Análisis

El lado más desconocido de la Princesa Leonor: inteligente, impulsiva y muy emocional

Su rostro y sus ojos muestran humanidad, detalle, responsabilidad y prudencia

La princesa Leonor en los Premios Princesa de Asturias de 2023
La princesa Leonor en los Premios Princesa de Asturias de 2023Agencia EFE

En un mundo donde las palabras, la vestimenta y la postura protocolaria ocupan el centro de atención de la mayor parte de las galas, las recepciones y las ceremonias, desde la parte científica de la comunicación no verbal, analizamos a la Princesa Leonor, su personalidad e incluso sus potencialidades.

Para este análisis se han tenido en cuenta un conjunto de disciplinas que analizan tanto sus gestos como su personalidad, todas ellas enmarcadas dentro de la llamada «Comunicación no verbal científica». Las primeras nos ayudan a reconocer el pensamiento subyacente de la Princesa, es decir, cómo se siente y en qué está pensando, y las otras se relacionan las dimensiones y orientación espacial de los elementos de su rostro con su cerebro. Esto es posible ya que contamos con doce pares de nervios craneales que parten de la totalidad del encéfalo y conectan al rostro sin pasar por la médula ósea, como ocurre con el resto de los nervios.

¿Cómo es la Princesa Leonor?

Empezamos por cómo era cuando tenía 12 años. En aquel entonces, su rostro, muy armónico entre sus zonas, ya nos indicaba inteligencia, equilibrio y armonía, ya que su rostro y receptores sensoriales guardaban una relación muy apropiada según nos indica las bases de neurociencia facial. Se puede afirmar que sus capacidades tanto cognitivas como emocionales eran ya altas. Además, se han ido manteniendo hasta la actualidad, salvo por la potenciación de ciertos elementos que claramente son verificables y observables: uno de ellos ha sido un mayor crecimiento de su cerebro emocional, llamado también sistema límbico, el cual corresponde con la zona media de su rostro, que se puede ver más ancho en la actualidad. La pregunta que nos podríamos hacer es si este crecimiento emocional ha sido propiciado por un trabajo propio, externo o por ambos.

De una manera u otra, Leonor imprime cualidades emocionales para la buena toma de decisiones. Sus ojos, no muy grandes y resguardados, indican gusto por el detalle y mirada interior introspectiva, todo ello nos indica que, aunque posee buenas riendas cognitivas, la emocionalidad está muy patente en el proceso de la información.

Equilibrio, humanidad, detalle, prudencia y responsabilidad son las características que definen a la Princesa Leonor. El equilibrio de sus rasgos es un claro indicativo de equilibrio cerebral. La humanidad nos la señala la zona media de su rostro, más ancha y expandida que el resto del mismo. El detalle, como decíamos, lo vemos a través del tamaño y resguardo de sus ojos, y la responsabilidad y prudencia, además de por sus ojos, sobre todo por su frente recta con ausencia de inclinación. Si bien se debe indicar que su zona emocional, la más expansiva, también es algo corta y con escotadura nasal. Los estudios que se han realizado pueden indicar cierta impulsividad en cuanto a los pensamientos y procesos emocionales.

Llegados a este punto del análisis, continuamos el mismo, ya con herramientas de comunicación no verbal, que como se verá más adelante, corroboran tanto la emocionalidad como la parte de impulsividad señaladas anteriormente.

Lo pudimos ver el día de la Fiesta Nacional, durante el besamanos: Leonor, miró asertivamente (emocional) y esgrimió una gran «sonrisa verdadera» hacia sus compañeros de promoción. Actos espontáneos que de alguna manera escapan del protocolo establecido y reflejan fielmente el estilo Borbón, en el que la emocionalidad y la simpatía «del medio metro» en las relaciones humanas son más importantes que el propio protocolo establecido. Esta característica social suele ser innata y aunque se puede llegar a mejorar con entreno, es parte del temperamento, la cual se tiene o no se tiene. Este mismo comportamiento, emocionalmente espontáneo, se ha podido observar en otras ocasiones, por ejemplo, buscando la complicidad y protección de su hermana. En sus vacaciones en Mallorca, la pudimos ver entrelazando su mano y su brazo justo por debajo de su hermana, con su cabeza en sagital inferior y manos en supinación, todo ello buscando apoyo emocional en su familia ante el nerviosismo que le producen las cámaras. Su gran emocionalidad, una gran virtud humana, virtud que algunos echamos de menos en el mundo actual.

*Javier Torregrosa es director del Máster de Comunicación no verbal Científica de la Fundación Empresa Universidad de Alicante