Gobierno de España

Los únicos 30 minutos en los que fue posible la coalición

¿Por qué la izquierda no llegó a un acuerdo? En Podemos creen que Sánchez nunca fue en serio; en el PSOE reconocen desconfianza hacia Iglesias

Pablo Iglesias, durante su comparecencia ante la Prensa tras acudir a Zarzuela dentro de la ronda de contactos del Rey con los líderes políticos / Foto: Jesús G. Feria
Pablo Iglesias, durante su comparecencia ante la Prensa tras acudir a Zarzuela dentro de la ronda de contactos del Rey con los líderes políticos / Foto: Jesús G. Ferialarazon

¿Por qué la izquierda no llegó a un acuerdo? En Podemos creen que Sánchez nunca fue en serio; en el PSOE reconocen desconfianza hacia Iglesias.

Dos no riñen si uno quiere. El refrán, aunque reformulado, sirve para explicar por qué no ha sido posible el acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. «Dos no no acuerdan una coalición si uno no quiere», argumentan desde Podemos. Y ese «uno», al menos para los morados, ha quedado claro que es Sánchez. En Ferraz culpan a Iglesias. En mitad de la refriega, los votantes de izquierdas han asistido con incredulidad a una paradoja: el cogobierno sí ha fructificado en siete comunidades pero se ha visto frustrado en el primer nivel de la administración. Se trata de la historia de un desencuentro que cada una de las partes explica de una manera, con dos versiones incompatibles en torno a una misma negociación y que no se resuelve la pregunta con la que millones de españoles esperanzados con el resultado del 28-A acudirán a las urnas en noviembre: ¿por qué la izquierda ha sido incapaz, una vez más, de ponerse de acuerdo?

El diagnóstico, aún en caliente, que ha hecho la dirección de Podemos de las razones que han conducido al fracaso insiste en la tesis de que Sánchez nunca fue en serio: porque la dirección morada conoció las propuestas del PSOE por los medios, porque nunca fueron tratados con «lealtad» y porque el veto personal a Iglesias pone en evidencia un escaso talante democrático. De hecho, reconocen que el presidente en funciones sólo concedió opciones a la coalición en dos momentos. El primero discurrió entre las elecciones del 28-A y la segunda reunión cara a cara entre Sánchez e Iglesias. Antes, en la primera cita en Moncloa, tal y como reveló LA RAZÓN, el líder socialista ofreció a su interlocutor la Presidencia del Congreso y varios ministerios menores, con competencias en Turismo y Juventud. Después llegarían las elecciones municipales y autonómicas y la puerta de la coalición se cerró. Y no volvería a abrirse hasta el viernes 19 de julio: ese día Iglesias renunció a convertirse en ministro para tratar de forzar el acuerdo después de que Sánchez formalizase su veto al líder de Podemos. Ya el sábado, Carmen Calvo y Pablo Echenique acordaron mantener una reunión en un hotel del norte de la capital. El negociador de Podemos pidió una condición: que no hubiera más vetos. La respuesta de Calvo se dilató. Finalmente llegó el «sí» del PSOE: al margen de Iglesias, ningún otro dirigente de Podemos sería un obstáculo. Cuando Echenique llegó a la reunión con Calvo se encontró con la sorpresa de que a la vicepresidenta la acompañaban la ministra María Jesús Montero y Adriana Lastra. El que iba a ser un encuentro entre los líderes negociadores se convirtió de improviso en una cumbre entre los equipos. Para estar en igualdad de condiciones, Echenique convocó a la reunión a Ione Belarra, portavoz adjunta de Podemos en la Cámara Baja. La reunión llamada a desatascar el acuerdo arrancó a las ocho de la tarde y media hora después Calvo la abandonó para acudir a La Sexta Noche. La vicepresidenta aprovechó la entrevista en «prime time» para enumerar las enormes diferencias existentes entre el PSOE y Podemos. Apenas 30 minutos después de abrir la puerta al acuerdo, las palabras de Calvo volvían a cerrarla. En las horas siguientes vendría la filtración de documentos, de propuestas y de contrapropuestas desde ambas orillas. Y la condena final.

Desde el PSOE, la explicación difiere: «Siempre fue una cuestión de confianza». Desde aquel 22 de enero de 2016 en el que el Rey anticipó a Sánchez en Zarzuela: «Iglesias va a proponerte formar Gobierno». Entonces como ahora, el líder morado priorizó el reparto de ministerios a las medidas del gobierno. Fuentes solventes critican lo «contradictorio» que resulta gobernar con alguien de quien no te fías, en alusión al argumento expuesto por Podemos de que solo su presencia en el Gabinete aseguraría una verdadera agenda de izquierdas. Además, desde el PSOE también se reconocen incapaces de superar la «barrera de la desconfianza» con Iglesias y, por ello, han evitado introducir un elemento de inestabilidad en un gobierno de precaria mayoría en temas claves de Estado como Europa y sobre todo Cataluña. En todo caso, el entorno del candidato socialista reconoce cierta «frustración» porque, en esta ocasión, sí se confiaba en llegar a un entendimiento con los morados.«No me cabe en la cabeza cómo no aceptaron la oferta de julio». En todo caso, el camino recorrido le sirve al PSOE para ahormar un relato y contabilizar que «por cuarta vez, Iglesias se ha opuesto a la investidura de un gobierno progresista». «El cambio ha matado al cambio», zanjan.