Elecciones municipales
La reforma electoral que propone el PP llevaría a 30 municipios a una segunda vuelta
La estabilidad primaría frente a un escenario actual con alcaldes con el 15 por ciento de los votos.
La aplicación de la reforma electoral que plantea el PP para primar la mayoría y establecer la doble vuelta no supondría una revolución en el mapa municipal ya que en la mayoría de los ayuntamientos gobierna la lista más votada.
La aplicación de la reforma electoral que plantea el PP para primar la mayoría y establecer la doble vuelta no supondría una revolución en el mapa municipal ya que en la mayoría de los ayuntamientos gobierna la lista más votada. Sí cambiarían de signo algunas alcaldías, pero también tendrían más estabilidad. La radiografía general deja en evidencia cómo se caen por su propio peso algunos de los argumentos a los que apela el PSOE para negarse a hablar sobre esta iniciativa.
En el caso de la hipótesis de la mitad más uno de concejales si la primera fuerza obtiene más del 35 por ciento de los votos y una diferencia con el segundo de al menos 5 puntos, en las últimas elecciones de mayo de 2015 sólo en 20 de las 52 capitales un partido superó el 35 por ciento de los votos, sin contar Ceuta y Melilla, y añadiendo Mérida y Santiago. De ellos, 15 casos fueron para el PP; 3 casos, para el PSOE; 1, para el PNV; y otro, para el BNG. Y en 19 de esos 20 municipios, la primera fuerza le sacó más de 5 puntos a la segunda, con la excepción de Cuenca (PP).
Por tanto, en la mayoría de las capitales de provincia en las que un partido superó ese porcentaje y esa distancia, gobierna ese partido gracias a acuerdos de investidura o de coalición. Sólo en dos de las 19 ciudades en las que un partido ha superado ese porcentaje ha habido pactos que han impedido que gobierne: en Ciudad Real, donde el PP consiguió el 36,54 por ciento de los sufragios y gobierna el PSOE gracias al apoyo de Ganemos; y en Valladolid, donde el PP perdió el poder pese a tener el 35,81 por ciento del respaldo en las urnas ya que los socialistas impulsaron un acuerdo tripartito junto a Sí se Puede y Valladolid Toma la Palabra.
Así, con el resultado de 2015, la medida afectaría a 19 capitales de 52, aunque sólo hubiera modificado la alcaldía de 2 de ellas. En el resto, 33, habría que ir a una segunda vuelta de resultado incierto teniendo en cuenta el criterio que se determinara para acceder a esa segunda vuelta en la negociación parlamentaria.
Si se aplica el otro criterio planteado por el PP como base para iniciar esa negociación, el de la mitad más 1 de concejales si la primera fuerza obtiene más de 10 puntos de distancia con el segundo, en las últimas elecciones municipales de mayo de 2015 sólo en 20 de las 52 capitales un partido superó en 10 puntos al segundo, descontando Ceuta y Melilla, y añadiendo Mérida y Santiago. De esas 20, 13 casos fueron del PP; 3, del PSOE; 1, del PNV; 1, del BNG; 1, UPN; y otro de CiU. En la mayoría de las capitales de provincia en las que un partido superó esa distancia, gobierna esa formación: en 17 de 20. Las tres ciudades en las que una formación superó esa distancia y hubo pactos que impiden que gobierne son: Valladolid, citada anteriormente; Pamplona, donde Bildu tiene la Alcaldía tras un pacto inédito con Geroa Bai (PNV), Aranzadi (Podemos) e Izquierda-Ezquerra (IU), que ha permitido desalojar al candidato más votado y anterior alcalde, Enrique Maya, de UPN; y en Vitoria, donde el único concejal de IU-Equo dio la Alcaldía de la capital vasca al PNV. Sin los socialistas, el PNV necesitaba a EH Bildu, Podemos e IU-Equo para lograr justamente los 14 votos necesarios para desalojar al PP.
Así, aplicando este segundo criterio, y de acuerdo con el resultado de 2015, afectaría a 20 capitales de 52, y 12 de ellas serían las mismas que en la primera opción, aunque sólo hubiera modificado la alcaldía de 3 de ellas. En el resto, 32, había que ir a la segunda vuelta, cuyo resultado dependería del criterio que se estableciese.
Este cambio en la ley electoral que impulsa el Partido Popular no cambiaría el mapa político porque su incidencia es mínima en la modificación de las alcaldías, ya que en la gran mayoría de casos gobierna la lista más votada. Aunque la reforma sí conseguiría que los gobiernos que salgan de las urnas tengan una mayor estabilidad dentro del respeto a la pluralidad política. Acabaría, eso sí, con el hecho de que haya alcaldes que lleguen al poder con poco más del 15 por ciento de los votos en virtud de las alianzas postelectorales.
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