El desafío independentista
La Ley frente a la grey
Para algunos tarde y mal, para otros a destiempo y deshora, pero pocos dudan de que ayer Mariano Rajoy ofreció un discurso que hacía tiempo se le venía reclamando como presidente. Inició su intervención bajo el envoltorio formal jurídico que acreditaba su defensa frente a la consulta. El contenido legal como respuesta ante una propuesta ilegal. Las tres palabras más usadas fueran: Constitución, Ley y Gobierno. La Ley (Estado de Derecho) para frenar a la grey (nacionalista), el poder estatal para garantizar los derechos de todos y la cúspide del ordenamiento jurídico como marco de convivencia y aplicación. La coherencia como modo de presentar sus planteamientos («siempre dijimos...»), la contundencia para reafirmar el papel de cada institución y el lugar en el que recae la soberanía («la CE y el primero de sus artículos») y la cintura para reconocer que la Constitución se puede tocar en el fondo (la letra, que no el espíritu), pero que debe ajustarse a las formas.
La firmeza de unas palabras se mide por la consecuencia de los hechos posteriores. La legitimidad de un gobernante se dirime en la tarima de la credibilidad factual. Cuando de la defensa del Estado de Derecho se ausentan sus legítimos valedores, la democracia se convierte en sombrero de chistera, llena de trucos, artificios y mentiras retóricas. Por eso la apelación a la Ley en modo anáfora: «La Ley no es un corsé, es garantía de igualdad, de derechos...». En tiempos de desafección, la directa claridad se convierte en el primer recurso del político. La insumisión exige respuestas breves, concretas, sin eufemismos. El respeto se gana con actuaciones, la voluntad con declaraciones firmes.
*Director de La Fábrica de Discursos
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