Cataluña
Las elecciones en Cataluña alejan a Pedro Sánchez de La Moncloa
Iglesias no renunciará en campaña a su defensa del referéndum catalán para investirle. El líder del PSOE se «volcará» con Iceta, ya que el resultado del PSC tendrá lectura interna
El portazo de la CUP a Artur Mas también se lee en clave nacional y se traduce en «el más difícil todavía» para las aspiraciones del líder del PSOE, Pedro Sánchez, de llegar a La Moncloa. Como si de un espectáculo circense se tratara, el secretario general socialista camina por el alambre en un juego de equilibrios imposible en lo que se refiere a los pactos postelectorales. Su necesaria alianza con Podemos amenaza con convertirse en un espejismo y su investidura en una red de seguridad, dentro del PSOE, que los barones de su partido ya se ocuparon de retirar en parte. Ada Colau hará el resto.
Las opciones de Sánchez de ser investido con los votos de Podemos y de sus facciones más reaccionarias comenzaron a tornarse en una ensoñación transitoria para la dirección socialista después de que los dirigentes territoriales del partido obligaran a escribir negro sobre blanco que el PSOE no se sentaría a negociar con quien pone en cuestión la unidad de España. «La autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento sólo traerán mayor fractura a una sociedad ya de por sí divida. Son innegociables para el Partido Socialista y la renuncia a esos planteamientos es una condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de formaciones políticas», rezaba la resolución política que aprobó el convulso Comité Federal del 28 de diciembre. Esa «condición indispensable» que requiere que Iglesias renuncie –antes de sentarse a la mesa de diálogo– a la convocatoria del referéndum en Cataluña cercenó una primera posibilidad de acuerdo, pero la probable convocatoria de elecciones en marzo vicia por completo su capacidad de entendimiento con Iglesias.
Si atendemos al calendario, la campaña catalana confluiría con los intentos de investidura en clave nacional y no existe mejor escaparate para la izquierda radical que una frontal oposición y un estudiado bloqueo en el Parlamento. Además, el nuevo protagonismo que se augura a Ada Colau en este contexto obligará a Podemos a mantener su defensa del referéndum e, incluso, elevar el tono sobre la necesidad del derecho a decidir de los catalanes. Una estrategia que dejará a Sánchez sin capacidad de maniobra.
La baza social con la que los socialistas pretendían seducir a Podemos y –llegado el caso– también a Ciudadanos se antoja insuficiente y no servirá de nada, porque los de Iglesias no priorizarán en campaña los derechos sociales sobre la cuestión territorial, conscientes de que la fractura de la CUP y la división interna en el seno de Junts pel Sí puede ser un río revuelto perfecto del que obtener pingües beneficios electorales. En este traspaso de apoyos entre la izquierda no entra, a priori, el PSC. La formación de Miquel Iceta ha superado sus coqueteos con el nacionalismo, capaces de convertir a un partido hegemónico en una formación que rozó la intrascendencia política. Los socialistas catalanes tratarán de recuperar el espacio como fuerza constitucional que les ha arrebatado Ciudadanos y lucharán, en el plano unionista, por captar el voto antisoberanista que ha capitalizado la formación de Inés Arrimadas. En esta difícil empresa Iceta no estará solo. El primer secretario del PSC volverá a contar con el apoyo incondicional de su secretario general, Pedro Sánchez.
Según apuntan fuentes de Ferraz, el líder socialista volverá a «volcarse» en la contienda catalana –en septiembre acudió a Cataluña diez de los quince días de campaña–, consciente de que esta nueva cita con las urnas se leerá en clave interna, ante la inminencia del congreso del PSOE que resolverá la lucha por el liderazgo del partido. Iceta, por su parte, tiene en Podemos una importante amenaza y necesitará algo más que soltura sobre la pista de baile para evitar el «sorpasso». El paralelismo entre el escenario catalán y el nacional es evidente y el adelanto electoral es, a día de hoy, la mejor opción para un PSOE que se debate entre el bloqueo de Podemos y la negativa a investir a Mariano Rajoy.
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