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Granada

La célula del 11-M quería destruir la tumba de los Reyes Católicos en Granada

La célula del 11-M quería destruir la tumba de los Reyes Católicos en Granada
La célula del 11-M quería destruir la tumba de los Reyes Católicos en Granadalarazon

No lo consignaron nunca en los informes remitidos a la Justicia porque no tenían pruebas fehacientes y a los implicados no se les podía tomar declaración, ya que se habían suicidado en Leganés. Pero los investigadores de la Policía sospecharon que el alquiler de una vivienda en la localidad de Albolote, próxima a Granada, por integrantes de la Célula del 11-M respondía a las intenciones de los terroristas de cometer otro gran atentado en dicha ciudad.

Los trabajos de Inteligencia que realizaron dichos investigadores ofrecían pocas dudas sobre el objetivo que querían atacar los islamistas: la catedral de Granada, en la que se encuentra la tumba de los Reyes Católicos que, a la postre, fueron los que remataron la Reconquista de España y el fin de Al Ándalus.

Según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto, tras los atentados contra los trenes en Madrid el 11-M, y el intento de volar el AVE, a su paso por el término toledano de Mocejón (en ese lugar el convoy, en el que viajaban unas 200 personas, va a gran velocidad y, de haberse consumados los planes de los terroristas, hubiera quedado materialmente desintegrado) la célula no pensaba inmolarse todavía.

Se trataba de un grupo, del que ya existían precedentes en el terrorismo islamista, que perpetran tres o cuatro atentados antes de que sus miembros se suiciden. Prueba de ello es que, cuando fueron localizados en Leganés, quedó demostrado que tenían suficientes explosivos para perpetrar nuevas acciones criminales. El siguiente paso de la célula o, al menos parte de ella, era, según las mismas fuentes, abandonar Madrid, para despistar a las Fuerzas de Seguridad y preparar lo que iba a ser el tercer gran golpe. Trataba de ser el más significativo desde el punto de vista simbólico e histórico, ya que suponía atacar a la vez a la Iglesia Católica y a la tumba de los que lograron la conquista de Granada y, con ello, la expulsión definitiva de los invasores.

Los agentes discutieron largo y tendido sobre el asunto y albergaban pocas dudas. Otra cosa era ponerlo negro sobre blanco en un papel e incluirlo en las diligencias que se entregaron en la Audiencia Nacional y que sirvieron de base para que los terroristas islamistas que no se suicidaron pudieran ser sometidos a juicio y, en su caso, condenados o absueltos.

El alquiler de la vivienda se inició cuando Jamal Ahmidan, «El Chino», se puso en contacto telefónico (utilizando el número 652286979) con el propietario de la inmobiliaria Granahidal, Antolín Hidalgo Jiménez, para decirle que querían una casa en los alrededores de la capital, en concreto en Cenes de la Vega, «porque querían esquiar en Sierra Nevada». Al final, la vivienda disponible estaba en Albolote.

A continuación viajaron a Granada, el 5 de marzo, los miembros del «comando» Abdenabi Kounjaa y Rachid Oulad Akcha, con el fin de firmar el contrato de la vivienda de Albolote.

Al ser preguntado por la Policía, el propietario de la inmobiliaria señaló que se presentaron en las oficinas dos individuos: uno que no llevaba barba, y otro que sí la tenía y que se quedó en el exterior. El mismo día 5 quedaron para ver la vivienda. Los terroristas viajaban a bordo de un Peugeot azul detrás del coche del que iba a realizar el alquiler, cuyo precio fue fijado en 600 euros al mes, más 200 de fianza.

Al día siguiente, quedó formalizado el contrato a nombre del que tenía barba y que se hacía llamar, según su pasaporte, Mohamed Ali, cuando en realidad era Abndenabi Kounjaa (su fotografía aparecía en el documento). El otro islamista, Rachid Oulad Akcha, figuraba como fiador y no aportó ningún tipo de documento de identidad. Adujo que en ese momento no los llevaba encima. Dijo llamarse Ismael Ahmed Anuar. Ambos facilitaron el teléfono de «El Chino», uno de los 30 comprados a Jawal Mundo Telecom.

Los terroristas ya contaban con una base en los alrededores de Granada. Como señalan los expertos, no tenía sentido que hubieran dado este paso si no era para cometer un nuevo atentado, porque si lo que buscaban era un lugar para esconderse o pasar inadvertidos, había otros muchos sitios, en grandes poblaciones, en las que podían pasar inadvertidos.

Al mostrarle las fotografías de los terroristas, el propietario de la inmobiliaria reconoció sin ningún género de dudas a Abdenabi Kounjaa como el individuo de la barba y, no con tanta seguridad, a Rachid Oulad Akcha como el que no tenía barba. El análisis pericial permitió acreditar que quien había formado el contrato era este último.

¿Cómo llegó la Policía hasta el piso de Albolote? Gracias al cruce de llamadas tras el análisis de las tarjetas telefónicas utilizadas por los terroristas, entre las que figuraba la realizada a la agencia inmobiliaria.

En el registro de la casa de Albolote, situada en la calle Hornillo, se encontraron las huellas de Asrih Rifaat Anouar en un azulejo del baño; y la de Jamal Ahmidan, «El Chino», en un vaso de la cocina. Estos individuos también se suicidaron en Leganés. En una sábana fue hallado el perfil genético de ambos.

Es decir, subrayan las mismas fuentes, que cuatro de los integrantes del «núcleo duro» de la célula del 11-M participaron en el alquiler o estuvieron en la vivienda de Albolote, lo que da idea de la importancia que daban a este lugar como futura base de operaciones.