El desafío independentista
Los catalanes dicen «no» a la independencia tras el 9-N
Podemos gana las generales y CiU y ERC empatan en las autonómicas, según el sondeo del Govern
En un mes, los independentistas catalanes han pasado de la euforia del 9-N al desasosiego. La unidad soberanista se tambalea, Artur Mas y Oriol Junqueras andan a la greña por imponer sus respectivas hojas de ruta tras la consulta, y cada vez hay más partidarios del no a la independencia que han perdido el miedo a decir que quieren seguir con España.
En un mes, los independentistas catalanes han pasado de la euforia del 9-N al desasosiego. La unidad soberanista se tambalea, Artur Mas y Oriol Junqueras andan a la greña por imponer sus respectivas hojas de ruta tras la consulta, y cada vez hay más partidarios del no a la independencia que han perdido el miedo a decir que quieren seguir con España. Por si las dudas de que el camino hacia Ítaca no va a ninguna parte eran pocas, la última encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat asegura que el no a la independencia se impone ya al sí en Cataluña.
Es la primera vez desde que a Mas se le ocurrió encargar al CEO que preguntara a los catalanes por la independencia que el no se impone al sí. La idea de preguntar por la ruptura con España a los catalanes –para calibrar su apoyo– surgió en 2012, después de que Mas diera un giro de 180 grados a su política para abrazarse a la «estelada». Fue después de la manifestación de 2012 que colapsó Barcelona. Mas no dudó en otorgarse el éxito de la protesta. Desde entonces está inmerso en avanzar hacia un estado independiente. Aunque ser soberanista se puso de moda, en dos años, el apoyo a la independencia se mantien estable, 1,5 millones de personas se manifestaron en 2012, según los Mossos d’Esquadra, y 1,8 millones de personas votaron el 9-N.
El president de la Generalitat no ha logrado dar un salto relevante en el apoyo social a la causa soberanista. En la encuesta que ayer presentó la Generalitat, el 45,3 por ciento de los ciudadanos votaría no a la siguiente pregunta: «¿Quiere que Cataluña se convierta en un estado independiente?». Mientras que el 44, 5 por ciento votaría sí.
El independentismo pierde fuelle. Los partidarios de romper con España en la encuesta del pasado mes de octubre, cuando en el barómetro se planteó la doble pregunta de la consulta del 9-N, sumaban un 49,4 por ciento. Entonces, el 42,5 por ciento apostaban seguir juntos. Pero hay más datos que indican que el proyecto de Mas y Junqueras pierde adeptos. A la pregunta sobre qué modelo territorial prefieren los catalanes, el 36,2 por ciento elige un estado independiente, aunque sea la opción mayoritaria, cae nueve puntos respecto al sondeo de octubre, antes de celebrarse la consulta. Por el contrario, crecen los partidarios de que Cataluña sea un estado dentro de una España federal, que en dos meses subre del 22,2 por ciento hasta el 28,9 por ciento. El PSC, que ha visto como su partido se ha hecho trizas por defender el federalismo como salida al laberinto catalán, confía ahora en que el aumento del apoyo a la opción federal se traduzca en votos.
Los autonomistas también pierden fuerza, pasan del 23,4 por ciento al 21,8. Y por el contrario quienes defienden que Cataluña sea una región de España pasan de un ridículo 1,8 a un 5,4 por ciento.
El director del CEO, Jordi Argelaguet, fue el encargado de presentar la encuesta, realizada entre el 9 y 13 de diciembre, telefónicamente, a 1.100 personas. Más que hartazgo, como causa de la pérdida de adeptos a la causa independentista, alega que los partidarios del no, que hasta la fecha no se habían movilizado, empiezan a pronunciarse. También argumentó que como los ciudadanos prevén que el PP no revalidará la mayoría absoluta, entienden que el panorama político del futuro no será tanto de bloqueo, sino que pueden aflorar el diálogo y el entendimiento entre Cataluña y España, y por lo tanto cabe la posibilidad de abordar una reforma constitucional con la que Cataluña salga ganando.
Argelaguet se atrevió a apostar por que si el PP vuelve a ganar, los favorables del sí a la independencia volverán a subir. Pero por ahora, al menos en Cataluña, los populares no tienen opciones de ganar. Si las generales se celebraran mañana, Podemos ganaría en intención de voto (20,4 por ciento), aunque a la hora de atribuir los escaños en las cuatro provincias lograría entre 10 y 11 diputados. CiU, que ahora cuenta con 16 escaños, obtendría entre11 y 12. Esquerra lograría entre ocho y nueve; el PSC pasaría de los 14 actuales a la mitad; el PP se quedaría entre cuatro y cinco, cuando ahora cuenta con 11, y Ciutadans se estrenaría con dos.
Empate técnico CiU-ERC
En el primer sondeo tras el 9-N, CiU y ERC lograrían un empate técnico de celebrarse elecciones autonómicas. Ambos retroceden entre cinco y seis puntos respecto a octubre. Mas obtendría entre 34 y 36 diputados (ahora tiene 50), y Junqueras también (ahora, los republicanos cuentan con 21). La CUP obtendría ocho diputados, cinco más de los que tiene, de manera que el bloque soberanista volvería a sumar mayoría, entre 75 y 79 escaños.
Ciutadans se convertiría en la tercera fuerza con con entre 14 y 16 escaños, seguidos del PSC que pasa de 20 a 14 parlamentarios. El PP lograría entre 11 y 12 diputados, en vez de los 19 que tiene ahora, mientras que Podemos irrumpe con entre 9 y 11.
La irrupción de Podemos pasa factura a ICV y al PSC, sobre todo. Tanto el votante de Podemos, como del PSC y de ICV se declara contrario a la independencia.
Pese a que el monotema sobre la secesión de Cataluña monopoliza la actualidad política, el principal dolor de cabeza de los catalanes sigue siendo el paro y la precariedad laboral.
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