Nacho Abad

Judit, la hija de Ana Julia Quezada, sospechó de ella casi desde el primer momento

“Fue mucha casualidad que mi madre encontrara la camiseta de Gabriel”, declaró ante la Guardia Civil según el sumario al que ha tenido acceso LA RAZÓN.

Ana Julia Quezada (de rojo), la autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz, trasladada a Rodalquilar, en Níjar (Almería), para una reconstrucción de los hechos. EFE/ Ricardo García
Ana Julia Quezada (de rojo), la autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz, trasladada a Rodalquilar, en Níjar (Almería), para una reconstrucción de los hechos. EFE/ Ricardo Garcíalarazon

“Fue mucha casualidad que mi madre encontrara la camiseta de Gabriel”, declaró ante la Guardia Civil según el sumario al que ha tenido acceso LA RAZÓN.

Judit, la hija de Ana Julia Quezada, sospechó de ella casi desde el primer momento. Es lo que de deja traslucir de su declaración ante la Guardia Civil a la que ha tenido acceso LA RAZÓN: “Me enteré de la desaparición de Gabriel el mismo día en que ocurrió. Serían las doce de la noche cuando me sonó el teléfono. Era mi madre. Me extrañó hasta que me llamará porque mi relación con ella era escasa. Se reducía a comunicaciones esporádicas, cortas y protocolarias desde hacía dos meses, porque en los cinco años anteriores ni nos habíamos visto ni tampoco hablado. Descolgué y me dijo: “Gabrielillo ha desaparecido. No lo encontramos. Estamos ahora con la Guardia Civil”. Yo le pregunté cómo podía ser con un niño tan pequeño, de 8 años. Era extraño. “No sé, salió a jugar con unos primos y no ha vuelto a merendar. No sabemos nada de él”, me explicó. A partir de entonces empezamos a llamarnos más para ver cómo iba la búsqueda. Un día, no sé cuál fue, me dijo que necesitaba que bajase de Burgos para apoyarla, que quería que estuviese a su lado”. Algo raro notó, porque no lo hizo en ese momento, tardó días en acudir.

A los pocos días una amiga de Judit le dijo: “¡Tía, tu madre ha encontrado la camiseta de Gabriel!”. La hija de Ana Julia quiso comprobarlo a través de redes sociales y por la prensa. “Vi que sí y pensé que era mucha casualidad que con todas las personas que había en el lugar buscando fuera ella. Llamé a Ángel y le pregunté si era verdad y él respondió que sí”. Judit se quedó con la mosca tras la oreja y días después volvió a insistirle con lo mismo a su madre: “La encontré en una zona de depuradoras”, le explicó Ana Julia, “por donde solía pasear con Sergio, mi ex (vive en la zona). Estaba tirada encima de unos arbustos, todavía guardaba el olor de Gabriel. Me ha dado un ataque de ansiedad y me he caído. Ángel y yo estamos pensando que quizá pueda estar Sergio detrás de la desaparición del niño. Es una zona muy cercana a su casa”.

Al día siguiente Ana Julia se las apañó para que el psicólogo que atendía a la familia hablara con su hija sobre sus sospechas hacia Sergio . “Me doy cuenta ahora de que mi madre me manipuló para desviar las sospechas”.

La familia de Gabriel también sospecho

Las circunstancias previas al hallazgo de la camiseta también despertaron los recelos de los familiares de Gabriel. Este es le testimonio de uno de ellos que obra en el sumario al que ha tenido acceso este periódico: “Llegué a casa de la abuela para el café. Al entrar vi a Ana Julia que se quería llevar a Ángel rápido de la casa. Tenía mucha prisa. Se la notaba nerviosa. No dejó que Ángel se tomara el café. Decía que iba a un sitio a buscar. A uno que se le había ocurrido a ella, un lugar donde antes solía pasear los perros. Le pregunté que por qué tanta prisa y ella me dijo: “Tenemos que movernos, no podemos estar aquí parados siempre”. Entonces se marcharon y esa misma tarde la propia Ana Julia encontró la camiseta. Lo hablé con mi cuñada, esto y otras cosas, y empezamos a tener sospechas, pero no dijimos nada a la familia para no hacer daño, a ver si antes se aclaraban las cosas”.

La localización de la camiseta también escamó a Ángel, padre de Gabriel: “Sobre las cuatro de la tarde, Ana Julia me dijo de ir a un sitio donde solía ir con su ex pareja, Sergio, a pasear los perros. Llegamos hasta allí y yo me dirigí por indicación suya a unas ruinas y ella tiró como hacia abajo. Nos separamos durante unos tres minutos. Ella fue directa a una zona de juncos. Entonces empezó a gritar mi nombre. Fui para allá y me dijo: “¡La camiseta de Gabriel!”. La tenía cogida con las manos, extendida. Pude ver que estaba seca, cuando estos días atrás ha llovido bastante. Tengo la convicción de que alguien la ha colocado hoy mismo en ese lugar, porque por la mañana en esa zona ha habido una batida y nadie vio nada”

Finalmente Ana Julia confesó el crimen y que fue ella quien dejó la camiseta en el lugar. Pero no fue hasta la segunda declaración judicial que aportó los siguientes datos inéditos: “Tras matar a Gabriel le quité la ropa y la guardé en una bolsa que escondí en un armario de casa de la abuela. De esa bolsa, el día 3, saqué la camiseta y la escondí en una mochila. Fui a caminar con el padre y cuando él estaba por otro lado la saqué y la coloqué sobre unas matas”. En esa misma confesión dio un detalle de su falta absoluta de empatía y de ausencia de arrepentimiento: “Después de enterrar al niño me puse a pintar la puerta de Rodalquilar y luego la lavadora”.