Extremo centro

La mentira sobre la inmigración

Durante estos años la democracia liberal sostuvo un engaño a sabiendas, el de un pluralismo racial que reduciría conflictos

-FOTODELDÍA- LA RESTINGA (EL HIERRO), 06/01/2025.- Un total de 60 personas, entre ellas cuatro mujeres y un bebé, han arribado este lunes en el segundo cayuco que ha recibido esta jornada la isla de El Hierro. En la imagen, llegada de los inmigrantes a La Restinga. EFE/ Gelmert Finol
Llegada de inmigrantes en cayuco a la isla canaria de El HierroGelmert FinolAgencia EFE

Sé que no se entenderá, pero creo que, si un famoso llega a los cien años, los periodistas deberían tener la libertad de titular «Por fin se muere fulano de tal». No por crueldad, sino como reconocimiento a una vida tan larga que da algo de rabia. Aunque demasiado amor puede matarnos, un poco de sinceridad no debería hacernos daño.

Resulta un poco ridícula la izquierda del dedito «levantao» que nos señala con tono machacón lo indignantes que son las expresiones de malestar popular contra Pedro Sánchez. No sé si les resuelve algo el recurso a la autoficción indignada, ese pedir el bote de sales en público, como si así resolvieran el descontento social de fondo. Me pregunto a quién le hablan cuando admiten, a regañadientes, que el viento ya no sopla a su favor.

Las protestas no son solo ruido; reflejan una frustración estructural que acumula los sueños rotos de una generación de jóvenes condenados al alquiler, el malestar de la propia izquierda ante sus escándalos de corrupción y la desconexión de una política desmaterializada que convierte en asunto de conversación la última pijada que se le ocurra al gabinete de Semillas.

La respuesta de Sánchez, encastillado en Moncloa, parece ser la producción acelerada de «moñecos», en este caso con la excusa de la política exterior. Eterna campaña hueca que vive como zombi solo en los entornos de la comunicación digital, la espectacularización y lo teatral. En línea con el último moñeco planteado por el presidente, tenemos la flotilla por Gaza que partió de Barcelona, vinculada a la «Gauche Divine Colau Upper Diagonal». Sin duda, la más extraordinaria a nivel global de todas las acciones. Como un embudo cósmico, ha concentrado en un solo punto y momento un despliegue de talento sin igual. Imagina a Marina Abramovic, Umelec, Yoko Ono y Hirst, todos juntos, resonando al ritmo de música dance, impulsados por un M de extraordinaria calidad. Un espectáculo de «performers» que trasciende fronteras, un verdadero orgullo para España.

La política contemporánea ha integrado la autoficción, donde expresarse sobre algo en redes sociales parece un acto con peso real. Te autoprogramas para creer que una audiencia imaginaria valida tus palabras, pero es una ilusión: una gran masturbación colectiva, un satisfyer de gestos vacíos. Tuits, memes y palabras se confunden como acciones significativas, cuando solo son expresiones de una política desmaterializada, estéril e inocua. Gobiernos y políticos explotan este simulacro, haciéndote sentir satisfecho mientras te consumes odiando a tu vecino. Viviendo en un bucle, creyendo que participas en lo real, cuando solo alimentas un espejismo digital que no transforma nada, solo polariza y engaña. Todos esperamos que caiga el velo definitivo sobre esa parte cada vez mayor de las interacciones y las visualizaciones que se disponen desde los administradores del internet muerto.

Mientras la política sigue su rumbo, la democracia liberal nos presenta a Leire Díaz con un grado de inconsciencia fascinante, confirmando que entregó al director de los servicios jurídicos del PSOE un pendrive con los resultados de sus investigaciones sobre jueces y periodistas. La democracia liberal y sus expertos y metodologías afirman que vivimos en la sociedad más segura de nuestra historia, mientras las agresiones sexuales con penetración se han disparado un 275,3% en siete años. La democracia liberal también intenta suavizar la gravedad de la reciente violación ocurrida en Hortaleza, vinculada a un centro de menores, con un discurso sorprendente. ¿No ha habido una violación? Nadie habló de «contextos sociales» durante el juicio de La Manada.

Durante estos años hemos aprendido que la democracia liberal sostuvo una mentira a sabiendas: que la inmigración generaba solo beneficios y riqueza. Creyeron, y nos hicieron creer, que era un precio razonable por la utopía de un pluralismo racial que reduciría conflictos y guerras. Yo también lo dije, por un rato, seducido por la narrativa de armonía global. Pero los datos lo desmienten: tensiones culturales, desigualdades y guetos han crecido en muchas ciudades. Si la intención era noble, ignorar los costes sociales fue un error. La democracia liberal, en su afán utópico, sacrificó la verdad por una ilusión que ahora se desmorona. La democracia liberal nos ha servido durante casi un siglo, ofreciendo estabilidad, derechos y progreso. Sin embargo, sus grietas son evidentes y parece tambalearse ante su propia incapacidad para responder a crisis globales y desigualdades crecientes. Quizás sea hora de prepararnos para escribir un obituario, no con cinismo, sino con la lucidez de quien ve el ciclo agotarse. No se trata tanto de celebrar su fin, sino de ponerse en serio a reparar lo que no funciona o, de manera definitiva, imaginar qué viene después.