Suiza

La mujer de Bárcenas: «Jamás he cuestionado documentos que requieran mi firma»

Rosalía Iglesias declara que ella sólo era consciente de ser titular de una única cuenta que era la que manejaba para los gastos del día a día de la familia

Rosalía Iglesias, esposa del extesorero del PP Luis Bárcenas, a su llegada a la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares (Madrid)
Rosalía Iglesias, esposa del extesorero del PP Luis Bárcenas, a su llegada a la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares (Madrid)larazon

"No soy tonta", ha dicho la esposa de Luis Bárcenas, Rosalía Iglesias, ante el tribunal de Gürtel para añadir que "jamás"pone "en cuestión"las decisiones de su marido en materia económica, y que si le daba documentos para firmar no dudaba en rubricarlos aún sin saber en qué consistían.

La declaración de ayer de Rosalía Iglesias en el juicio del «caso Gürtel» respondió al milímetro a la imagen que de ella dio su marido, Luis Bárcenas, en sus 16 horas ante el tribunal. La esposa del ex tesorero del PP –que únicamente contestó a las preguntas de su abogada, Marta Giménez-Cassina– apuntaló durante 50 minutos su supuesto desconocimiento de los negocios de su marido sobre un eje principal, ya suficientemente trillado en situaciones en las que ambos cónyuges se sientan en el banquillo: la confianza ciega que tenía en su esposo, que le llevaba a firmar donde le decía e, incluso, a autorizarle a falsificar su rúbrica en las declaraciones sobre la renta (los ya célebres «garabatos» de Bárcenas).

Con esa confianza en su esposo «total y absoluta» y a prueba de imputaciones –«ni en los momentos más duros de estos ocho años la he perdido–, Iglesias afirmó desconocer que su marido tuviese cuentas en Suiza incluso que en una de ellas figurase como titular. «Sabía que había otras cuentas, pero no si estaban a mi nombre o a nombre de los dos. Nunca me preocupé de saber», aseguró sin inmutarse. Le acompañó cinco o seis veces a bancos suizos, pero entraba por el garaje y le esperaba en una salita.

Y es que ella –dejó claro desde un principio– no participaba «en la gestión del patrimonio ni en la elaboración de las declaraciones de la renta». Su formación, precisó a preguntas de su letrada, se lo impedía. «Hice secretariado y cursos de historia del arte y de restauración de muebles» –recordó– antes de entrar a trabajar en AP en 1983 como secretaria de Jorge Verstrynge, para ejercer posteriormente como comercial «durante un corto periodo de tiempo en una empresa de carga y descarga aérea». Pero a la restauración, añadió, sólo le dedicó «un tiempo relativo, para poder llevar mi vida como a mí me gustaba junto a mi marido y llevando mi casa». Era, dijo, un mero «hobby».

Perseverando en ese pertinaz desconocimiento de las ocupaciones de su esposo, aseguró que no sabía «en qué consistían las funciones de tesorero» que desarrolló durante un año en el PP y que no tenía noticias de la existencia de una «contabilidad extracontable» en el partido. «Mi marido conmigo nunca ha hablado de temas de trabajo», aseguró por si a alguien no le había quedado claro todavía.

Correa, subrayó, jamás estuvo en su casa y tampoco les pagó viajes. Ella, según confesó, jamás ha puesto un pie en una agencia de viajes, «ni para sacar unos billetes». Era, también, tarea de Bárcenas.

Iglesias aseguró al tribunal que sólo manejó una cuenta bancaria para «gastos de la casa», aunque jamás hizo un ingreso. «No soy tonta –se reivindicó–, pero si mi marido me dice que hay unos documentos que firmar, y gestiona mi cartera de valores, no me voy a poner a mirar...».

«Sé que puede parecer una estupidez –dijo como corolario–, pero todo lo que hace mi marido me parece bien».