
Opinión
Marlaska ya dimitió: ¿a qué espera Pedro Sánchez para aceptarlo?
"Lo peor no es que haya incumplido todas sus promesas. Lo peor es que nos ha ignorado sistemáticamente".

La noticia publicada esta semana por La Razón no nos ha sorprendido en absoluto: Fernando Grande-Marlaska presentó su dimisión como ministro del Interior el pasado mes de mayo y Pedro Sánchez se la rechazó. Para nosotros, en Jupol, esta revelación no es más que una confirmación de lo que llevamos años denunciando: Marlaska es un ministro amortizado, desacreditado y completamente alejado de la realidad que vivimos a diario los policías nacionales. Lo que sí resulta incomprensible es que el presidente del Gobierno siga sosteniéndolo.
Desde JUPOL, llevamos más de siete años exigiendo la dimisión de Grande-Marlaska. Y no lo hacemos por capricho político, sino por una razón de dignidad profesional y por pura justicia. Este ministro ha sido incapaz de impulsar una sola mejora estructural en la Policía Nacional. Ni jubilación digna, ni equiparación salarial real, ni actualización de las dietas congeladas desde 2005, ni una jornada laboral clara y estable. Nada. Cero.
Lo peor no es que haya incumplido todas sus promesas. Lo peor es que nos ha ignorado sistemáticamente. Solo se ha reunido una vez con nosotros, y fue en 2021, cuando intentaba frenar el desgaste mediático por la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana. Desde entonces, ni una sola llamada, ni una reunión, ni un mínimo gesto de respeto hacia las organizaciones sindicales que representamos a los policías nacionales.
"Una política de silencio"
Solo una política de silencio, imposición y desprecio institucional. Podríamos hablar también de la equiparación salarial bloqueada, que mantiene a nuestros agentes cobrando hasta 800 euros menos al mes que los Mossos o la Ertzaintza. O del abandono de la jubilación digna, pese a que nuestra profesión implica un desgaste físico y mental evidente. O de la negativa reiterada a reconocernos como profesión de riesgo, a pesar del número creciente de agresiones, bajas psicológicas e incluso fallecimientos en acto de servicio.
Pero hay un dato que debería alarmar a toda la sociedad y que deja en evidencia el fracaso más grave del mandato de Marlaska: la seguridad pública se ha deteriorado de forma alarmante desde que llegó al Ministerio del Interior en 2018. Lejos del discurso triunfalista del Gobierno, los delitos más graves han aumentado de manera descontrolada: los homicidios y asesinatos en grado de tentativa han crecido un 68%, las agresiones sexuales con penetración se han disparado un 276,70%, los secuestros han subido un 52% y el tráfico de drogas ha aumentado más de un 66%.

Mientras tanto, Interior celebra una supuesta bajada general del 2,7% en las infracciones penales, maquillada por la caída de hurtos y robos, ignorando que los delitos que más afectan a la vida, la integridad física y la libertad de las personas están creciendo sin freno. Este deterioro no es casual: se debe a la falta de medios, al abandono institucional de la Policía Nacional y al desprecio de Marlaska por la seguridad real de los ciudadanos.
Y si hablamos de medios, la situación es tan grave como vergonzosa: a día de hoy, no todos los policías nacionales disponen de un chaleco antibalas individual, no todos tienen asignada una defensa extensible, y las pistolas TÁSER siguen sin estar repartidas de forma generalizada. Equipos fundamentales para nuestra seguridad y para la de los ciudadanos, pero que el Ministerio sigue sin garantizar.
Este es también el ministro de los escándalos: el de la valla de Melilla, donde murieron decenas de inmigrantes mientras Interior hablaba de "asuntos internos de Marruecos"; el de la visita nocturna y sin control de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez en Barajas; y el que permitió, en plena crisis diplomática con Marruecos, la entrada secreta y sin informar del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, provocando un conflicto internacional de primer orden. Esa es la gestión de Marlaska: negligente, opaca y profundamente irresponsable.
Más escándalos
Y si todo eso no fuera suficiente, la gestión de Marlaska ha estado salpicada por otros escándalos como el fallido contrato de munición con empresas israelíes o la reforma ideologizada y fallida de la Ley de Seguridad Ciudadana. Por no hablar de su silencio cómplice cuando se nos ha atacado desde tribunas políticas o platós de televisión. Grande-Marlaska ha convertido el Ministerio del Interior en una plataforma de intereses partidistas, dejando a los policías desprotegidos, desmotivados y, en demasiadas ocasiones, humillados.
Por eso, ahora que sabemos que él mismo quiso irse, lo único que cabe preguntarse es: ¿a qué espera Pedro Sánchez para aceptar su dimisión? ¿Por qué mantener al frente de un ministerio tan sensible a quien ni respeta ni defiende a quienes velamos por la seguridad de todos los españoles? La Policía Nacional no puede seguir siendo moneda de cambio ni rehén de cálculos políticos. Necesitamos un ministro que escuche, que dialogue, que cumpla. Un ministro que respete el trabajo de los agentes y que entienda que la seguridad pública no se garantiza desde los despachos, sino respaldando con hechos a quienes están en la calle, de uniforme, arriesgando su vida.
Desde Jupol no vamos a dejar de alzar la voz. Los policías nacionales no somos funcionarios de segunda. Exigimos respeto, justicia y dignidad. Marlaska ya ha dimitido. Ahora solo falta que Pedro Sánchez se atreva, por una vez, a escuchar a los policías y haga lo que debería haber hecho hace años: dejarle marchar.
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