Lenguas cooficiales

Más de 60 exdiputados se suman al rechazo a un Congreso «plurilingüe»

Antiguos dirigentes de PP, UCD y UPyD se unen a los veteranos del PSOE contra el «atropello» de la reforma

Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados
Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los DiputadosDavid JarLa Razón

Finalmente, más de 60 exparlamentarios se sumaron al escrito promovido por el exmiembro de la dirección nacional del PP Eugenio Nasarre contra la reforma exprés para utilizar las lenguas cooficiales en el Congreso. Un documento, adelantado por LA RAZÓN, que ayer entregaron a la presidenta de la Cámara Baja, Francina Armengol, mostrando su «disgusto».

En un primer momento, lo secundaba una veintena de exdirigentes del PSOE, entre ellos el expulsado Nicolás Redondo; Virgilio Zapatero, exministro de Relaciones con las Cortes y Secretaría del Gobierno, y miembro de la generación del PSOE que llegó al poder en 1982 bajo el liderazgo de Felipe González, o los exdiputados Pedro Bofill y Alejandro Cercas.

Pero en la noche del jueves, se celebró una cena en homenaje al expresidente del Senado Juan José Laborda (uno de los primeros firmantes), un encuentro en el que participaron políticos veteranos de diferentes partidos, muchos de los cuales se adhirieron a este documento de rechazo horas antes de presentárselo a Armengol.

Así, la cifra final de firmantes ha ascendido a más de 60, entre exdirigentes del PSOE, PP, UPyD y UCD, los cuales denuncian que la presidenta de la Cámara ha tomado la decisión de permitir el uso del catalán, el euskera o el gallego en el pleno en el que se debatirá la reforma para su utilización sin los apoyos necesarios, aceptando así una de las exigencias de las formaciones independentistas para apoyar la investidura del líder socialista, Pedro Sánchez.

«Rechazamos la decisión de que la Cámara se convierta en una Cámara plurilingüe», subrayó la que fuera vicepresidenta tercera del Congreso y alcaldesa de Sevilla, la popular Soledad Becerril, una de las firmantes de este escrito y también una de las encargadas de entregárselo a Armengol junto a socialista Pedro Bofill y el popular Nasarre. Este último también quiso destacar la «preocupación» que sienten por esta reforma del reglamento de la Cámara Baja, algo que calificó de «atropello», pues el único objetivo de la misma es «satisfacer» las pretensiones de los grupos nacionalistas, que llevaban «años aspirando» a este cambio de las reglas.

[[H3:El popular Eugenio Nasarre critica que solo se busca «satisfacer» a los nacionalistas]]

Por ello, el promotor de esta iniciativa no dudó en afirmar que el fin último de toda esta modificación es «encaminar» a España «hacia esa pretensión de que España es una realidad plurinacional, y eso es una mutación, un cambio de la Constitución a la que nosotros estamos en contra», sentenció.

Entre los firmantes que se conocieron ayer y que se sumaron a última hora están los exministros Juan Carlos Aparicio, María Dolores de Cospedal, Rafael Catalá, Miguel Arias Cañete, Federico Trillo o Isabel Tocino; los exsecretarios de Estado Gabriel Elorriaga o Miguel Angel Cortés; el exabogado general del Estado, Arturo García Tizón; la expresidenta de UPyD Rosa Díez o el exministro de UCD Jaime Lamo de Espinosa. Antes ya lo habían hecho Javier Rojo, expresidente del Senado y diputado; Javier Saénz de Cosculluela, exministro de Obras Públicas; José Rodríguez de la Borbolla, exsenador; Francisco Vázquez, exdiputado y exalcalde de La Coruña; Elena Flores, exsenadora; Luis Berenguer, exdiputado; Ciriaco de Vicente, exdiputado; Alfonso Garrido, exsenador; Antonio Ojeda, exsenador; José Carracao, exsenador; Javier Paniagua, exdiputado; Francisco Moreno, exsenador; Salvador Moreda, exdiputado, o Tomás Gómez, exsenador, entre otros.

También lo firman María Dolores de Cospedal, Federico Trillo, Miguel Arias Cañete y Rosa Díez

Todos plasmaron su firma en un escrito en el que muestran, como detalló este periódico, su «gran estupor y mayor consternación» por «pretender modificar los usos de la Cámara, convirtiéndola en una institución plurilingüe». Un cambio que, denuncian, «quiere llevarse a cabo, además, de manera escandalosamente precipitada y con el quebranto de una regla de oro del parlamentarismo demoliberal: que las modificaciones del Reglamento, al ser las normas que establecen las reglas de juego de la institución, han de contar con un amplio acuerdo de los grupos parlamentarios, como siempre ha sucedido».

Por ello, consideran que «la pretensión de que la mitad de la Cámara imponga una reforma de tal calado es un trágala inaceptable, una verdadera ruptura de las reglas propias de cualquier sistema democrático». De ahí que mostrasen su «más firme rechazo a una reforma del Reglamento que contradice la Constitución, no se adecúa a nuestra realidad lingüística y no es razonable».

Por ello, resumen: «Quienes firmamos este escrito no nos pondríamos nunca un pinganillo para poder dialogar con un compatriota, pudiendo hacerlo en la lengua común de ambos, que es la lengua de todos los españoles».