Fuerzas Armadas

«Me hice reservista como aventura y para servir a las personas»

Entrevista a Begoña Porritt, alférez médico reservista. Nunca tuvo «espíritu militar», ni familia en las Fuerzas Armadas, pero al entrar rompió «ciertos estigmas»

Begoña Porritt, alférez médico reservista
Begoña Porritt, alférez médico reservistalarazon

Nunca tuvo «espíritu militar», ni familia en las Fuerzas Armadas, pero una vez entró como reservista, «conocí el Ejército y rompí ciertos estigmas», asegura Begoña Porritt.

Ha estado embarcada en la fragata “Blas de Lezo” en una operación antiterrorista de la OTAN y el 16 de agosto embarca en el “Juan Sebastián Elcano”. Nunca tuvo “espíritu militar”, ni familia en las Fuerzas Armadas, pero una vez entró como reservista, “conocí el Ejército y rompí ciertos estigmas”, asegura Begoña Porritt, quien a sus 54 años y tras muchos años como médico en una aldea aislada de Lugo, se atreve con “cualquier aventura”. Su profesión es de las más demandadas de las Fuerzas Armadas por la falta de sanitarios, pero no duda en ensalzar el trabajo y el empeño de otros compañeros reservistas a los que, sin embargo, por tener otras profesiones, “les activan menos”.

¿A qué se dedica en su vida civil?

Soy Médico de Familia y trabajo en un centro de salud cerca de Vigo desde 2003. Previamente estuve muchos años en una aldea bastante aislada de Lugo, así que sé lo que es la vida dura. Por eso me atreví con otras aventuras.

¿Por qué se hizo reservista?

Fue por casualidad. Cuando se produjo el terremoto de Haití llamé porque quería participar en la ayuda humanitaria. Me dijeron que había unidades especiales, como la UME, y me enteré de que podías acceder ella y ejercer como militar a tiempo parcial. Hablé con mi hermano, que es enfermero reservista, y me presenté por eso, por la ayuda humanitaria, no porque tuviera espíritu militar. Pero luego conocí el Ejército, rompí ciertos estigmas que tenía con respecto a él y vi que había cambiado mucho. Me lancé, como aventura y porque me apetecía servir a las personas de otra forma.

¿Le facilitaron las cosas en su trabajo?

Desconocían el tema y al principio tuve que mandarles la legislación, porque ser reservista es un derecho constitucional y deben facilitarlo. Una vez que me activan para misiones pierdo, entre comillas, todos mis derechos civiles y paso a tener los derechos y deberes militares. Mi empresa no lo sabía. Les fui mandando la legislación y no me han puesto problemas. Me sustituyen, porque mi sueldo base queda para el sustituto. Dejan de pagarme, pero uno no se hace reservista por dinero y pueden pagar a otro. Mis compañeros lo han aceptado más o menos bien, porque cuando me voy activada me ponen sustituto, pero cuando voy en formación, no, y me cubren ellos.

¿Qué ha encontrado en las Fuerzas Armadas?

Sobre todo gente. Soy médico y lo que más valor tiene para mí son las personas. He comprobado que son unos grandes profesionales, con mucha vocación. Me da rabia que socialmente no estén muy valorados, ni tampoco bien pagados, y es uno de los motivos por los que no podemos activarnos muchos meses. El sueldo es inferior al de nuestra actividad civil, pero nuestras familias siguen teniendo las mismas necesidades. Pese a eso, están allí 24 horas de servicio en las misiones y siempre están dispuestos a ayudar, a hacer su trabajo. He encontrado gente maravillosa. A mí me vale para revalidar la ilusión por mi carrera, porque soy médico de vocación y tal y como están las cosas con la crisis, las listas de espera... a veces estás un poco desmotivado. Cambiar de modo de trabajar de vez en cuando me pareció ideal para conservar la ilusión.

¿Ha estado en misiones?

Estuve en “Active Endeavour”, en una misión antiterrorista. Tres meses fuera de casa, que fueron eternos, así que imagínate para los militares, que están más tiempo. También participé en las “Joint Warrior”, que son unas maniobras de la OTAN. Me gustaría participar en otras misiones, pero me limita la edad. De hecho, cuando me hice reservista había gente que se ponía sólo unos meses determinados de disponibilidad al año y yo decidí ponerme todo el año menos Navidad para tener mas posibilidades de ser activada. Mi profesión se necesita mucho en las Fuerzas Armadas, pero hay compañeros reservistas que son tan capaces como yo, pero al tener otras profesiones les activan menos.

¿Cuándo fue su primera activación?

La primera fue el 20 de septiembre de 2015. Previamente había pedido navegar un tiempo corto por si me mareaba. Me ofrecieron esa misión con bastante tiempo y lo fui pensando, era un barco de guerra, la “Blas de Lezo”. Primero fueron maniobras y luego ya una acción real antiterrorista.

¿Cómo lo vivió?

Hubo de todo. Pero el resumen fue muy positivo. Lo que yo sabia de medicina era a nivel civil, pero aquello es muy diferente. La patología que hay, afortunadamente, es en general la habitual y la pude manejar bien, pero estás de guardia las 24 horas. Pero claro, a veces recibes órdenes de gente mucho más joven que tú o tienes que intentar explicar a mandos con poder sobre ti, que no saben medicina, que hay que evacuar a una persona y eximirla de su actividad un tiempo, y no es fácil. Éramos más de 300 personas de dotación. Yo he tratado con todos y la empatía es diferente, y no todo el mundo te cae igual de bien, como en la vida. Con los oficiales congenié bien y enseguida me aceptaron en su grupo. Sí que hay alguno que era mas reticente al principio a tener un reservista. Y lo entiendo, porque ellos para llegar a ese nivel pasan por una larga Carrera Militar, pero también han entendido una vez que me han conocido que yo también en la medicina he trabajado mucho y que perdía muchas cosas al llegar allí, no sólo dinero.

