Elecciones catalanas
Los Comunes: El fracaso tiene la llave
La marca de Podemos en Cataluña afronta un sonoro fiasco electoral el 21-D, pero puede ser clave para un futuro gobierno de la Generalitat
La marca de Podemos en Cataluña afronta un sonoro fiasco electoral el 21-D, pero puede ser clave para un futuro gobierno de la Generalitat.
Nadie jamás lo hubiera pensado. Pero una iletrada absoluta, procedente de platós televisivos y sin ninguna formación intelectual, lideró una Plataforma de Afectados por la Hipoteca, (PAH) hasta llegar a ser alcaldesa de Barcelona. Es la historia surrealista de una mujer, Ada Colau, y un partido, Barcelona en Comú, que desde movimientos sociales y vecinales ha logrado una representación institucional insólita. Bajo la primera marca «Guanyem Barcelona», la plataforma se presentó en Barcelona en junio de 2014, con personalidades del mundo académico y de la cultura. Renegados de los alcaldes del PSC y CiU, anclados en una izquierda radical, y sobre todo cimentados en el movimiento okupa, las huestes de Colau forjaron un movimiento ciudadano que les llevó a una victoria en las elecciones municipales de mayo de 2015. Las confluencias con grupos de izquierdas, sacados de las cenizas del extinto PSUC, Izquierda Unida y los Verdes alumbraron la nueva marca, los Comunes. Lo que fue una simple candidatura para Barcelona se convirtió en algo más ambicioso: una plataforma política para honor y gloria de Colau, pero sobre todo una formación de ámbito nacional en coalición con Podemos con peso en el Congreso de los Diputados. Asesorada por su marido, Adriá Alemany, y el argentino Gerardo Pisarello, los llamados Comunes dieron el paso de gigante al escenario nacional. Su compañero de viaje sería Pablo Iglesias, cuya marca izquierdista, Podemos, necesitaba Colau para su investidura nacional. En Cataluña, sus coqueteos con Esquerra Republicana fueron constantes, así como su ambigüedad frente a la independencia. La llamada «nueva Pasionaria» del Ayuntamiento de Barcelona ha hecho gala de una gran ambigüedad en sus declaraciones, aunque nadie duda de sus convicciones separatistas de izquierdas.
Sea como fuera, los Comunes llegaron a las elecciones generales con un conglomerado de mareas de izquierdas, cuyas siglas se pierden en el diccionario, y lograron doce diputados integrados en el grupo parlamentario de Podemos. De aquí surge su líder, Xavier Domènech Sampere, un activista del 15-M y los movimientos anti-desahucios, en una de cuyas sentadas ante la Universidad Autónoma de Barcelona, dónde él era profesor de Historia, conoció a Colau. Ella quedó prendada y lo escogió como su hombre en Madrid, candidato en las elecciones y enlace total con Iglesias. Desde entonces, Domènech es la mano derecha de Colau, compañero de Iglesias en el Congreso y, a veces, su más feroz crítico. Su estomagante y grotesco «besuqueo» entre ambos no encubre profundas diferencias de protagonismo en el grupo parlamentario.
El llamado grupo de los Comunes, marca de Podemos en Cataluña, afronta un sonoro fracaso electoral el 21-D, según todas las encuestas. El hartazgo de los ciudadanos de Barcelona por la pésima gestión de Ada Colau al frente del Ayuntamiento es importante. Pero, pese a todo, con sus exiguos votos, pueden tener la llave de un futuro gobierno de la Generalitat. Sus relaciones con Pablo Iglesias son pésimas, por encima de besitos y parodias mil, y nadie duda de que Colau manda en plaza sobre este candidato melifluo, que se ha paseado por los pasillos del Congreso en esta legislatura sin una sola propuesta sólida. «El beso de la copla», argumentan con ironía algunos diputados de Podemos sobre Xavier Domènech para relatar su única imagen pública solvente de «morreo» con Pablo Iglesias. Algo que a Colau le molesta enormemente y que ha restañado sus relaciones con el líder de la formación morada.
Aunque las encuestas le otorgan un pésimo resultado, los Comunes podrían tener la llave para un próximo gobierno de la Generalitat. «Nunca un fracaso fue tan rentable», dicen con sarcasmo algunos dirigentes de otros partidos. Nadie duda de que Domènech no dará un solo paso sin la autorización de Ada Colau y que sus preferencias irán por un tripartito de izquierdas, tal vez con Esquerra Republicana en cabeza. Las relaciones de Colau con Junqueras siempre fueron buenas y fluidas, al margen de Pablo Iglesias, con quien han tenido encontronazos en el Congreso. Sus imágenes de besuqueos no pasan de ser, admiten entre los Comunes en Barcelona, una prueba más de la vanidad de Iglesias y la baja personalidad de su candidato. Con su pésimo resultado electoral a cuestas, pueden tener la llave de abrir la puerta. Como dicen en Cataluña, vete a saber.
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