Elecciones andaluzas
La joven veterana que se reinventa (otra vez)
En las últimas semanas de «campaña institucional» Díaz ha visitado 29 pueblos, 25 de signo socialista
En las últimas semanas de «campaña institucional» Díaz ha visitado 29 pueblos, 25 de signo socialista.
En la foto de su despacho, que acompañaba en Twitter al anuncio de elecciones, se podía ver una fotografía de una audiencia con el Rey Felipe; otra de su hijo junto a un eslogan del PSOE; también del partido y de su familia. También las banderas de España y Andalucía. Podría haber perfectamente alguna estampa de Semana Santa –la Esperanza de Triana– o de la Virgen del Rocío, preferentemente, aunque el márketing electoral no lo enfoca en este caso. Se trata de un compendio de lo que proyecta. Bética y por extensión currista, Susana Díaz (Sevilla, 1974), tras la experiencia de 2015 y la estudiada ruptura con IU en el Gobierno, ha perfeccionado en este tiempo las formas y el fondo –reponiéndose en este tiempo de un batacazo que hasta ahora marcaba sus aspiraciones, como fue perder la Secretaría General del partido ante Pedro Sánchez–, lo que engloba un mayor temple a la hora de manejar una de las máximas del «Faraón de Camas»: «Lo más difícil cuando se tiene hambre es comer despacio». La presidenta de la Junta anunció ayer su decisión de adelantar las elecciones. Como declarada fan de Sabina –al que hizo hijo predilecto–, Susana Díaz puede alegar aquello de «Sobran los motivos». Igual que «para decir “Con Dios”» a Pedro Sánchez, cuyo tirón inicial se va desinflando e, incluso, se piensa que puede llegar a restar votos en la comunidad y la inseguridad de repetir mandato. En las últimas semanas, de oficiosa campaña institucional, Susana Díaz ha visitado 29 pueblos, 25 de signo socialista. «Yo he ganado en 9 de cada 10 pueblos de Andalucía», proclamó para justificarse. Hija mayor de un fontanero del Ayuntamiento de Sevilla y de una costurera de Triana, Díaz tardó una década en terminar la carrera de Derecho, como le recordó la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, en el último Pleno. Los puentes con el sector podemita e IU están rotos. Al margen de la nula relación personal, Susana Díaz, a diferencia de Pedro Sánchez, siempre ha visto con recelo a la formación morada. Trianera de cuna, aún vive en el barrio León, en una casa de tres alturas acorazada como un búnker. Casada con José María Moriche –es célebre su frase en la comisión de investigación de la formación: «Estoy casada con un tieso»–y con un hijo, gestado en la anterior campaña electoral.
Mujer de aparato, con 17 años ingresó en las Juventudes Socialistas. En las elecciones de 1999 fue elegida concejal en el mandato de Alfredo Sánchez Monteseirín. De entonces vienen sus diferencias con el hombre de Pedro Sánchez en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, enemigos «íntimos» aunque fue éste quien la reclutó para las Juventudes Socialistas en vista de su poder de convocatoria en la Universidad. Hasta su derrota en las pasadas primarias socialistas, se decía que Susana Díaz «siempre gana» o, más bien, «siempre hereda», de ahí su intento de ser elegida por aclamación en el PSOE en distintas ocasiones. Pedro Sánchez rompió esta máxima y Díaz se autoconfinó a los cuarteles meridionales, a la espera, dicen, de una nueva oportunidad que espera con el temple «currista». Con más de cuarenta minutos sobre las 18:00, apareció ayer vestida de verde, ya en clave electoral. En su última entrevista televisada iba de naranja. A los 43 minutos sobre las 18:00 subió un tuit apelando a «la estabilidad y un horizonte despejado», a los 44, ante los medios, Susana Díaz dio el pistoletazo de salida hacia lo que pueden ser 40 años de gobierno del PSOE en Andalucía. «Estoy feliz como presidenta de Andalucía y quiero lo mejor para mi tierra», dijo sobre su derrota en las primarias socialistas. «Aspiraba a llegar a los últimos días de legislatura. Hablamos de tres meses arriba o abajo y la garantía de que Andalucía no va a perder tres meses más». En primera fila, el asesor Máximo Díaz-Cano, Juan Carlos Blanco, Jiménez Barrios, Ramírez de Arellano y Miguel Ángel Vázquez. Todos los hombres de la presidenta.
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