Barcelona

Insultos en los colegios a los hijos de los agentes: «Tu padre pega a la gente»

Los niños son señalados y apartados del resto por ser «criaturas malnacidas».

Los colegios catalanes llevan a las aulas la manipulación independentista
Los colegios catalanes llevan a las aulas la manipulación independentistalarazon

Los niños son señalados y apartados del resto por ser «criaturas malnacidas».

Apenas han aprendido aún a sumar y restar pero ya han tenido que esquivar el odio. Se han tenido que enfrentar al radicalismo de los independentistas, al desprecio de algunos de sus profesores y directores de colegios y a la marginación y el insulto de sus compañeros de pupitre. Son los hijos de guardias civiles y policías nacionales que hasta ahora compartían recreo y aula en una convivencia pacífica con el resto de niños en Cataluña. Pero, tras el 1-O han sido señalados y escuchan los gritos de «españoles de mierda», «fuera de aquí» o «tu padre es malo y pega a la gente» que les hacen volver a casa llorando. Los hijos de un guardia civil de 4 y 6 años acudieron el 2-O al colegio de San Andreu de la Barca. Promovido por una parte del claustro y los propios padres y madres, además de contar con la connivencia de la dirección del centro, se encontraron con la celebración de un minuto de silencio «por la opresión del Estado» en el patio del colegio con todos los niños presentes. También aprovecharon para marcar a los niños y separar a los hijos de guardias civiles de los que no lo eran para luego meterlos solos en sus respectivas clases por ser «criaturas malnacidas», mientras el resto de niños continuaron jugando en el patio. A los niños, según asegura a este periódico un agente, les han dado una semana de vacaciones en previsión a los escraches que van a realizar ante los cuarteles.

Pero la escena se repetía también en los institutos. Una estudiante de 16 años que vive en Barcelona relata la «sentada colectiva» en contra de lo que «hizo» la Guardia Civil y la Policía Nacional. «Muchos nos hemos negado y nos han dicho que era obligatorio».

También las mujeres se han enfrentado al desprecio incluso en sus trabajos. A una de ellas le espetó su jefe: «¿A qué has venido? «¿Y tu marido qué hace hoy? A la gente que trabaja en lo que tu marido, ni está, ni se le espera. No sé cómo no se te cae la cara de vergüenza». Otra lloraba mientras relataba cómo toda la noche tuvo a gente gritando en su ventana. «He llamado a los Mossos y no han venido».