Política

Liberales, el partido bisagra de la Eurocámara

Rebautizados como «Renew Europe», el fuerte crecimiento de los liberales en las pasadas elecciones les augura un papel determinante en el reparto de poder de las instituciones europeas. Quieren terminar con el duopolio de populares y socialistas y hacer valer su peso en los Gobiernos.

Liberales, el partido bisagra de la Eurocámara
Liberales, el partido bisagra de la Eurocámaralarazon

Rebautizados como «Renew Europe», el fuerte crecimiento de los liberales en las pasadas elecciones les augura un papel determinante en el reparto de poder de las instituciones europeas. Quieren terminar con el duopolio de populares y socialistas y hacer valer su peso en los Gobiernos.

El éxito siempre entraña riesgos. Los liberales europeos –rebautizados como «Renew Europe» tras su alianza con Emmanuel Macron– viven un momento dulce. Tras las elecciones del pasado 26 de mayo han conseguido reconquistar la tercera plaza tras populares (PPE) y socialistas (S&D) y superar al partido Conservadores y Reformistas Europeos (tories británicos y los polacos de Ley y Justicia) que ostentaban el tercer puesto en la legislatura pasada.

A su vez, los liberales se han convertido en la bisagra imprescindible para cualquier acuerdo que permita la renovación de la cúpula comunitaria y han tejido una alianza con los socialistas para intentar terminar con el cuasi monopolio de poder del PPE en la cúpula de las instituciones. Pero tanto optimismo también puede verse oscurecido por los problemas típicos de las crisis de crecimiento. Los liberales europeos siempre han sido un grupo heterogéneo en el que conviven sensibilidades muy diferentes. Como muestra, el difícil equilibro la legislatura pasada entre Ramon Tremosa, eurodiputado del PDeCAT con UpyD y Ciudadadanos. Las tres formaciones pertenecían a la misma bancada europea durante los momentos más tensos del procés. La baraja acabó rompiendo y las presiones de los naranjas posibilitaron que el partido liberal acabara expulsando a Tremosa en octubre del año pasado. De cara al nuevo periodo de sesiones, Junts per Catalunya ha solicitado su ingreso en los Verdes.

Su papel tradicional papel de bisagra y su necesidad imperiosa de establecerse como contrapoder de los partidos mayoritarios hace que los liberales sean expertos en alianzas complejas y tormentosas. Esto lleva aparejado en muchas ocasiones incómodas contradicciones no sólo en ámbitos como el procés catalán. El antiguo jefe de bancada de los liberales, el belga Guy Verhofstadt, llegó a plantearse la legislatura pasada dar cabida en su formación al partido populista de Cinco Estrellas. Una decisión difícil de explicar para uno de los líderes más europeístas de la burbuja comunitaria y que, al final, no llegó a producirse.

Tras la fragmentación del electorado en las diferentes elecciones europeas nacionales por el desgaste de los partidos hegemónicos, cada vez es más frecuente que los partidos liberales lleguen al poder. Ya sea formando parte de una coalición o presidiéndola. Descontando al presidente francés, el Benelux es el territorio en el que el liberalismo se ha asentado con mayor contundencia. Los tres primeros ministros de Bélgica (Charles Michel), Luxemburgo (Xabier Bettel) y Holanda (Mark Rutte) son liberales, aunque el primero ostenta el puesto de manera interina tras las elecciones federales que tuvieron lugar en el país el pasado 26 de mayo y se da por supuesto que no logrará reeditar la actual coalición. Las últimas elecciones en Suecia y Dinamarca, dos países en los que el partido liberal también ha contado con ejecutivos o ha sido un importante socio de gobierno, ha dado la victoria a los socialistas.

El auge de Ciudadanos en España ha logrado apuntalar la posición del nuevo grupo «Renew Europe» y Luis Garicano fue elegido la semana pasada como vicepresidente del grupo, un puesto que ya ostentaba dentro del partido. La celebración del último congreso de los liberales en Madrid en noviembre del año pasado supuso la consagración definitiva de los de Rivera como un puntal imprescindible de la nueva etapa. Pero tras la luna de miel, ha comenzado el desencanto. Los pactos de la formación naranja con Vox, un partido considerado de ultraderecha para buena parte de Renew Europe, ha desatado las cajas de los truenos aunque todo indica que la sangre no llegará al río. En términos aritméticos, Renew Europe sigue necesitando a Ciudadanos ya que la consumación del Brexit el próximo 31 de octubre –a no ser que se conceda una nueva prórroga– le arrebatará una porción importante de eurodiputados liberales británicos, lo que sumado a los naranjas de Rivera le puede quitar una parte importante del pastel.

Pero, ¿cuál ha sido la postura estos últimos años de los partidos liberales respecto a la extrema derecha? ¿han establecido un férreo cordón sanitario? La verdad es que no. Aparte del sistema presidencialista francés de dos vueltas que posibilita aislar a los partidos más populistas o eurófobos, los liberales han sido bastante pragmáticos en este capítulo. Con matices.

Mark Rutte se apoyó en la ultraderecha xenófoba de Wert Wilders para convertirse en primer ministro, si bien nunca le dejó participar en una coalición de gobierno. El rechazo de Wilders a los presupuestos obligó a Rutte a convocar elecciones en el año 2010. En Bélgica, Michel contaba esta pasada legislatura como socio de gobierno a los independentistas flamencos de N-VA, un partido que ha hecho suyos muchos de los postulados antiinmigración de la ultraderecha de Vlams Beelang. En las pasadas elecciones, el original ha superado a la copia y esta formación ha crecido como la espuma hasta convertirse en la segunda fuerza más votada en Flandes por detrás de N-VA. Esto ha abocado a que, por primera vez en la historia belga, el rey Felipe haya incluido a su líder dentro de las tradicionales rondas de contactos para formar gobierno. Un gesto que ha ocasionado una fuerte controversia en el país.

En el caso de Finlandia, el partido de Verdaderos Finlandeses, llegó a formar parte de la coalición de Gobierno presidida por el partido liberal y su primer ministro, Juha Sipilä, quien también contó como tercera pata con el partido Coalición Nacional, de la familia del Partido Popular Europeo.