Lucha contra ETA
La Policía investiga la presencia del etarra Plazaola en Irlanda
Tres meses después de su huida, su paradero apunta a Irlanda del Norte
El paradero de Alberto Plazaola, que el pasado 12 de marzo logró eludir la acción de la Justicia que había decretado su reingreso en prisión, sigue siendo una incógnita para expertos antiterroristas consultados por LA RAZÓN. Dado el tiempo transcurrido, trabajan con varias hipótesis, desde que esté escondido en el País Vasco, incluso en su pueblo, Oñate; o, como parece más probable, que haya logrado escapar a algún país europeo, entre los que Irlanda del Norte sería el más ventajoso para sus intenciones de mantenerse en la clandestinidad y, posteriormente, dar el «salto» a algún lugar de Iberoamérica. Lo que está claro es que, una vez tomada la decisión de que no se iba a entregar a las Fuerzas de Seguridad para que le llevaran de nuevo a la cárcel, tuvo tiempo suficiente, tras la detención de Santiago Arróspide Sarasola, «Santi Potros», de preparar un plan de fuga y reunir el dinero y los contactos necesarios para ponerlo en marcha.
Los etarras que, como Plazaola, salen de la cárcel, aunque sigan formalmente vinculados a la banda, no disponen, salvo contados casos, de apoyos económicos para mantenerse en la clandestinidad. A lo sumo, podrían acceder a alguna documentación falsa porque el «subaparato» que se encarga de elaborar tarjetas de identidad, pasaportes, etcétera, sigue plenamente operativo. En definitiva, el mensaje que los cabecillas han enviado a los «refugiados» es que cada uno se tiene que buscar la vida con medios propios. En los últimos tiempos se han producido varios hechos significativos que avalan esta situación. «Santi Potros» confesó, en una conversación con los agentes que le detuvieron, que, a su edad no se sentía con fuerzas de «pasar de nuevo a la clandestinidad». La posibilidad la tenía, pero el antiguo jefe del llamado «aparato militar» no debió de ver muy claro el futuro, quizás porque conoce, como pocos, los recovecos de la banda.
El caso más llamativo es el del sanguinario pistolero del «comando Madrid», José Ignacio de Juana Chaos que, al verse abandonado y privado de ayuda económica por parte de ETA, no se le ocurrió otra cosa que abrir un local de venta de licores en la localidad turística venezolana de Chichiriviche, donde cualquier persona medianamente informada podía reconocerle. Ni aún así ha logrado que el régimen de Nicolás Maduro le detenga y le meta en un avión camino de la Audiencia Nacional.
Francia, que era el país habitual de «refugio» se ha convertido en un lugar imposible para los etarras, ya que las autoridades galas han movilizado todos sus medios para combatir la amenaza yihadista. Cualquier desplazamiento, si el terrorista está requisitoriado por la Justicia, puede terminar en detención, ya que los controles de carretera, estaciones de ferrocarril y aeropuertos, son exhaustivos; lo mismo ocurre con las viviendas e incluso con las habitaciones alquiladas. Además, la colaboración de los ciudadanos galos con sus Fuerzas de Seguridad es ejemplar y comunican a los agentes cualquier novedad que les pueda resultar sospechosa. Las recientes detenciones de Reta y Goyenechea, del «aparato logístico-militar», son una prueba de ello.
Por este motivo, los cabecillas ordenaron hace bastantes meses la «deslocalización» de los miembros que aún pueden tener algún interés para la organización criminal. Este fenómeno consiste en irse a vivir lejos de Francia pero mantener los contactos con los cabecillas, por si tienen que impartirles algún tipo de consigna. En Bélgica, otro lugar habitual para esconderse, ocurre lo mismo. Alemania, donde, tal y como adelantó LA RAZÓN, ETA cuenta con varios pisos, está el problema del idioma y en esta nación la vigilancia contra el islamismo radical no es menor. Se han producido detenciones en Italia e Inglaterra, pero lo cierto es que el país en el que los pistoleros de ETA siempre se han encontrado más a gusto es Irlanda del Norte, en el que IRA mantiene fuertes infraestructuras y apoyos logísticos para los «amigos de toda la vida».
Las fuentes consultadas admiten que se trata de la hipótesis más fiable, no sólo en el caso de Plazaola, sino en el de otros etarras, algunos de los cuales mantienen funciones operativas en el organigrama criminal de la banda, como los del «aparato político». Plazaola había salido de la prisión de Texeiro (La Coruña) el pasado 4 de diciembre al decretarlo la Audiencia Nacional, que también ordenó la puesta en libertad de «Santi Potros», en virtud de una doctrina de acumulación de penas dictada por instancias judiciales europeas pero que el Tribunal Supremo de España ha tumbado.
Arróspide fue arrestado de nuevo el pasado 19 de enero en relación con dos atentados cometidos en la década de los ochenta. Desde entonces, era cuestión de tiempo que la Justicia decidiera la vuelta a prisión de Alberto Plazaola, que ha tenido tiempo suficiente de planificar lo que iba a hacer en el futuro y el lugar en el que iba a esconderse.
Recibido como un héroe
El etarra Alberto Plazaola Anduaga fue condenado a 36 años de prisión por dos delitos de asesinato frustrado en relación con la colocación de una bomba en un bar de Eskoriatza, en Guipúzcoa, en 1987. Además fue condenado a otros diez años por un delito de estragos. En diciembre de 2014 fue puesto en libertad por la Audiencia Nacional,tras anularse la doctrina Parot, junto al histórico dirigente de ETA Santiago Arróspide Sarasola, alias «Santi Potros». A su salida de prisión fue recibido por un grupo de personas que impidió que los medios de comunicación se dirigieran a él.
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