Elecciones catalanas

Duran Lleida: «A Mas le queda muy poco; sus socios le van a invitar a irse a casa»

Josep Antoni Duran Lleida, en la sede de Unió Democràtica
Josep Antoni Duran Lleida, en la sede de Unió Democràticalarazon

El líder de Unió Democràtica afirma que «lo incierto, para mí, tiene una doble vertiente: la de la independencia y la de una mayoría de izquierdas en Cataluña. Al final, a Mas le van a sustituir por esa opción ideológica»

Muy pocas veces –si acaso únicamente durante los oscuros años 30– ha afrontado Unió Democràtica un momento tan delicado como el actual. El histórico partido catalanista, fundado en 1931, concurrirá por primera vez en mucho tiempo solo a unas elecciones. La cita del 27 de septiembre en Cataluña es decisiva para una Unió Democràtica que está convencida de que persisten miles de electores catalanistas que desean un proyecto moderado. El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida (Alcampell, Huesca, 1952) se dirige a todos ellos y subraya, a lo largo de la entrevista, que no va a renunciar a las esencias que ha representado siempre su formación democristiana. «Es un momento para tener coraje y nosotros lo tenemos», afirma Duran.

Esta semana decía que «la voladura del catalanismo moderado ha sido una mala noticia», en alusión a la ruptura de CiU. ¿Queda algo del catalanismo moderado?

–En eso estamos. Éste es el gran reto de Unió, que tiene una primera prueba en estas elecciones catalanas pero que no se agota aquí. Unió necesita tener presencia en la próxima legislatura en el Parlamento catalán y luego repetir esa presencia en las Cortes españolas para ir ocupando de manera progresiva el espacio del catalanismo moderado que representó CiU, aunque no podamos ocuparlo todo.

–¿Es optimista respecto al futuro de Unió?

Soy cristiano y el pesimismo está reñido con mi condición de cristiano. Pero debo reconocerle que hay un desenfoque muy generalizado en la sociedad catalana y una parte de esto hay que atribuirlo a las baterías informativas de los medios de comunicación públicos de Cataluña que distorsionan en general el debate sobre la independencia. Hay que intentar que su rol sea más parecido al de la BBC británica que no al de otras cadenas de otros países menos sólidos en términos democráticos.

LA RUPTURA

–Convergència y ERC planean una declaración unilateral de independencia de Cataluña que, según usted, no tendrá efectos jurídicos pero sí sociales y económicos. ¿Cree realmente que se va a plasmar?

–Por supuesto que es posible, no es un señuelo que lanzo para producir miedo en una parte de la sociedad. Esta declaración está más cerca ahora que hace un año y que hace dos. Es posible, aunque no creo que Junts pel Sí (la candidatura que agrupa a CDC y ERC) tenga la mayoría suficiente, pero sí puede ser complementada por la CUP. Una declaración así no tendrá efectos internacionales, ni ninguna traducción jurídica porque Cataluña no tendría el reconocimiento de los Estados de la UE. Pero sí tendrá un impacto económico porque será una garantía de inestabilidad. Declarar la independencia como pretenden hacerlo Mas, Junqueras y la CUP con un solo diputado más que el resto también provocaría un desgarro social.

–¿Intuye escenarios distintos al de una mayoría de Junts pel Sí y la CUP?

–También temo que en Cataluña se instale un gobierno de las nuevas izquierdas, una especie de réplica a nivel catalán de lo que hay en el Ayuntamiento de Barcelona. Hay indicios muy evidentes de esta circunstancia. ERC ya ha invitado públicamente a la CUP a formar parte de un gobierno de concentración nacional y ha dicho públicamente que no vería mal que Cataluña Sí Que Es Pot (la candidatura que integran Podemos e ICV) tuviese un papel activo en ese gobierno. Junqueras se identifica como más afín a las políticas sociales de la CUP que a las de Convergència. Ahí se está fraguando un gobierno de nuevas izquierdas y esto es una amenaza grave para Cataluña porque siembran todavía más desconfianza. Lo incierto, para mí, tiene esa doble vertiente: la de la independencia y la de esa mayoría de izquierdas. Al final, a Mas le van a sustituir por esa opción ideológica.

–¿Sugiere que a Mas le queda poco en la primera línea?

–Creo que le queda muy poco, sinceramente. Me parece que le van a invitar amablemente a que se vaya a casa y que va a haber una izquierda alternativa.

–¿Y qué ocurrirá a continuación en Convergència?

