Ciudadanos

Los ocho hombres sin piedad de Ciudadanos

El partido de Rivera no quiere barones y concentra el poder en un grupo reducido de negociadores

Albert Rivera es la punta del iceberg del núcleo duro de Ciudadanos
Albert Rivera es la punta del iceberg del núcleo duro de Ciudadanoslarazon

El Comité de Acuerdos Postelectorales es la sala de máquinas de Ciudadanos. Está formado por el presidente del partido, Albert Rivera; su jefe de Gabinete, José Manuel Villegas; Fran Hervías, secretario de Organización; Fernando Páramo, responsable de Comunicación; Antonio Espinosa, Acción Política; el eurodiputado Juan Carlos Girauta; José María Espejo, de Asuntos Jurídicos, y el diputado catalán Carlos Carrizosa. Son ocho hombres sin piedad que rigen con mano de hierro las negociaciones y los pactos de su formación a lo largo y ancho de la geografía española. Tienen un objetivo muy claro: «Queremos construir un proyecto para España y no podemos dar en esta negociación una imagen poliédrica. Debemos tener una posición clara, sin fisuras para consolidar una posición fuerte y ganadora con vistas a las elecciones generales».

El núcleo duro de Ciudadanos sabe que todos miran con lupa sus movimientos y no está dispuesto a jugársela. Rivera fue contundente con aquellas listas que bajo las siglas de Ciudadanos daban cobijo a personas «que no actuaban bajo los criterios éticos del partido tanto en el ámbito político como en el económico». Los retiró de la carrera electoral sin contemplaciones. Por eso, el Comité de Acuerdos Postelectorales mide muy bien sus movimientos. «Nuestro objetivo es dar coherencia a las negociaciones, tener un único criterio lo suficientemente flexible para adaptarlo a la situación política y social de cada territorio», comenta el eurodiputado y escritor Juan Carlos Girauta.

Estas palabras han tenido concreción esta semana en La Rioja. Allí, PP y Ciudadanos han firmado un documento, «Compromiso por la Regeneración», que marca los mínimos por los que Ciudadanos está dispuesto a apoyar al Partido Popular en la investidura. Este mismo documento se le planteará a PSOE e incluso, a Podemos, y se regulará en función del ámbito competencial en el que se presente, ya sea municipal o autonómico. «No tenemos cordones sanitarios», afirma Girauta. Y añade: «Estamos abiertos a negociar con todo el mundo en aras de la estabilidad institucional».

Una vez firmado este documento de regeneración «empiezan las negociaciones. Lo más difícil ya está hecho con esta firma. Ahora toca poner aguja al hilo». Este segundo movimiento también está estudiado por el núcleo duro de Rivera. En la segunda fase de negociación con un partido, Ciudadanos planteará cómo mínimo tres grandes «patas» de negociación: transparencia –reglamentación de contratos públicos y publicidad de los mismos–, reactivación económica y cohesión social.

En esta fase negociadora, el protagonismo lo tendrá el territorio, pero siempre con la supervisión y la validación del Comité de Acuerdos. Esto ha sucedido ya en Andalucía. Juan Marín llevó el peso de la negociación con Susana Díaz, pero siempre contó con el apoyo y la presencia de José Manuel Villegas, jefe de Gabinete de Albert Rivera. Los miembros del Comité tienen asignados diferentes territorios para su seguimiento y tienen autoridad para intervenir en las negociaciones porque «Ciudadanos no cometerá el mismo error que PP y PSOE. Evitaremos los reinos de taifas. En Ciudadanos no hay barones», apunta contundente Juan Carlos Girauta.

La fuerza política del Comité –y, por ende, del presidente del partido, Albert Rivera– es extraordinaria. Las fuentes consultadas no dudan en afirmar que «en un caso extremo de discrepancia entre el territorio y el Comité, prevalecerá siempre la posición del Comité». Esta dura posición se explica porque la dirección de Ciudadanos no quiere dar la sensación de ser «el ejército de Pancho Villa» y pretende consolidar una imagen de «seriedad y unidad de planteamientos». «Ahora más que nunca, Ciudadanos tiene que dar una imagen de cohesión y corresponsabilidad», recalcan.

Ciudadanos está dispuesto a hablar con todo el mundo –no a los cordones sanitarios contra un partido– y siempre lo hará con el primero que garantice la estabilidad –no necesariamente la fuerza más votada– y que la necesite. Los «naranjas» se horrorizan con la idea de tripartitos o cuatripartitos «porque son fuente de inestabilidad» y no entrarán en ningún gobierno que no presidan. «Una cosa es apoyar una investidura; otra, negociar unos acuerdos programáticos, y otra, entrar en un gobierno. No lo haremos en ningún sitio so pena que un miembro de Ciudadanos sea el alcalde o el presidente regional».

Y, sobre todo, Ciudadanos hará todo lo posible para evitar que el nacionalismo ocupe poder. Con este axioma, se entienden las negociaciones en Valencia. «Allí es necesario un cambio por la crisis del PP, pero ese cambio no ha de pasar necesariamente por Compromís. Ciudadanos ha iniciado conversaciones con el PSOE y el PSOE se ha avenido».