El desafío independentista

La «batasunización» de Artur Mas

Tapa el retrato del Rey y desprecia su discurso al decir que no lo ha visto. El presidente de la Generalitat adopta en su investidura los mismos desplantes que emplea la izquierda abertzale para menospreciar al Monarca

El tono radical de la toma de posesión de Mas, se manifestó con la ocultación del retrato de Su Majestad el Rey, que fue cubierto con una tupida cortina
El tono radical de la toma de posesión de Mas, se manifestó con la ocultación del retrato de Su Majestad el Rey, que fue cubierto con una tupida cortinalarazon

Desde que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, puso rumbo al Estado propio, el líder de CiU ha medido al milímetro la escenografía de sus actos y ha comenzado a «batasunizarse». Sigue la estela marcada por la izquierda abertzale en el País Vasco, y ha adoptado los mismos desplantes que emplean los más radicales para desairar a la Corona. Ya en septiembre, Mas evitó hacerse una fotografía protocolaria al lado del Monarca y ayer, mostró de nuevo su desprecio al asegurar que no había escuchado el discurso institucional del Rey. El presidente de la Generalitat se escudó en que no lo pudo seguir en directo porque tenía «un trabajo prioritario»: pensar durante toda la tarde del lunes en la composición de su nuevo Gobierno. Aunque también lo podía haber visto en internet... Pero prefirió no hacerlo.

Mas fue especialmente cuidadoso a la hora de comparecer el lunes en su toma de posesión como president. Dio un paso más para alejarse de los símbolos españoles y, como por arte de magia, el retrato del Rey que preside el Salón Sant Jordi del Palau de la Generalitat –donde se celebró el solemne acto– despareció. Los servicios de protocolo colocaron una extensa cortina negra para tapar una buena parte de la pared donde está colgada la pintura de Don Juan Carlos, pero quisieron restar polémica y aseguraron que ya se había hecho esta misma práctica en otras ocasiones. Ayer Mas lanzaba balones fuera y aseguraba que «no había ninguna intención» de tapar el cuadro atribuyendo la responsabilidad a la organización, y a los responsables de protocolo de la Generalitat encargados de tapar la pared que el propio presidente tenía detrás. «No hay que buscar ningún tipo de lectura; se pretendía hacer un acto sobrio, austero y digno».

En su discurso, Mas, al igual que exige la izquierda abertzale en el País Vasco, se impuso como misión un cambio en el rumbo de la historia de Cataluña, aunque reconoció que no se puede hacer de golpe. Repitió la misma fórmula que hace dos años, prometiendo, pero en aquella ocasión lo hacía con el retrato de Don Juan Carlos detrás de él, y a su derecha se encontraba Manuel Chaves, ministro de Administraciones Públicas. Esta vez, para reafirmar su desprecio a todo lo que represente algún símbolo español, el retrato estaba cubierto y el ministro Cristóbal Montoro fue ubicado entre el público, además de ser recibido con abucheos.

Durante su discurso, también mostró su aproximación a los matices que emplea la izquierda radical. Tras la pregunta de la presidenta del Parlament: «¿Prometéis por vuestra conciencia y por vuestro honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo de president de la Generalitat con fidelidad al Rey, a la Constitución, al Estatut de Autonomía y a las instituciones nacionales de Cataluña?», Mas respondió: «Sí, lo prometo con plena fidelidad al pueblo catalán», reafirmando así que para él no hay norma constitucional ni más autoridad que la del pueblo catalán, al igual que hacen los batasunos, que tampoco los reconocen. Además fue muy cuidadoso a la hora de escoger las banderas que presidieron su toma de posesión: la catalana y la europea, cuando años anteriores utilizaba solamente la senyera.

Adicto a las metáforas marineras, Artur Mas recurrió a ellas en su toma de posesión para describir cómo se imagina el mandato a bordo de la embarcación de la Generalitat teniendo en cuenta que Mariano Rajoy está al timón del Gobierno. «Son dos barcos que, con el rumbo que llevan van a la colisión. Es un riesgo. Hay que intentar que quien los comanda evite la colisión porque no es buena para nadie», advirtió Mas. El líder nacionalista, esclavo de un pacto con ERC que le compromete a convocar una consulta de autodeterminación antes de que acabe 2014, se propone seguir su hoja de ruta hacia el Estado propio y reclama al Gobierno que no torpedee su recorrido porque hacerlo, dijo, sería «poner rejas a lo que es expresión de la voluntad de un pueblo». «Cataluña tiene una historia milenaria, no nace de la Constitución ni de una derivada estatutaria», sostuvo Mas, empeñado en desbordar durante esta legislatura ambos marcos legales para que los catalanes «puedan decidir su futuro».

Para hacerlo, el presidente de la Generalitat va a contar con el apoyo de ERC o al menos por el momento. Su decisiva influencia en la Generalitat provoca muchos recelos entre los grandes empresarios catalanes y también en los partidos estatales, que no desean una legislatura trabada constantemente por los desafíos soberanistas.