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«Nunca he visto un lanzamisiles»
El fiscal ratifica que «el intento de asesinato» de Aznar se produjo, aunque los cuatro etarras lo niegan.
Se negaron a contestar a las preguntas del fiscal Jesús Alonso, que les acusa de intentar hasta en tres ocasiones asesinar al entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, en 2001, con un lanzamisiles. ¿Un lanzamisiles? «Es completamente mentira», dijo Pedro María Olano, cuya declaración ante la Guardia Civil, que después negó ante el juez y que ayer atribuyó a «torturas psicológicas y físicas», es la principal prueba de cargo de la Fiscalía. «Nunca he transportado ningún lanzamisiles. Ni lo he visto», coincidieron el principal acusado, Luis Ignacio Iruretagoyena –que se enfrenta a una petición de condena de 72 años de cárcel por pertenencia a ETA, tres tentativas de asesinato y depósito de armas–, Gregorio Jiménez y Juan María Múgica. Iruretagoyena, «Suny», incluso mostró al tribunal el muñón de su mano izquierda. «La perdí en 1983, por eso me parece extraño que digan que he manipulado un lanzamisiles. ¡Ni una escopeta de caza!».
Salvo Iruretagoyena, los otros tres procesados (para quienes el fiscal pide 71 años de prisión) negaron haber pertenecido a ETA. Pero el representante del Ministerio Público mantuvo sus peticiones de condena para todos ellos al ratificar que «el intento de asesinato» de Aznar se produjo, pues los cuatro supuestos etarras «pusieron toda su ciencia para la comisión del atentado» durante la campaña de las elecciones autonómicas vascas de mayo de 2011.
Sin embargo, dos guardias civiles corroboraron ante el tribunal que Olano declaró ante los agentes de forma «espontánea» cuando aseguró que fue Iruretagoyena quien le captó para sumarse a la banda terrorista y formar un «comando logístico» que se encargó de traer desde Francia un lanzamisiles con el que intentaron hasta en tres ocasiones asesinar al entonces jefe del Ejecutivo.
Los forenses que declararon en la vista (de la Audiencia Nacional y de los Juzgados de Tolosa) tampoco corroboraron las denuncias de torturas de Olano. En la Audiencia no se dejó reconocer y los forenses de Tolosa no apreciaron ninguna lesión por asfixia y calificaron de «completamente normal» el reconocimiento.
«Un intento de disparo»
El fiscal admitió en su informe final que la acusación «no cuenta con una prueba directa», pero esgrimió las dos declaraciones policiales de Olano, corroboradas, recalcó, por una serie de indicios externos. Entre otros, los dos emplazamientos del material explosivo de ETA que el supuesto etarra indicó a la Guardia Civil y el hecho de que la Policía francesa hallase en octubre de 2004 en dos viviendas de localidades de los Pirineos Atlánticos dos misiles tierra-aire de fabricación soviética (uno de ellos «con evidencia objetiva de un intento de disparo») en una operación contra la banda terrorista. El hallazgo se produjo dos años después de que, en la Semana Santa de 2002, los procesados decidieran –según el fiscal– devolver el lanzamisiles a ETA en Francia debido a su «mal funcionamiento».
El fiscal Alonso también se refirió a una carta en euskera hallada en tres CD incautados en abril de 2004 en una casa de Saint Michel (Francia), en la que se hacía referencia a un atentado con un misil contra el Rey, el presidente del Gobierno y los ministros del Ejecutivo de Aznar.
La defensa de Olano rechazó las tesis del fiscal, pidió su absolución y dijo que su cliente «declaró lo que la Guardia Civil, a la que le hacían falta culpables, necesitaba que declarase».
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