El desafío independentista
Mas se vuelca por la independencia
Artur Mas no necesitó encadenarse ayer a la «Vía Catalana hacia la independencia» para demostrar su compromiso con el proyecto de un nuevo Estado catalán. Le bastó con mostrar a diez de sus doce consejeros cruzando sus manos en distintos tramos de la kilométrica cadena humana que recorrió Cataluña para dejar claro que su Gobierno está completamente entregado al proceso soberanista. Incluso la vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega (de Unió Democràtica), se prestó a encadenarse en Sils (Gerona), aunque quiso argumentar que lo hacía para reivindicar el derecho a decidir de los catalanes y no la independencia.
Sea como fuere, Mas –que evitó participar en la «Vía Catalana» para «preservar» su papel institucional en la Diada– proyectó la imagen de un Gobierno totalmente volcado con el proceso independentista, al menos tanto como ERC, su más directo competidor en las próximas autonómicas, según pronostican las encuestas. Del Gobierno catalán, únicamente se ausentaron el titular de Interior, Ramón Espadaler, al frente del dispositivo de seguridad, y el consejero de Agricultura y secretario general de Unió, Josep María Pelegrí, que siguió el ejemplo del líder de su formación, Josep Antoni Duran Lleida.
Mas se cuidó de colocar a su esposa, Helena Rakosnik, junto al consejero de Cultura, Ferrán Mascarell, en la primera fila de autoridades encadenada en la plaza Sant Jaume de Barcelona, frente al Palau de la Generalitat, para escenificar un apoyo inequívoco a la «Vía Catalana hacia la independencia». El líder nacionalista, además, recibió a la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y organizadora del acto, Carme Forcadell, que le urgió a tomar «decisiones históricas». «Pedimos a nuestras instituciones que cumplan la declaración de soberanía del pasado enero y convoquen la consulta sin dilaciones ni pérdidas de tiempo que sólo perjudican a nuestro pueblo, sobre todo a los más desfavorecidos. Es hora de que demuestren su determinación y compromiso con este pueblo, convocando la consulta para 2014», dijo Forcadell para disuadir a Mas de la idea de levantar el pie del acelerador.
Lo cierto es que el presidente de la Generalitat no lo va a tener sencillo si desea ganar tiempo. De hecho, ayer más que nunca se visualizó que Mas está atrapado en estos momentos por la corriente que él mismo precipitó al avanzar las últimas elecciones con el objetivo de celebrar una consulta soberanista. Su brazo civil, la Asamblea Nacional Catalana, advirtió al presidente de la Generalitat, que no está dispuesta a culminar el proceso independentista con un plebiscito electoral en 2016, tal y como deslizó Mas la semana pasada en una entrevista.
En todo caso, la idea del presidente de la Generalitat ahora es trasladar la presión a Mariano Rajoy para que mueva ficha. La estrategia de Mas es sencilla y conocida: por segunda vez consecutiva, centenares de miles de catalanes se han movilizado en la Diada con una reivindicación soberanista y, por tanto, el Gobierno no puede permanecer de brazos cruzados custodiando la Constitución. Así las cosas, esgrimirá el presidente de la Generalitat, el Gobierno no puede continuar ignorando el clamor soberanista con el argumento de que la consulta no cabe en el marco constitucional. Como anticipo de todo ello, Mas advirtió a Rajoy de que tendrá «problemas graves» de relación con Cataluña si no le da una vía para canalizar esta reivindicación.
La carta de Rajoy
La duda es si la masiva movilización de ayer en Cataluña va a modificar en algún sentido la carta de respuesta del presidente del Gobierno al presidente de la Generalitat en relación a la petición de celebración de la consulta soberanista. Los populares insisten en que no, en que Rajoy no tiene ninguna duda sobre la posibilidad de permitir un referéndum de autodeterminación: no.
En todo caso, Mas prometió seguir «intentando hasta el final que estas vías de diálogo existan, con el mejor ánimo y con ganas de verdad, para que se permita, como en el Reino Unido, encontrar la vía para una consulta dentro de los marcos legales». De fracasar la vía del diálogo con el Gobierno, el presidente de la Generalitat tiene pocas dudas sobre el plan B. Consistirá en convocar un plebiscito electoral. Antes de eso, sin embargo, lo más posible será ver a Mas manifestándose en las calles como presidente de la Generalitat. Encadenado o de otra forma.
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