Barcelona
Homs, el fogonero
No está el horno para bollos, y el simposio que comenzó ayer en Barcelona, que bien podría titularse «Cataluña contra España», pretende, según parece, echar leña al fuego. No es una buena idea. El que figura con el «horgunero» en la mano, como fogonero mayor de la desavenencia y el victimismo, calentando el horno, es Francesc Homs, consejero de la Presidencia y portavoz de la Generalitat. Y el que amasa dentro la hornada en la artesa, con un gorro blanco en la cabeza, no es otro que Oriol Junqueras, feo, separatista y no sé si sentimental. Aportan la hornija una serie de intelectuales orgánicos –historiadores, sociólogos y gentes de bien vivir– al servicio de la causa nacionalista, que desde fuera recuerdan, cada vez más, envueltos en la bandera estelada y cobrando dietas, a la entusiasta cohorte de los intelectuales orgánicos del franquismo. Como ellos, creen a pies juntillas en la causa nacional. Algunos de ellos, que atesoraban un merecido prestigio académico, lo están dilapidando con actuaciones como ésta, donde se echa en falta la objetividad de los claroscuros desde el mismo planteamiento.
Como se sabe, el patriota ama a su tierra; el nacionalista odia a la del vecino. Ésa es la esencial diferencia. El patriotismo es integrador y acogedor; el nacionalismo, separatista y disgregador. Está comprobándose estos días. Esa es la razón, y no otra, por la que se acusa a los organizadores y participantes en este malhadado simposio, de instrumentalizar y falsificar la historia poniéndola al servicio de los nacionalistas y sembrando con ello la incomprensión y el odio entre los españoles. Esto ha llevado a varias fuerzas políticas a llevar el caso a la Fiscalía. Homs, el fogonero que atiza el fuego para calentar el horno, se defiende acusando a los populares y a Ciutadans de querer liquidar Cataluña, y al Gobierno central, de ser el principal separador. ¡Lo que tiene que oír el pacífico Rajoy, hijo de un moderado nacionalista gallego! A estas alturas el portavoz de la Generalitat adopta una actitud defensiva –se defiende como gato panza arriba, y bien mirado, este hombre tiene un cierto aspecto gatuno– preparando su eventual comparecencia ante el juez en caso de que se propague el incendio.
Por lo pronto, como digo, la cosa está que arde. Artur Mas, que no es tonto, sabe que ha caído en las manos pecadoras de Junqueras, el que amasa su propia hornada, y que el dichoso simposio complica seriamente el diálogo iniciado subterráneamente con el Gobierno central. Mientras tanto busca desesperadamente la pregunta mágica –¡no la respuesta!– que le saque del atolladero. Habría que ayudar a ello entre todos. ¿Tendremos que jurar que amamos a Cataluña y que admiramos las virtudes de los catalanes? Personalmente tengo confianza –a algo hay que agarrarse en una situación tan crítica– porque lo conozco de cerca, en Durán i Lleida, un hombre de reconocido buen sentido, que está ante el mayor reto ético de su vida política. Él, mucho más que Homs, puede ayudar a apagar este incendio, que amenaza con llevarse todo por delante y arrasar sueños, afectos, la historia común y las salidas de futuro.
✕
Accede a tu cuenta para comentar