–Esto es asunto de ellos. CDC ha sustituido a un socio leal como era Unió por ERC. Le pongo un ejemplo: CDC ha intentado hacer ver que este último registro de la Guardia Civil en su fundación y en su sede era un ataque del Estado contra Convergència y contra las elecciones del 27 de septiembre. Que no engañen a la ciudadanía. Esta operación es consecuencia de una denuncia que ERC presentó sobre presuntas irregularidades en Torredembarra. A partir de aquí, ellos sabrán cuál es su futuro. Yo me ocupo de lo nuestro. Dijeron que iban a hacer un proceso de refundación pero me temo que quedó en un discurso de media mañana. Yo debo ser duro en términos políticos con CDC, pero no voy a hablar mal Ni de ellos en general, ni de Mas en particular.

–¿Qué dimensión cree que pueden tener las irregularidades en CDC?

–No intuyo esa dimensión y lo que intuyo entenderá que no se lo diga en esta entrevista. Sólo digo que lo que tenga que salir que salga ahora, porque si tiene que explicarse después del 27-S será un fraude electoral. De todas maneras, en un Estado de Derecho existen unas normas y hay que respetarlas. Hay que respetar la presunción de inocencia y la actuación de los jueces y de los fiscales.

–¿No se arrepiente de nada en su relación con CDC en los últimos tiempos? ¿De no haber precipitado antes la ruptura o de haber tratado de redirigir a Mas?

–No, yo pongo de relieve el valor que ha tenido CiU todos estos años. Se sorprendería de los dirigentes políticos y económicos españoles que me han dicho «no rompáis». Por otra parte, ¿usted puede imaginarse que Unió hubiese dejado a CDC en manos de ERC en plena crisis económica? Unió hizo bien en aguantar hasta que CDC planteó con ERC la independencia. Mas está ahora en otra pantalla, en la ruptura. Y Rajoy, por su parte, no ha hecho del diálogo una virtud en un momento de quiebra en Cataluña.

–Usted suele advertir de que la independencia es negativa para Cataluña, España y UE. En Cataluña no se ve de forma tan negativa, ¿no cree?

–En Cataluña no hay un debate sobre las cuestiones de fondo de la independencia y cuando uno dice algo ya se le identifica con el PP. Y como el PP lo está haciendo tan mal en Cataluña, pues es una descalificación de entrada. Mi reflexión tiene una segunda intención. En España se ve lo negativo de la independencia de Cataluña para Cataluña, pero no lo negativo que es para España. Por eso me entristece que el Gobierno no acierte a realizar una propuesta política seria para Cataluña que no tiene por qué poner en tela de juicio la unidad y la solidaridad en España. Con propuestas como que el Tribunal Constitucional asuma la potestad sancionadora ante el incumplimiento de sentencias sólo se arma más al independentismo.

–¿Cómo se garantiza, si no, el cumplimiento de sentencias del TC?

Existe la vía ordinaria. Todo lo que sea transferir al TC decisiones que en el fondo son políticas es hacer un flaco favor a la Constitución y al Estado de Derecho. Y hay que decir, y decir bien alto, que el propio Gobierno incumple sentencias del TC, como por ejemplo respecto a acuerdos de las comisiones mixtas, o becas, o el 0,7% del IRPF.

–Decía que el PP lo hace rematadamente mal con Cataluña. ¿Rajoy no hace un buen diagnóstico?

–Creo que el PP no tiene un buen diagnóstico. Reivindico el diálogo y siempre añado que el que dialoga tiene que ser capaz de ponerse en la piel de otro. Intento ponerme en la piel del presidente Rajoy y entiendo que no acepte determinadas posiciones que se defienden en Cataluña. Lo entiendo, pero no comprendo que no haga otro diagnóstico de lo que sucede en Cataluña e intente recuperar los votos que el PP llegó a tener en Cataluña.

–¿Descarta movimientos del PP en la dirección de una reforma constitucional para acomodar a Cataluña?

–Antes de que se acabe el ciclo electoral no hay que esperar ninguna propuesta del Gobierno del PP. Me daría con un canto en los dientes si el PP entendiera en la próxima legislatura que hay que buscar una salida. Un día el PP planteó con la boca pequeña una posibilidad de reforma constitucional, luego la retiró y ahora, deprisa y corriendo, coincidiendo con un buen titular de Merkel que pedía respetar la integridad territorial de los Estados de la UE, sale con la propuesta para reformar la ley del TC.

–Usted que tiene buena memoria, ¿recuerda una campaña en Cataluña tan española? La presencia de dirigentes nacionales va a ser continua.

–Estamos en vísperas de una campaña española y para los dirigentes nacionales la catalana está pensada como preludio de las elecciones estatales. Es evidente que al plantearse el 27 de septiembre como unas elecciones plebiscitarias obliga a los dirigentes nacionales a implicarse más a fondo en Cataluña. Pero me gustaría que fueran conscientes de que el problema en Cataluña no se va a resolver con los votos del 27 de septiembre, ni que tampoco este resultado va a permitir dilucidar las elecciones del 13 o el 20 de diciembre. Hay que sentarse en la mesa y reconstruir esto.

