Cataluña

Las 72 horas en las que ERC sacrificó al ex president

Tardá señaló, Torrent ofició las honras fúnebres, Comín ejecutó y Junqueras bendijo. Los republicanos ahora buscan un nuevo candidato para terminar la obra teatral

Comín y Puigdemont en Bruselas, en una foto de archivo
Comín y Puigdemont en Bruselas, en una foto de archivolarazonEFE

Tardá señaló, Torrent ofició las honras fúnebres, Comín ejecutó y Junqueras bendijo. Los republicanos ahora buscan un nuevo candidato para terminar la obra teatral.

Los mentideros catalanes no hablaban ayer de la suspensión del pleno. Tampoco lo hacían del cisma entre ERC, por un lado, y Junts per Catalunya y la CUP, por otro. Incluso las palabras de Puigdemont en las redes sociales quedaban a lo lejos, tanto como la manifestación en el Parque de la Ciudadela. Todos, absolutamente todos, hablaban de los mensajes cruzados entre Puigdemont y Toni Comín encabezados por su lapidaria «volvemos a vivir los últimos días de la Cataluña republicana».

¿La filtración de Comín fue intencionada? ¿Perseguía poner contra las cuerdas a Puigdemont y forzar a los suyos a proponer un nuevo candidato porque el juguete se ha roto? Estas preguntas no tienen respuesta oficial, pero, casualidad o no, son el último acto de una tragicomedia que empezó el domingo.

Primer acto. Joan Tardà señala el objetivo. En «La Vanguardia», Joan Tardà, el líder republicano en el Congreso, emplazó a «sacrificar a Puigdemont» para lograr un Gobierno que recupere las instituciones y que obligue a retirar el 155. Puigdemont lo resumía: «Supongo que tendrás claro que esto se ha acabado. Los nuestros nos han sacrificado, al menos a mí». Viendo el tuit y recuperando el vídeo de la noche del martes en el que un Puigdemont demacrado y ojeroso pedía unidad al movimiento independentista porque juntos y firmes es la manera de avanzar en la consecución de la República.

Segundo acto. Roger Torrent oficia las honras fúnebres. El presidente del Parlament llama a Puigdemont cinco veces antes de las 9:30 del martes. No le coge porque le sale número desconocido. Sabe que las relaciones entre Junts per Catalunya y ERC están bajo mínimos, y se teme lo peor. Torrent minutos después suspende el pleno, aunque mantiene, formalmente, la candidatura de Puigdemont. El propio ex presidente lo ve de otra manera: «El plan de Moncloa triunfa. Sólo espero que gracias a esto puedan salir de la cárcel todos. Porque sino el ridículo es histórico».

Tercer acto. Oriol Junqueras bendice, desde Estremera, junto con su aguerrida guardia de corps los movimientos de Tardà y Torrent, esperando el acto final en el refugio belga. Puigdemont está tocado. Junts per Catalunya desordenado y el PDeCAT un poco más desaparecido, y hasta señalado como culpable. Se espera el golpe final. La ejecución política del candidato nonato. Junqueras se lo deja al hasta hace poco su protegido personal en el partido: Toni Comín.

Cuarto acto. Toni Comín ejecuta. Dicen los periodistas presentes en el acto de Lovaina que Comín mantenía el teléfono bien visible. No se escondía a pesar del contenido de los mensajes. Lo mantenía bien a la vista para que un cámara pudiera captar las imágenes. No parece gratuito. No lo es, de facto. El gesto de Comín le reconcilia con su partido. Consigue visualizar el estado de ánimo del fracaso, de la derrota, del abandono: «Dedicaré lo que queda de vida a proteger mi reputación. Me han hecho mucho daño que he aguantado por un objetivo común. Esto ha caducado y me tocará dedicar mi vida en defensa propia».

Quinto acto. Puigdemont queda a uña de caballo. Asume la veracidad de los mensajes y se trasluce el tono de derrota. Reúne a los suyos en el Parlament para dar explicaciones. El Plan de Esquerra ha funcionado. Tardà señaló, Torrent ofició las honras fúnebres, Comín ejecutó y Junqueras bendijo. Sólo queda el final de este quinto acto, el nacimiento de un nuevo candidato y/o candidata. Continuará.