Luces de bohemia

Ni «Divinas Palabras» de Valle Inclán ni «La vida es sueño» de Calderón de la Barca o «El mercader de Venecia» de Shakespeare, tragicomedias que han marcado la literatura mundial, superan el esperpento de ver la maquinación de Gallardo para hacerse con el aforamiento que le brinda ser diputado autonómico y, una vez conseguido, proponer su eliminación para que no se utilice como escudo judicial, que es lo que él ha buscado.

Es la aplicación rigurosa del «ande yo caliente, y ríase la gente». Es para reír, llorar o ambas cosas a la vez, ver cómo manejan los afectados por casos de corrupción estrategias para desacreditar a los que investigan, a los que juzgan y a los que transmiten lo acontecido.

Es un esperpento no literario, sino de hechos y dichos. Que Bolaños, en el momento que nos ocupa, con los juzgados llenos de casos de corrupción que afectan al PSOE y al entorno del presidente, tenga la osadía de decir que «persona progresista es persona honesta» para referirse a los acusados por corrupción, se asemeja bastante al ufanismo que manifiestan los emperadores gemelos Caracalla y Geta en Gladiator II en pleno declive de Roma, pero en versión declive del «sanchismo».

Qué opinarán las víctimas afectadas para dejar su condición de diputada, con la promesa de ser nombrada subdelegada del Gobierno y no serlo, o la aspiración a serlo, de los cuatro que no fueron, para dejar el camino despejado a Gallardo. Tanto sacrificio y tantas promesas carentes de valor tras la petición del nuevo diputado de eliminar el aforamiento sin renunciar al suyo.

Nunca había estado tan de actualidad lo dicho por Valle Inclán en «Luces de Bohemia»: «Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento» o «España es una deformación grotesca de la civilización europea».