–Mas se ha integrado como número 4 de la candidatura de Junts Pel Sí, el ex dirigente de ICV Raül Romeva es el número 1 y Junqueras es el número 5. ¿Le parece algo surrealista?

–Se me ocurren varios calificativos, pero sorprendente lo es sin duda. No he visto nunca en ningún país, en ninguna democracia seria, que concurran estas circunstancias. Es una lista contradictoria e incompatible. ¿Cómo puede llevar Convergència, que tiene un sector católico, de número 1 a un candidato que dice que el Papa es un criminal? Tampoco se habla de la gestión del día a día. Dicen que la independencia la declaran de forma inmediata, pero ¿Y los presupuestos? ¿Y los conciertos educativos? ¿Y los conciertos sanitarios? ¿Y la religión en la escuela? Cualquier observador que llegue a este país y se fije en quién es quién se quedaría asombrado porque la lista es un disparate aunque tenga muchos votos.

–¿Unió está dispuesta a colaborar con Junts pel Sí tras el 27-S?

–Hay quien dice que Convergència i Unió se recompondrá tras las elecciones. Pues bien, eso no es así. La ruptura de CiU ha sido suave en las formas pero muy dura. En el caso de Unió le ha implicado una ruptura interna y Unió no se plantea recomponer CiU en ningún caso. Hemos empezado un nuevo camino en solitario. CDC se ha equivocado, Mas ha entregado la agenda política a ERC y a las entidades independentistas, y no tiene marcha atrás. Unió hizo un referéndum interno y quedó muy claro que no apoyamos la hoja de ruta de CDC, ERC y las entidades independentistas. No vamos a votar la declaración de independencia. Nuestro objetivo es recuperar a aquella persona que ha votado toda la vida a CiU y que tiene muchas razones para no votar a Junts Pel Sí. Sé de sobra que no es un camino fácil, pero lo vamos a andar con mucho coraje.

–Sigamos con las colaboraciones. Esta semana vimos una imagen insólita, la de Martín Rodríguez Sol (número dos de la lista de Unió al Parlament) en un acto apadrinado por Societat Civil Catalana. Se trataba de la presentación de un libro del escritor y arquitecto Mariano Gomá y también acudieron dirigentes de PSC, PP y C’s. ¿Es el principio de una colaboración?

–No. Aquello fue un acto de amistad personal y en esa condición fue Martín Rodríguez Sol que, si bien es nacido en Palma de Mallorca, se pasó una buena parte de su vida en Lleida y allí conoció a Mariano Gomá. Estoy convencido de que el alcalde de Lleida, Àngel Ros, que es del PSC, también fue en esa condición de amigo.

–¿No hay que concluir, por tanto, que Unió se ha pasado al frente constitucionalista?

–En absoluto y esa expresión del frente constitucionalista no la acepto porque yo soy más constitucinalista que muchos de los que dicen ahora defender la Constitución y que en su momento no la votaron. Unió no estará en ningún frente. Ni lo estará en el de que los que voten sí a la independencia en el Parlament de Cataluña ni lo estará en el frente inmovilista del PP y de Ciutadans.

–¿Teme que Unió quede en terreno de nadie por el hecho de no formar parte de ningún frente?

–Siempre existe ese riesgo en tiempos de bipolarización, pero creo que hay mucha gente dentro de eso que usted dice que es terreno de nadie, mucha gente que defiende que Cataluña pueda tener un papel importante en España. Lo importante es que Unió tenga la conciencia tranquila con lo que defiende. Yo estoy dispuesto a pagar facturas, pero no a renunciar a nuestra naturaleza política ni a nuestra genética política. En el año 1936 Unió no se presentó a las elecciones para no formar parte ni del frente de derechas ni del frente de izquierdas y fíjese en el desastre que vino a continuación. Insisto: no vamos a formar parte de ningún frente y eso no significa no tener ideas claras.

–¿Valoró ofrecerse como candidato de Unió en las catalanas?

–Estoy a disposición del partido para lo que sea necesario, pero hay que hacer equipo. La gente también quiere caras nuevas y Ramon Espadaler es más joven que yo y tiene muchas cualidades.

–¿Su compromiso con Unió no ha disminuido, entonces?

–Yo he vivido tres años muy duros. Si usted repasa los medios independentistas o sus redes sociales, verá que ellos me han considerado prácticamente su principal adversario. Yo he tenido un solo partido y me moriré con ese partido. Hoy soy presidente del comité de gobierno de Unió y soy muy consciente de la responsabilidad en mi partido en estos momentos. Estoy a disposición de lo que sea necesario.