Política

Elecciones

La división de la derecha «regala» escaños a Sánchez

En 28 provincias Vox no lograría diputados por el reparto electoral pero sí restaría al PP lo que beneficia a la izquierda y los soberanistas.

Durante su visita a Zaragoza, el líder del PP, Pablo Casado, cocinó junto al chef Iván Acedo en su restaurante
Durante su visita a Zaragoza, el líder del PP, Pablo Casado, cocinó junto al chef Iván Acedo en su restaurantelarazon

En 28 provincias Vox no lograría diputados por el reparto electoral pero sí restaría al PP lo que beneficia a la izquierda y los soberanistas.

La dirección del PP mueve ficha para intentar movilizar al electorado del centroderecha bajo la consigna de que sólo el voto a sus siglas puede garantizar una alternativa de gobierno a Pedro Sánchez. En Génova sostienen que según sus datos la suma de PP, Ciudadanos y Vox aún no tiene la mayoría. Pero pueden conseguirla, añaden, si se limita la fractura del voto en un sistema que hace que de acuerdo con la Ley d’Hondt haya casi una treintena de provincias en las que aquellos partidos que no consigan más del 15 por ciento de papeletas no tendrán escaño. Más de un centenar de escaños en el aire.

Esa barrera no la alcanza Vox a día de hoy en muchos sitios y Ciudadanos, por su parte, la bordea, según los estudios demoscópicos del momento.

Esta realidad implica que votos que vayan a alguna de las marcas del centroderecha pueden servir para reforzar al PSOE, a Podemos, a Bildu o al independentismo. En Álava, caso simbólico, se reparten un total de cuatro escaños, y podría ocurrir que la fragmentación haga que el PP se quede sin representación y el reparto de votos entre PP, Ciudadanos y Vox ayude a que el escaño en liza se lo lleve Podemos o Bildu.

En el diseño estratégico de esta campaña sobrevenida el PP ha empezado a valorar que el «pacto de Andalucía» puede convertirse en un arma en contra, aunque en un primer momento sirviese para dar oxígeno al partido frente a la incertidumbre por las autonómicas y municipales de mayo. Para esas fechas todavía no estaban convocadas las elecciones generales de abril. Ahora el PP teme que el pacto andaluz ayude a movilizar a la izquierda y a fracturar el voto del centro derecha bajo la «falsa sensación» de que se vote a quien se vote la suma tiene asegurada La Moncloa. Ni está asegurada esa mayoría ni es cierto que dé igual que los votos estén concentrados o repartidos entre tres.

Ante esta coyuntura, el PP ha puesto en marcha una ofensiva para intentar concienciar a su electorado sobre la importancia del voto útil. A nivel nacional y también en aquellas provincias donde hay más riesgo de que la división les reste representación en el Congreso. La consigna es que solo Pablo Casado es alternativa de gobierno a Pedro Sánchez. Ciudadanos, «en el mejor de los casos, puede ser partido costalero de un Gobierno del PP porque ya no hay ninguna encuesta que reconozca a Albert Rivera opciones para ser partido de gobierno». Y lo mismo ocurre con Vox, puntualizan.

Además, al PP le preocupa el cordón sanitario que Cs ha marcado sobre el PSOE. Por un lado, no se lo creen; por otro, creen que moviliza el voto de izquierdas y puede hacer que la formación naranja caiga tanto como para frustrar la suma de las derechas. A Vox, sin embargo, Génova le reconoce que todavía está en un momento «dulce».

En Zaragoza, Casado se salió ayer del discurso que hasta ahora ha seguido en campaña para exigir a Vox que no se presente en las provincias que reparten menos de seis escaños porque es muy difícil que salga y es quitarle votos a la alternativa a Sánchez. A su juicio, no merece la pena votar a Vox en estas provincias porque necesitaría más del 15 por ciento de las papeletas para lograr un diputado. En su acto de campaña el líder de los populares se preguntó «si merece la pena dividir el voto para que algunos escaños de centro derecha acaben convirtiéndose en escaños para Podemos y el PSOE».

Las tablas con las que trabaja el PP y que han encendido las alarmas de Génova señalan que hoy el número de votos que sumaría el PP y Vox sería muy similar al que obtuvo el PP en solitario en 2016. Pero la fragmentación del voto haría perder a la suma de esos partidos, y se puede ampliar el ejercicio a Ciudadanos, con más votos que en 2015 podría tener bastantes escaños menos. Solo en las provincias que reparten 8 o más escaños se puede garantizar que el voto se distribuya de manera proporcional y que el voto emitido no se pierda.

La ley D´Hondt se aplica en cada provincia. Para repartir los escaños de esa provincia divide el número de escaños de cada partido por uno, por dos, por tres... Ordena el resultado de esas divisiones de mayor a menor y asigna los diputados según esa ordenación aritmética. Es decir, el primer escaño lo obtiene el partido más votado. El segundo escaño, o el segundo más votado o el primero, si duplica en votos al segundo. En la práctica, esto supone que en las provincias que reparten pocos escaños sea necesario superar, como mínimo, ese 15 por ciento de los votos para conseguir un diputado. Las provincias que, como consecuencia de su reducida población, reparten un número de escaños que oscila entre 2 y 5 son: Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Huelva, Jaén, León, Navarra y Valladolid, 5; Álava, Albacete, Burgos, Cáceres, Lérida, Lugo, Orense, La Rioja y Salamanca, 4; Ávila, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Palencia, Segovia, Teruel y Zamora, 3; Soria, 2; y Ceuta y Melilla, 1.

«Para evitar que Pedro Sánchez vuelva a ser presidente es necesario pensar bien el voto y concentrarlo en aquellas opciones, dentro de las preferencias personales, que tengan opciones reales de obtener escaños», señala el nuevo argumentario de campaña del PP.