Barcelona

La próxima batalla de los okupas: un escrache al dueño del local

Han sido entrenados por anarquistas extranjeros para un conflicto que amenaza con prolongarse en el tiempo.

El líder del PPC, Xavier García Albiol, muestra a la diputada de la CUP Anna Gabriel un cartel con el que responsabiliza al partido antisistema de los disturbios
El líder del PPC, Xavier García Albiol, muestra a la diputada de la CUP Anna Gabriel un cartel con el que responsabiliza al partido antisistema de los disturbioslarazon

Han sido entrenados por anarquistas extranjeros para un conflicto que amenaza con prolongarse en el tiempo.

Los organizadores de los disturbios del barrio de Gràcia tienen previsto para hoy un escrache, concentración que puede ser violenta, en el domicilio de Manuel Bravo Solano, propietario del local donde estaba el «banco expropiado», que fue desalojado por los Mossos d’ Esquadra, tras la denuncia del propietario al dejar de percibir el dinero del alquiler que pagaba el Ayuntamiento de Convergència, unos 5.000 euros al mes.

Expertos que siguen de cerca los incidentes subrayan que se trata de un «salto cualitativo», ya que se trata de echar de la zona a un ciudadano. En la manifestación que se celebró el pasado domingo era visible la pancarta «Manuel Bravo Solano fora del barrio». En esa concentración, en la que se repartieron caretas de Bravo, estaban presentes, entre otros miembros de la CUP, las parlamentarias Anna Gabriel y Eulalia Reguant, así como los concejales Josep Gargante y María José Lecha. La impresión que tienen los expertos es que nos enfrentamos ante un problema que va a tener una cierta duración en el tiempo, ya que, objetivamente, beneficia políticamente a la CUP.

«La CUP está utilizando el conflicto en beneficio propio por lo que se cree que se va a prolongar en el tiempo. Cualquier iniciativa para ofrecerles locales alternativos no será aceptada», agregan. A este respecto, recuerdan los lemas de uno de los movimientos que repiten los que están detrás de los incidentes: «Los okupas deben okupar»; «Los espacios vacíos deben ser expropiados por los colectivos»; «Un desalojo, otra okupación». Salvo que medie alguna intervención muy discreta el problema tendrá una duración tan larga o corta como le interese a sus organizadores. El hecho de que los organizadores de los incidentes la «tomaran» era cuestión de tiempo. Cuando se enteraron de que era el ayuntamiento convergente el que pagaba el alquiler, sacaron carteles en los que llamaban «colega» y otros apelativos burlescos al ex alcalde Trías.

Por otra parte, las investigaciones en marcha han podido obtener datos de que «expertos» anarquistas internacionales han asesorado a los del barrio de Gràcia. También sobre cómo deben actuar y responder ante la Policía. Existen varios colectivos antirepresivos que ofrecen sus servicios de asesoría legal: aportan teléfonos de abogados de confianza y, de forma inmediata, difunden las convocatorias y lugares de concentración. Se trata de grupos perfectamente organizados que utilizan «canales seguros» de comunicación (así los denominan) entre comunidades.

Realizan asambleas reservadas y cerradas a las que suele asistir un miembro de cada comunidad, ateneos, casas okupadas, movimientos anarquistas, libertarios, independentistas, etcétera. Posteriormente, es el activista el que comunica al grupo el resultado de la reunión y, en una nueva asamblea, cada comunidad decide su asistencia y su forma de actuar en el conflicto. Es así, y no de forma espontánea, como se concretan las famosas columnas, que no son más que grupos afines al conflicto de barrios o de poblaciones limítrofes a Barcelona. Una vez iniciado el conflicto, los agentes han detectado que los que practican el vandalismo esconden a lo largo del recorrido ropa alternativa para cambiarse, por si han sido identificados por los agentes antidisturbios, y el material que van a utilizar contra dichos agentes.

Utilizan además la estrategia del «acordeón», entrando y saliendo del foco donde tienen lugar los disturbios.