El desafío independentista

La irrupción de Podemos y la querella marcan el adelanto electoral de Mas

El presidente baraja anunciar el martes la celebración de comicios en Cataluña para febrero o marzo

Muy crecido, deshojando la margarita electoral y completamente hermético. Así ven al presidente de La Generalitat sus colaboradores cercanos y todos cuantos han estado cerca de él estos días.

Muy crecido, deshojando la margarita electoral y completamente hermético. Así ven al presidente de La Generalitat sus colaboradores cercanos y todos cuantos han estado cerca de él estos días. «Mas no habla ni con su sombra», asegura un conseller del Gobierno catalán, para describir la incógnita actual sobre los planes del presidente. La pasada semana, Mas cenó con la cúpula de Convergencia, el «núcleo duro» integrado por Josep Rull, Jordi Turull y Josep Lluis Corominas, y varios de sus consejeros cercanos. Según algunos de los asistentes, le encontraron «con mucho aire», tras el 9-N y la presentación de la querella judicial. A pesar de la insistencia, no concretó sus intenciones y se limitó a reafirmar el proceso soberanista. Sobre unas elecciones anticipadas, pronunció una lacónica frase: «No os preocupéis, os daré una salida airosa».

Tal como desveló este periódico, Artur Mas baraja la idea de convocar unos comicios plebiscitarios entre el 10 y 17 de diciembre, para acudir a las urnas en los primeros días del mes de febrero. Según fuentes del Govern y CDC, dos temas hacen meditar su decisión: la querella de la Fiscalía y las últimas encuestas, que otorgan una irrupción ascendente de Podemos. Dirigentes políticos catalanes observan un creciente voto de la izquierda, favorecido por la crisis económica, el descontento social y la corrupción. Este llamado «voto del hastío», en palabras de altos dirigente de CiU, se estaría aglutinando en torno a la formación de Pablo Iglesias, el Guanyem de Ada Colau, Iniciativa por Cataluña e, incluso, la NeCat de Ernest Maragall, donde ahora recalan los críticos del PSC, como Marian Geli, Toni Castells o Joan Ignasi Elena. En definitiva, el populismo «aplastaría» al soberanismo, añaden las mismas fuentes.

Las últimas encuestas conocidas, y también las internas que tiene Convergencia, otorgan a Mas y su partido un repunte al capitalizar el 9-N y desplazar, aunque por la mínima, a Esquerra Republicana. Pero el partido de Pablo Iglesias se sitúa en tercer lugar, en un empate técnico con Ciudadanos, de Albert Rivera. Es precisamente este avance de la izquierda populista lo que aconseja a Mas adelantar las elecciones. «La presión de su entorno es muy fuerte», aseguran las fuentes consultadas. En este cerco para un adelanto electoral se ubican el núcleo duro convergente y, sobre todo, los alcaldes de CiU que ven peligrar su futuro. «President, cuanto antes mejor», le han dicho varios ediles con todavía poder municipal, pero que atisban un batacazo si se espera al próximo mes de mayo.

Hasta ahora, el soberanismo ha capitalizado el descontento social, pero el debate entre derecha-izquierda empieza a ser muy pujante en Cataluña y el trasvase de votos crece. Ello inquieta también a Oriol Junqueras y ERC, en cuyo seno aflora ya un movimiento muy crítico por el apoyo a Mas. Similar actitud existe en la Asamblea Nacional de Cataluña, donde se integran muchos cuadros de izquierdas opuestos a la política de Artur Mas, a quien consideran «un político de derechas».

De aquí la insistencia de Junqueras y Carme Forcadell para adelantar las elecciones. En la última y tensa reunión mantenida por ambos, el líder de Esquerra se lo dijo bien claro al presidente catalán: «Ahora mejor que en año y medio». Idéntico mensaje al que le trasmitieron «las catalinas» de ANC y Omnium Cultural, Carme Forcadell y Muriel Casals.

Los partidarios de agotar la Legislatura, con el apoyo del PSC, ven esta posibilidad casi imposible. En este sector siguen el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, y buena parte del empresariado catalán. «Mas no manda en su partido», advierten algunos empresarios al definir cómo el presidente se pliega a los designios de la actual dirección convergente.

«Un desastre»

El secretario general, Josep Rull, ha sido contundente: no habrá pacto con el PSC porque la hoja de ruta es la independencia. Algo que frustra las últimas esperanzas de Duran, volcado este fin de semana en la presentación de su plataforma de centro político y de destacados financieros de Cataluña. «Pasamos de la independencia a la izquierda radical, un desastre», lamentan muchos de ellos con evidente resignación.

Sin embargo, los planes de Artur Mas para adelantar los comicios a febrero chocan con su futuro judicial. Si la querella de la Fiscalía es admitida a trámite por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, con los delitos imputados, podría verse en un proceso de inhabilitación, lo que le impediría ser candidato. Por el contrario, si la querella es rechazada y el TSJC decide archivarla, Mas saldría extraordinariamente reforzado. «Sería un héroe total y para el Gobierno de Rajoy una catástrofe», admiten todos los círculos políticos y económicos. Precisamente la querella de la Fiscalía ha concitado una oleada de apoyos políticos al presidente de la Generalitat, incluidos los de Duran y el PSC, que ven ahora cómo este acoso judicial entorpece cualquier diálogo con Madrid y beneficia claramente a Artur Mas.

A día de hoy, nadie se atreve a ofrecer un pronóstico sobre el futuro de la querella. Según fuentes jurídicas, la composición del TSJC es heterogénea, pero con una mayoría de jueces progresistas. En este sector se sitúa el propio presidente del Tribunal, Miguel Ángel Gimeno, un hombre que siempre ha expresado su rechazo a judicializar el conflicto. Del resto de los magistrados, María Eugenia Alegret y José Francisco Valls, pertenecen a la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura. Los otros tres, Joan Manuel Abril, Enric Anglada y Carlos Ramos, son progresistas. Aunque hay matices importantes: Anglada fue instructor de los casos Banca Catalana e ITV, y Ramos actuó contra el ex juez acusado de prevaricación Luis Pascual Estevill, todos ellos altamente lesivos para la etapa «pujolista» de Convergencia.

Así las cosas, la próxima semana Cataluña sigue siendo la gran protagonista. El lunes, la cúpula del PSC estará en Madrid para arropar a su alcaldable a Barcelona, Jaume Collboni, que será presentado por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Al día siguiente, Artur Mas interviene en Barcelona en el Forum de las Culturas, en un acto multitudinario donde se espera la asistencia de dos mil personas de la sociedad civil catalana. Y el fin de semana, Mariano Rajoy acude a una cumbre del PP en la Ciudad Condal, para la que Génova ha echado el resto con presencia de todos los «barones» regionales del partido. En Moncloa quieren impulsar una campaña de «solidaridad» hacia Cataluña, no excluyente y bajo el imperio de la Ley.

La expectación es máxima ante el próximo martes día 25, cuando Artur Mas podría desvelar sus planes y confirmar un adelanto electoral. Pero, por el momento, nadie aventura un anuncio definitivo, toda vez que el ambiente político y judicial está muy enrarecido. En lo que sí hay coincidencia es en que Mas agotará al máximo los tiempos y que el mensaje separatista empieza a desinflarse. En este sentido, dirigentes de varios partidos catalanes son unánimes: «El sector soberanista está preocupado, la independencia deja paso al debate social».