Caso Bárcenas
Jorge Trías: artista de la venganza y agitador de cloacas
En el año 96 arrancó la VI Legislatura bajo la presidencia, por vez primera, del PP, que había obtenido la mayoría simple. Eran tiempos de pactos y José María Aznar logró el Gobierno gracias a los apoyos de CIU, PNV y Coalición Canaria. Fue entonces cuando llegó al Congreso Jorge Trías Sagnier, un abogado que había militado en la Lliga de Cataluña, partido de corte conservador y catalanista, cuyos miembros acabaron después en las filas liberales de Joaquín Garrigues y el ala más derechista en la Alianza Popular del sector cristiano de Laureano López Rodó. Trías había colaborado en Instituciones Penitenciarias con dos de sus directores generales: Jesús Hadas, asesinado por el Grapo, y Carlos García Valdés, histórico de UCD.
Era un diputado al que le gustaba el protagonismo. Nacido en la alta burguesía catalana, hijo del letrado y político Carlos Trías Bertrán, hermano del filósofo Eugenio Trías, logró por su amistad con el presidente del Congreso, Federico Trillo, ser vocal de la Comisión Constitucional, que presidía Gabriel Cisneros. Curiosamente, en la misma Comisión estaban Ángel Acebes y Ana Mato. Las vueltas que da la vida. Era un tipo que alardeaba de su formación jurídica, inquieto y ambicioso. Empezó a colaborar en FAES, se relacionaba bien con los periodistas, a quienes citaba a menudo en locales del barrio madrileño de Salamanca, próximos al edificio emblemático de ABC, donde tenía una columna periódica que utilizaba para sus fines.
Excitaba bastante los debates parlamentarios. Como cuando propuso el denominado Contrato de Unión Social para otorgar derechos similares al matrimonio de las parejas homosexuales, algo que chocaba frontalmente con su ideología conservadora. Ello llevó a uno de sus paisanos y compañero en la Comisión, Jordi Solé Tura, socialista procedente del comunismo, a ironizar: «Jorge, pareces más de izquierdas que yo». Era un signo de su enrevesada personalidad, con una doble cara de actuación. En el Grupo Popular se le tenía por un hombre listo, pero algo «esquizoide», con afán de resentimiento si las cosas se le torcían. Su irrupción en el «caso Bárcenas» lo demuestra claramente.
Cuando se aprobó el Estatuto catalán de Sau, quiso asesorar a Miguel Roca, pero no lo consiguió. Entonces publicó un estudio en el que definía el texto como liberticida y una puerta legal para las uniones poligámicas de la religión islámica. También llevó la defensa de Javier Gómez de Liaño, en ese tiempo la «bestia negra» del Grupo Prisa y el juez Baltasar Garzón, a quien ahora declara su fervorosa amistad. A pesar de su cariz conservador, y dicen que próximo al Opus Dei, ha cambiado varias veces de pareja. Es la suya una especie de conducta bipolar, concentrada ahora en un escándalo del que puede salir escaldado.
A la llamada «Conspiración de Baqueira», en la que intenta implicar a dirigentes de Convergència para dinamitar el PP, quienes de verdad son asiduos de la estación invernal no le dan ningún crédito. Pero lo más grave es su acoso al juez Pedreira para exonerar a la mujer de Luis Bárcenas. Si el juez no estuviera tan delicado de salud, habría de salir al ruedo para defenderse de lo que puede ser un caso de prevaricación que invalide el proceso. Alguien que bien conoce a Trías destaca su arte para la venganza y agitar cloacas. Si como escribió Maquiavelo, «el fin justifica los medios», este personaje no se para en barras. Todo le vale.
✕
Accede a tu cuenta para comentar