Podemos
«Kichi» rinde honores en Cádiz al «presidente» Iglesias
El alcalde de Podemos desplaza el retrato del Rey de su despacho y pone a un anarquista
El dominio de la escena y la minuciosidad con la que se articula el mensaje son asombrosos. Todo lo demás, disculparán los entusiastas, es antiquísimo. Viejo como el hilo negro. O más: añejo como el culto a la personalidad y el comunismo de querencias totalitarias que ha implantado Pablo Iglesias en Podemos. El líder populista comenzó ayer en Cádiz una gira por ciudadades gobernadas por las marcas blancas de Podemos que ha denominado «Ruta del Cambio». Su hombre en la Tacita de Plata, el alcalde «Kichi», le preparó un pequeño baño de masas (perdón, de gente) que, francamente, brilló más después de la edición entregada de las televisoras amigas que a pie de calle. Pero es de lo que se trata en la política de hoy, de aparentar.
El secretario general de Podemos comenzaba su agenda con una reunión con los directores de diversos colegios públicos para tratar la necesidad de la puesta en marcha este verano de comedores sociales para escolares de familias sin recursos. La cita era en el Ayuntamiento y «Kichi» fue a recibirlo a la plaza, donde ambos se fundieron en un abrazo entre la ovación de los incondicionales que se concitaron en cifra cercana... a la media docena; el resto, eran cargos gaditanos y nacionales de la formación antisistema cuyas palmas ardían de tanto entusiasmo como ponían en aplaudir. En el despacho consistorial se abrazaron efusivamente pero no ante el Rey sino ante el retrato de Fermín Salvochea que ocupa ahora el lugar que debería tener FelipeVI.
Los asesores sudaron tinta para encontrar a una espontánea que estrechase la mano de «Kichi» delante de las cámaras mientras le instaba a seguir «lushando» y levantar «Cái». Antes del encuentro con los docentes, el regidor e Iglesias se sometieron a una sesión de fotos en la Casa Consistorial junto a los invitados a una boda, padrinos incluidos. El líder de Podemos, que en su primera visita a Andalucía no tuvo otra ocurrencia que aludir al tópico «duende» de la tierra, volvió a tirar de lugar común para recordar que Cádiz fue, durante la Guerra de la Independencia, la «cuna de la libertad».
El mitin que Pablo Iglesias pronunció en la plaza de San Antonio estaba ya enmarcado en el objetivo general de su periplo, a mitad de camino entre la celebración por los resultados en las municipales y la campaña para las generales que ya se perciben en lontananza. La primera referencia fue a la polémica de la bandera de la plaza de Sevilla, un cable al alcalde de un líder nacional que instó a «defender la patria». Pero la patria «no son pulseras, ni símbolos. Aquellos que traicionan a la patria son los que privatizan hospitales y escuelas públicas o tienen cuentas bancarias en Suiza y Andorra».
La estrategia de Pablo Iglesias está clara: presenta las elecciones como un plebiscito entre él y Mariano Rajoy, lo que se traduce en un ninguneo llamativo del PSOE. Según el líder populista, el presidente del Gobierno «ha cambiado muy poquitas cosas para que todo siga igual» e ironizó al decir que «sólo le hace falta hacerse un lifting y aparece Albert Rivera».
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