El desafío independentista

Mas suplica un «rescate» catalanista

Insiste a ERC y PSC que se presten a formar un gobierno de concentración para afrontar la situación de «emergencia nacional»

Artur Mas, ayer, durante su visita al Museo Apel.les Fenosa de El Vendrell, en Tarragona
Artur Mas, ayer, durante su visita al Museo Apel.les Fenosa de El Vendrell, en Tarragonalarazon

El primer día del presente curso político en el Parlament de Cataluña empezó con una propuesta de PSC y el PP a Artur Mas para que formara un gobierno de concentración.

El primer día del presente curso político en el Parlament de Cataluña empezó con una propuesta de PSC y el PP a Artur Mas para que formara un gobierno de concentración que dejara a un lado la consulta soberanista y se centrara en salir de la crisis. Mas, que por aquel entonces estaba negociando un pacto de legislatura con ERC, rechazó la oferta. Aunque logró firmar un acuerdo con Oriol Junqueras a través del cual los republicanos se comprometían a dar estabilidad al gobierno en minoría de CiU, ahora ERC amenaza con incumplir su palabra y no aprobar siquiera los primeros presupuestos de la legislatura.

Ante este panorama, Mas pide ahora un gobierno de concentración con ERC y el PSC, alegando que las finanzas catalanas viven una situación de «emergencia». La primera vez que lanzó el «SOS» fue durante una entrevista en un programa de radio. Y tanto ERC como el PSC rechazaron su oferta. La segunda, durante el balance de sus primeros cien días de gobierno. «Está en juego el país, no el gobierno», añadió. Pero su petición, aún vestida de drama, no logró convencer a Esquerra y el PSC. Es más, Junqueras redobló su presión sobre el Govern a quien amenazó con no aprobar los presupuestos ni siquiera si el objetivo de déficit se amplía al 1,5 por ciento, porque no quiere ser el responsable de unos recortes «salvajes». Aunque firmó un acuerdo de legislatura que contemplaba unos recortes de 4.400 millones basándose en un objetivo de déficit del 0,7 por ciento para las Comunidades Autónomas, ahora, los republicanos dicen que no asumirán un límite de déficit inferior al 2 por ciento.

Ante este amago de ERC, Mas volvió a plantear ayer la necesidad de formar un gobierno de concentración. Tras visitar el Museo Apel.les Fenosa, en El Vendrell (Tarragona), llamó a los partidos políticos catalanes a concentrar esfuerzos en defensa del interés general y ante la situación de «emergencia» que atraviesa Cataluña. «Si no somos capaces de cambiar el chip en un momento de máxima emergencia en el que el país está en juego, no saldremos adelante», advirtió. Fue un aviso, en el que, claramente, se pudo leer un mensaje a los republicanos». Mas admitió que la aprobación de los presupuestos –que el gobierno catalán afrontará las próximas semanas–, «será una prueba muy dura, nada fácil, incluso, incómoda y nada popular». Pero instó a quienes defienden «los valores básicos de la catalanidad», a a aplicar nuevo códigos en la política y a olvidarse de cada uno e identificar donde está el bien común.

El PSC, aunque se resiste a actuar como el salvavidas de Mas, entreabrió la puerta al gobierno de concentración que reclama el presidente de la Generalitat. Primero, durante una entrevista en la televisión pública catalana, el primer secretario del PSC, Pere Navarro, propuso un gobierno de concentración como el de Josep Tarradellas, el de la transición. Esto es un ejecutivo en el que participen los siete partidos que dibujan el Parlament de Cataluña, en el que no hace falta repartirse las conselleries, simplemente, participar en las decisión de las reuniones de gobierno. Y luego, en una rueda de Prensa en la sede del PSC, Navarro exigió un giro de 180 grados para entrar en su gobierno. Navarro admitió que «la distancia que nos separa es muy grande», que Mas tendría que aparcar la agenda soberanista, dar prioridad a las políticas sociales y adoptar medidas para reactivar la economía. Pero, «aunque vamos por caminos diferentes» y el margen para pactar los presupuestos es escaso, se sentarán a hablar. Más beligereante se mostró Junqueras, que acusó de «no tener vergüenza» a quienes piden a su partido que apoyen unas cuentas