griñán, el presidente de Andalucía y el barón más influyente del socialismo español, anunciaba ayer solemnemente que no volverá a presentarse como candidato a la Presidencia de la Junta. «Lo hago para renovar», diría más tarde en una reunión con su grupo parlamentario. En efecto, su renuncia abre en Andalucía un proceso de renovación que no acabará en la búsqueda de un candidato a las autonómicas, sino cuando culmine un relevo que no será sólo nominal, sino también generacional. Él, bregado en mil batallas en sus 30 años de dedicación a la política, sí entiende que para recuperar el puslo ganador en momentos de dificultad se requiere de nuevas caras, pero sobre todo de generaciones posteriores a la suya capaces de ilusionar a un electorado harto de la vieja política y reticente a los políticos eternos. Siempre dijo que su carrera acabaría en Andalucía y así será aunque mantenga la presidencia del PSOE.
Dirán ahora, quienes no comulgan con la oportunidad del momento elegido, que adquiere la condición de «pato cojo» que se les atribuye en los EE UU a los presidentes que gobiernan sabiendo que no repetirán. Pero no será por mucho tiempo, el que estime oportuno para que su sucesor/a –que será elegido en unas primarias el próximo julio– tome aire y seguridad institucional (su dedo hace meses que apunta a la consejera de Presidencia e Igualdad, Susana Díaz). Sólo entonces, Griñán se batirá en retirada definitiva. Y esto será antes de que concluya la Legisaltura. Hasta que así sea contará con un plus de independencia y autonomía en la acción de gobierno, mucho más ahora que su socio, IU, ha elegido a un nuevo coordinador, Antonio Maíllo, mucho más correoso que su antecesor, Diego Valderas, con el que Griñán había logrado buena sintonía en estos meses de coalición en la Junta.
Pero, además, de todo, esto ustedes querrán saber qué hay detrás de su decisión, cuándo se lo comunicó al número del PSOE y por qué ha elegido este momento. Lean porque aquí les damos algunas respuestas. La primera que hace tiempo que el andaluz había trasladado tanto a Rubalcaba como a Elena Valenciano que le pesaba su coalición de gobierno con IU y que en ningún caso estaba dispuesto a ser rehén de sus socios de gobierno. Más claro: que si un día se veía dispuesto a disolver anticipadamente, no le temblaría el pulso y lo haría. Hasta ahí sabían en Ferraz de sus intenciones, si bien aunque él nunca lo dijera ante ningún miembro de la dirección federal, en la madrileña sede del PSOE intuían que no volvería a ser candidato. En Ferraz jamás imaginaron que lo anunciaría con con tanta antelación; mucho menos que convocaría primarias de forma inmediata. Y es que el andaluz siempre dijo, en alusión a las primarias , que la elección de un candidato debe hacerse lo más cerca posible de la convocatoria electoral. ¿Contradice ahora su teoría? No del todo. Cuando hablaba en esos términos se refería siempre a la sucesión de Rubalcaba, que a diferencia de él está en la oposición y no en el Gobierno.
¿Cómo se enteró Rubalcaba de la noticia? El martes por la mañana, cuando el secretario general salía de TVE de una entrevista, vio varias llamadas perdidas de Griñán en su teléfono móvil. Se puso en contacto con él, que le anunció de inmediato su decisión irrevocable. El número uno del PSOE no daba crédito, pero las razones del barón más poderoso del socialismo español eran de tanto peso que Rubalcaba no tuvo argumentos ni motivos para frenarle. El primer argumento era personal y familiar. Cuando Andalucía vuelva a pasar por las urnas, Griñán tendrá 70 años y no quiere robar más tiempo a su esposa «Mariate», a su hijos y a sus nietos. A esto se añade además la dolorosa enfermedad por la que hace meses atraviesa una de sus hermanas. Más allá de esto, claro, hay razones políticas que llevan doble sigla. La primera, las de IU: Griñán no se siente con fuerzas ni ganas cundo tenga que aprobar el próximo presupuesto de aparecer como rehén de la coalición. Gana pues iniciativa sobre los de Maíllo. La segunda, son los ERE, un caso de corrupción masiva que heredó de Manuel Chaves y que le ha tocado gestionar, con no pocos disgustos. «Para alguien íntegro y honesto», arguyen desde su entorno, «no es plato de gusto levantarse cada día con este asunto en el que él jamás tuvo responsabilidad alguna».
Ni en Andalucía, ni en ningún territorio del PSOE nadie tuvo jamás duda alguna de la integridad y honestidad de Griñán y era un clamor en el partido el dolor que al presidente andaluz le producía cada línea, cada portada y cada editorial sobre el asunto.
Todo esto y algún detalle más –como la debilidad del PP de Andalucía en este momento– le dio a Rubalcaba para que comprendiera su decisión y el momento elegido. Dos largas conversaciones telefónicas en las que trazó además la hoja de ruta prevista ahora para el PSOE-A, que tras la convulsa sucesión de Manuel Chaves vive ahora momentos de tranquilidad orgánica que allanarán con toda propabilidad el camino de la elección a Susana Díaz. La operación, en todo caso, es de alto riesgo.
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