Opinión

La izquierda ante el espejo

Pedro Sánchez no está vencido y va a por todas el 23-J

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el acto de cierre de campaña de las elecciones del 28M que los socialistas celebran esta tarde en Barcelona.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el acto de cierre de campaña de las elecciones del 28M que los socialistas celebran esta tarde en Barcelona.Enric FontcubertaAgencia EFE

El PSOE acabará la semana con los deberes hechos y el Comité Federal del sábado cerrará las listas solo con el conflicto desatado en Aragón, donde Lambán se ha puesto muy aragonés y dará la batalla para evitar que su enemiga íntima, la ministra de Educación Pilar Alegría, encabece la lista por Zaragoza. La tiene perdida de antemano porque la Comisión de Listas y el Comité Federal darán carpetazo a la polémica. Los críticos en el PSOE con la gestión de Sánchez –política de pactos, gobierno con Podemos o la nacionalización de la campaña–están incómodos en la actual situación porque «el que se mueve no sale en la foto», como decía un Alfonso Guerra, ahora travestido en fervoroso demócrata dentro del PSOE. Están intranquilos y tratan de visualizar el futuro del PSOE sin Sánchez. Pero una cosa es desearlo y otra, muy distinta, vender la piel del oso antes de cazarlo.

Pedro Sánchez no está vencido y va a por todas el 23-J. De momento, la primera batalla interna la gana por goleada colocando a sus personas de confianza al frente de las listas. En las elecciones municipales el PSOE resistió bien –quedó a tres puntos del PP– y espera que la movilización de las generales –entre un 10 y un 15 por ciento más que el 28-M– pueda cambiar las tornas apelando al voto útil. Les auguro que en Cataluña le irá bien y los socialistas catalanes ganarán en las generales, aglutinando el voto anti PP-Vox y sacando una diferencia sustancial con los populares, que mejorarán resultados pero que no podrá evitar como su ventaja de Madrid sobre el PSOE se esfumará en el extremo nordeste.

El presidente del Gobierno se presenta como el único que puedo batir al PP. Y es cierto, pero necesita que su izquierda se recupere del sablazo de las pasadas autonómicas. Podemos se resiste a disolverse en el magma de Sumar, pero sus resultados no son para tirar cohetes. Dejar fuera a Irene Montero, y quizá también a Ione Belarra, es un trágala, pero no está en condiciones de dar la gran batalla. Sus tropas en el territorio exigen movimientos e integrarse en Sumar y los apoyos se diluyen. Yolanda Díaz logrará armar su candidatura con la incógnita de si podrán imponerse a Vox en las provincias que elijan menos de siete diputados. Y ahí es donde Podemos se hace valer y ha puesto las barricadas.

Díaz ya ha sumado a un grupo de formaciones. Solo una importante le ha dado la espalda: Adelante Andalucía. En fin, únicamente queda Podemos para cerrar un gran acuerdo. La izquierda española está frente al espejo, desnudando sus miserias. Ayer, un dirigente de izquierdas me decía que «la izquierda solo se une en las cunetas».

No le falta razón, porque muchas veces se anteponen los intereses personales a los colectivos. No les pareció suficiente a algunos, y a algunas, el correctivo del 28-M. Los que sí lo han visto son las izquierdas independentistas. ERC y Bildu irán en coalición en el Senado para garantizarse un grupo en la Cámara Alta. Los más beneficiados, los de Esquerra, que pueden ser víctimas de un segundo batacazo en dos meses, porque recuperar 300.000 votos en dos meses se antoja un imposible.

El griterío en la izquierda ha puesto una nebulosa por encima de los movimientos de los populares y la ultraderecha. PP y Vox negocian con diferentes intensidades en los ayuntamientos las y comunidades autónomas sin la presión mediática de luz y taquígrafos. Se lo tienen que agradecer a una izquierda convulsa que además se retrata en las redes sociales con improperios y vejaciones al adversario que tratan como enemigo.

Esta mañana tendremos el resultado. Los inscritos de Podemos votarán si quieren integrarse en Sumar. Votar es democrático, pero hacerlo en términos de conflicto no suele traer una solución sino un problema. Algunos, en sus delirios de grandeza, piensan que una derrota de la izquierda el 23-J abrirá las puertas del «risorgimento» en torno a Podemos. Veleidades.