Política

El desafío independentista

La web de Puigdemont sólo logra 26.000 socios del millón que pidió

El ex president asegura sin embargo que ya puede poner en marcha el Consell de la República

El ex president Carles Puigdemont
El ex president Carles Puigdemontlarazon

El ex president asegura sin embargo que ya puede poner en marcha el Consell de la República.

«No es necesario esperar a tener un millón de adhesiones para poner en marcha el Consell de la República», dijo el martes el ex presidente catalán, Carles Puigdemont. Lo decía casi 15 días después de proclamar a bombo y platillo su enésima hoja de ruta que preveía ponerlo en marcha cuando alcanzara la cifra mítica. El Consell de la República abrió una página web en ocho idiomas –los últimos han sido el euskera y el occitano– para que previo pago de 10 euros se tuviera el derecho de adherirse a la voz de la Cataluña independentista en el mundo. O sea, se pretendía alcanzar la cifra de 1 millón de adheridos y la nada despreciable cantidad de 10 millones de euros.

Sin embargo, los números no aconsejan esperar. En este tiempo, la web de Puigdemont y su Crida per Cataluña sólo ha registrado 26.000 adhesiones. Conseguir los 974.000 se antoja una empresa harto complicada, lo que demuestra que «las operaciones diseñadas en un despacho tienen poco que ver con la realidad. En Waterloo viven en una burbuja», afirma un dirigente independentista muy crítico con Puigdemont y su equipo.

La situación es tan patética que desde Junts per Catalunya se ha lanzado un mensaje en las redes sociales que trata de convencer a sus posibles simpatizantes para que suelten unos eurillos y se apunten a esta plataforma. «Todo depende de nosotros. Es la legitimación popular a la presidencia de Puigdemont», se afirma en esta comunicación. La legitimación popular a la presidencia de Puigdemont fue cuestionada ayer desde las filas de ERC: «O quiere ser presidente o quiere ser eurodiputado», dijeron tras las polémicas declaraciones del ex presidente en las que se autoproponía como número dos de Junqueras en las próximas elecciones europeas. Una propuesta que tampoco recibió respaldo. ERC y CUP le cerraron la puerta en las narices.

También se la cierran los adheridos. El texto de las huestes de Puigdemont empieza así: «Amigos, amigas, nos hemos de arremangar», para ampliar las posibilidades «hazlo saber a tus amigos de todos lados: en Cataluña, los derechos civiles y la transformación social no tienen fronteras». Traducido, que se apunte cualquiera, aunque no sea catalán. Después del adoctrinamiento a los convencidos se pasa a cuestiones más prosaicas: «Cuando pensáis que un millón es mucha gente, pensar que con la Guardia Civil pegando fuimos a votar más de dos millones de personas. Para apuntarse no hace falta ni levantarse del sofá».

Y a partir de aquí se riñe al personal. «Si a alguno le escuecen los 10 euros que se han de pagar, que piense que el autocar para ir a las “manis” le ha costado más, y –lo ha pagado– más de una vez». La riña final acaba con «visca la República catalana». «Parece un “remake” del timo del tocomocho; ahora ya le dicen el timo del pelomocho», como es conocido en argot el ex presidente catalán. Los críticos de Puigdemont tienen claro que «con esta web y esta propuesta se pretende, sobre todo, recaudar fondos para sus proyectos mesiánicos».

Puigdemont ha perdido fuelle en las últimas semanas. Con el PDeCAT sus relaciones son más bien tensas. Intenta recuperar la figura de Artur Mas para tapar las vías de agua electorales que se le están presentado. Fracasa en sus intentos de presionar a ERC para formar listas únicas. No consigue encontrar un candidato con garantías para Barcelona y, para colmo, su propuesta de Consell de la República nace con los pies de barro. De hecho, el Consell tuvo un parto complicado. De Consell PER la República, se quedó sólo en Consell DE la República, y sus promotores.