Opinión

La hora de la verdad

Puigdemont derrota al Estado. Todos van a quedar libres

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez participa este sábado en un acto del PSOE celebrado en Granada.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez Pepe TorresAgencia EFE

Nos deja el pasado martes la imagen de una heredera de la Corona impecable, avalada por cuatro minutos de intenso aplauso, y un certero mensaje del Rey dirigido a Leonor, pero que bien podría apuntarse el presidente en funciones: uno) «su deber es cumplir y respetar la Constitución; deber que prevalece sobre todos los demás», dos) «el sometimiento al Derecho es una exigencia para todas las instituciones del Estado», tres) «la observancia de la ley, el respeto a la independencia y a la separación de poderes son los pilares esenciales de la democracia», y cuatro) el «compromiso con la unidad y la permanencia de España».

Quien quiera entender, que entienda. La incomodidad de Sánchez, de algunos de sus ministros, de Armengol, en una jornada en la que sólo debía brillar la Corona, era equiparable al desplante a la Monarquía realizado por tres ministros y todos los aliados del Gobierno. Aderezado por las declaraciones de Belarra diciendo que ella y los suyos van a trabajar para que Leonor no llegue a ser Reina «nunca», para implantar la República, pero no dentro de cien años sino, como terciaron también Otegi y el molt Aragonés, en una próxima legislatura. La que ahora va a comenzar será «la legislatura de la plurinacionalidad», dice el bildutarra. Dura vuelta a la realidad, tras el triunfo de la institucionalidad. Los aliados sanchistas se disponen a presentar la iniciativa para formalizar la amnistía. Y la amnistía será lo primero. No lo único. No lo último. Tras la amnistía, la plurinacionalidad, la convención constitucional y el referéndum.

Puigdemont no olvida del referéndum. Puigdemont es cabezón e insiste en el relator y en firmar un aval para votar. No se fía de Sánchez. Nadie se fía en realidad. Quién se podría fiar. Puigdi quería una foto y ya la tiene. La foto de la humillación y de la rendición, según Feijóo. El president huido triunfante en Bruselas junto al socialismo cabizbajo de Santos Cerdán. «El problema no es la amnistía, sino la claudicación del Estado ante el independentismo», ha escrito Lluis Foix en La Vanguardia. La foto de Cerdán en el sofá y, detrás de Puigdemont, la otra foto, la que más duele, la de la urna ilegal, el símbolo que el huido exhibe como triunfo sobre el Gobierno y sus aledaños. Puigdemont derrota al Estado. Todos van a quedar libres. Sin mancha en sus expedientes. Hasta los alborotadores de Tsunami. Hasta los agitadores de los CDR. Esquerra ha dicho: «Todos a la calle o no firmamos». Y Sánchez va a firmar.

La amnistía, el relator, la plurinacionalidad y el referéndum a la escocesa o a la quebequense. Ya se verá. Lo que tenga que ser, será. Y por supuesto, cuantas fotos haya que hacer. Primero con la exetarra Aizpurúa, después Cerdán con Puigdemont, antes Yolanda con el huido y más tarde las que hagan falta para seguir en Moncloa. Es «la condición para que pueda haber un gobierno de progreso», según el candidato. Lo que ha dado pie a 8 vocales del CGPJ para pedir un pleno en el que abordar la farsa. Porque «no es por España, es por el sillón», ha dicho el socialista Jiménez Ridruejo tras romper el carné y pedir su baja en el PSOE. Igual que el alcalde socialista de Ágreda y diputado provincial Jesús Manuel Alonso, contrario «a que se amnistíe a un delincuente». O el también socialista vallisoletano Cecilio Vadillo y el ex secretario general de Castilla y León, Jesús Quijano. Dicen que, como ellos, hay muchos socialistas que piensan igual, incluso en la bancada del Congreso que tendrá que avalar la investidura. ¿Será alguno capaz de votar en conciencia? Comienza la cuenta atrás. Esto ya va en serio. La hora de la verdad.