Independentismo

Junts da carpetazo a Illa tras no alcanzar ningún compromiso en Bruselas

Puigdemont logró el protagonismo que desea, pero fuentes al tanto de la negociación explican que no se selló promesa alguna

Carles Puigdemont, Jordi Turull y Míriam Nogueras durante la reunión REMITIDA / HANDOUT por JUNTS PER CATALUNYA Fotografía remitida a medios de comunicación exclusivamente para ilustrar la noticia a la que hace referencia la imagen, y citando la procedencia de la imagen en la firma 03/09/2025
Carles Puigdemont, Jordi Turull y Míriam Nogueras durante la reuniónJUNTS PER CATALUNYAEuropa Press

Junts ha dado este miércoles carpetazo a Salvador Illa tras no alcanzar ningún compromiso en Bruselas. El partido emitió un comunicado tras la reunión de su dirección en el que acusó al líder del PSC de «renunciar» a la «defensa de los intereses de Cataluña ante el gobierno español».

El presidente catalán valoró cómo encajar a Junts en la gobernabilidad de la comunidad, pero no cerró compromiso alguno. El expresidente de la Generalitat logró el martes el protagonismo que tanto desea, ya que se vio reconocido como actor político legítimo durante su encuentro con el líder del PSC.

Pero fuentes al tanto de la negociación explican a LA RAZÓN que no sellaron promesa alguna sobre cómo dotar de más peso a los posconvergentes en la política catalana, sustentada por el PSC, por ERC y los Comunes. No es ningún secreto que Junts quiere desde hace meses entrar en el Ayuntamiento de Barcelona, que dirige el también socialista Jaume Collboni.

En la cabeza del núcleo duro de Junts está la idea de situar a una mujer y utilizar el altavoz institucional de la segunda ciudad de España para frenar a su rival más duro: Alianza Catalana, un partido a su derecha que está capitalizando buena parte del descontento ciudadano con la inmigración y la inseguridad. Y que está creciendo en las encuestas como la espuma. Esa es la auténtica obsesión de Junts.

En cualquier caso, el mutismo respecto al contenido de la reunión en la sede de la Generalitat en Bruselas es casi total. Nada ha trascendido de la cita en Bruselas salvo que Puigdemont pondría encima de la mesa una reclamación: relevancia institucional y política. Tanto fuentes gubernamentales como fuentes cercanas al expresidente catalán priman la cautela.

Nadie quiere reventar la aproximación que hizo Illa viéndose con Puigdemont. El intercambio es más peso en Cataluña a cambio de apoyo en Madrid. El horizonte del PSOE en el Congreso se antoja una pesadilla si Junts no está por la labor de auxiliar a los socialistas.

En los cajones del Congreso hay grandes leyes pendientes que necesitarán el «sí» de los siete diputados de Junts, como la reforma de la Justicia que impulsa el ministro Félix Bolaños o la reducción de la jornada laboral, que con tanto ahínco persigue la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz.

Sin el concurso de Junts es imposible avanzar agenda legislativa alguna. La victoria del PSC en las elecciones catalanas del año pasado dejó a Puigdemont fuera de juego. Junts perdió ese día casi toda su influencia en la política catalana y el expresidente tuvo que contentarse con aparecer en Barcelona, como si de un ilusionista se tratara, el día de la investidura del socialista y huir nada más terminar su alocución para que no le detuvieran.

Illa es consciente de que necesita contentar a Puigdemont, que sigue empeñado en ser el gran rostro visible del independentismo, al que no está dispuesto dejar morir. Pero el líder del PSC mide muy bien sus pasos. Su fotografía con Puigdemont le genera importantes costes en el resto de España. Illa sabe que su antecesor no es plato de buen gusto para buena parte del socialismo. En las casas del pueblo de media España se tiene muy mala opinión de Puigdemont.

Por eso, que se viera con él le marca en el futuro del PSOE. Illa está llamado a jugar un papel relevante cuando Pedro Sánchez deje de ser secretario general del PSOE. El líder del PSC es un hombre de la máxima confianza de Sánchez. No por casualidad, fue uno de los selectos invitados en verano a la Residencial Real de La Mareta, donde el jefe del Ejecutivo pasó sus vacaciones, junto con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero –uno de los interlocutores con Puigdemont–.

El presidente del Gobierno necesita moverse al compás de llla, porque la legislatura pasa inevitablemente por Cataluña. Es más, todos los movimientos subterráneos de la política española conducen a Barcelona. Puigdemont convocó ayer en Waterloo a la dirección. La cita, que reunió a la plana mayor del partido, sirvió para analizar la reunión que mantuvo con Illa, así como para analizar la estrategia de los próximos meses.

Se prevé que este otoño sea un punto de inflexión. El propio Puigdemont dijo que sería entonces cuando decidiría si mantiene o no a Sánchez en Moncloa. En verdad, el malestar de Junts con el Gobierno es evidente. Puigdemont considera que Sánchez no está cumpliendo lo pactado y que la legislatura avanza sin dar respuesta a sus principales exigencias.

Para Puigdemont, el Ejecutivo tiene tres compromisos pendientes que resultan ineludibles: garantizar su regreso a Cataluña sin trabas judiciales, consolidar el uso del catalán como lengua oficial en las instituciones europeas y delegar a la Generalitat las competencias en materia de inmigración y control de fronteras. Ninguno de estos tres puntos, a ojos de Junts, está encarrilado de manera satisfactoria.

Desde que Sánchez llegó a Moncloa, el expresidente catalán insiste en que no iba a ser un socio más del PSOE. Waterloo siempre demandó cosas tangibles más allá de los gestos. «Si no hay progresos, se tomarán decisiones estructurales», amenazó hace poco para dejar abierta la puerta a un portazo que dinamite la legislatura. En el Gobierno siguen viendo una quimera una moción de censura.