¿Qué era lo que más trataba?

Patologías no graves en general, aunque también tuve de evacuar a un paciente. Llevamos un ecógrafo, un aparato de rayos y por una situación previa al embarque no pude hacer lo que se llama la “semana de ambientación”, por lo que tuve que aprender a manejarlos sobre la marcha, como cuando cambias de móvil. Iba con una enfermera militar de carrera muy trabajadora y todo lo hicimos en equipo. El papeleo, que al trabajar con OTAN es complicado, es todo mérito suyo. Atendimos mucha patología traumatológica, esguinces, torceduras, golpes, quemaduras, además de la propia de Medicina de Familia, alguna pequeña intervención quirúrgica... Además tuve apoyo con el Gómez Ulla por telemedicina para decidir la evacuación. También atendimos patologías no orgánicas, hay mucha ansiedad por los cambios de horarios y la actividad intensísima de unas maniobras de esa envergadura. Sus trabajos son muy demandantes, con guardias que les cambian el ritmo circadiano, pocas horas de sueño... Es ahí cuando realmente les conozco, porque a uno le duele la cabeza y le tiras de la manta ves que el dolor lo produce porque tiene ansiedad, porque su madre, su mujer o su hijo están malos, de cumpleaños... Eso me ha permitido hablar con la gente y es una de las cosas en las que me he sentido más útil.

Y ahora se embarca en el “Juan Sebastián Elcano”...

Me hace mucha ilusión. Me parecía como un imposible. Me parecía muy improbable... el buque insignia.. Hay lista de espera para los propios militares de carrera. Y encima somos voluntarios y le puedes poner un poco tus condiciones. Cuando me dijeron “Elcano” del 16 de agosto al 20 de octubre, dije: “No me lo puedo perder”. Dije que sí y ni lo había hablado en casa, pero me parecía que era muy afortunada al tener esta oportunidad. Era como un sueño.

¿Alguna espinita clavada?

La primera vez que me llamaron fue para Líbano e iría muy contenta, pero me dijeron a los pocos días que por ser mayor de 50 me limitaba la edad. Y pensé que nunca más me llamarían, pero surgió lo de la Armada.

¿Cómo fue su instrucción?

Cuando te dan la plaza como aspirante hacemos la Formación Militar Básica. Nos vamos 15 días a la “mili”. El primer contacto que tuve con el comandante, ahora somos grandes amigos, fue horrible, nos puso a todos a la orden como si fuéramos niños, pero luego la cosa se relajó... se reía cuándo se lo contábamos. Tuvimos Instrucción de Orden Abierto y Cerrado. En cerrado, nos daban nociones de las acciones del Ejército, de las misiones para mantenimiento de la paz, de las bélicas en las que están implicados... También un poquito de armas, ordenanzas militares o la historia del Ejército del Aire, porque hicimos la instrucción en la base de Torrejón, en la Escuela de Técnicas Aeronáuticas (ESTAER). Después está la de orden abierto, en la que básicamente aprendes cosas como a desfilar. Nos levantábamos a las 6:00 y fue durillo. Hacíamos alguna carrera de orientación, de supervivencia... Los que no eran de cuerpos comunes tienen una fase posterior, que es la militar específica, pero como nuestra específica sería la sanitaria, no la hicimos. Eso sí, para irte de misiones haces un curso de soporte vital en combate, que es adaptar nuestros conocimientos al combate. Aunque espero sólo tener que tratar catarros, diarreas, esguinces... jajaja.

¿Iría a la guerra?

Cuando me hice reservista, sí. Ahora, depende del país que fuera. En principio, creo que sí. Esto no lo hice antes porque mi hija era pequeña y me necesitaba, y me parecía una irresponsabilidad con un trabajo fijo irme a un sitio donde puedo correr más peligro. Pero yo me apunté para eso, para irme dónde me necesiten, como un hospital de Afganistán o Líbano. Hace 3 o 4 años empezaron a ir reservistas, ya que antes no podían. Es lógico, porque nuestro conocimiento militar es escaso. No podemos pensar que en 15 días tenemos los conocimientos que hacen falta, pero también siempre estamos más protegidos. Si tenemos que movernos, por lo que me han enseñado, yo voy a ser la que estoy en la “bolita”, porque el médico hace falta y está más protegido.

¿Qué aporta alguien como usted a las Fuerzas Armadas?

Mis habilidades y mis conocimientos sanitarios. Y la ilusión que tengo de que quiero ser médico por encima de todo. Ahí es un trato muy personal, muy directo y yo soy una persona empática, me gusta hablar. En un lugar cerrado, como un barco, aporto mi carácter, soy positiva. Creo que les he aportado tranquilidad y alegría. El resto lo tengo que aprender todo el día de ellos.

¿Animaría a más gente a hacerse reservista?

Sí. De hecho, siempre que cuento a alguien mi experiencia, cuando sale la convocatoria, se la mando y resalto el lado positivo. Lo negativo, intento olvidarlo, es mi filosofía de vida.