Conflicto diplomático
El ministro de Defensa luso desentierra un contencioso histórico con España y dice que Olivenza es portuguesa y no renuncian a ella
Este municipio de Badajoz pasó a ser español tras la conocida como Guerra de las Naranjas, en 1801, pero Portugal nunca reconoció su cesión y lo reivindica desde entonces.
El ministro de Defensa luso, Nuno Melo, aseguró este viernes que la localidad de Olivenza, ubicada en la provincia española de Badajoz, es "portuguesa" y que Portugal no va a renunciar a ella.
"Olivenza es portuguesa, naturalmente. Y no es ninguna provocación", dijo al ser cuestionado por los periodistas en Estremoz, a unos 60 kilómetros de la frontera con Badajoz, donde aseveró que el Estado portugués no reconoce esa localidad como territorio español.
Olivenza es un municipio situado en la frontera, que la Corona de Castilla entregó a Portugal con el Tratado de Alcañices en 1297.
Sin embargo, volvió a la soberanía española durante la Guerra de las Naranjas, con la firma del Tratado de Badajoz en 1801.
Pero en Portugal persiste una reivindicación de que es territorio luso y España incumple lo establecido posteriormente en el Congreso de Viena de 1815.
"Por tratado, Olivenza deberá ser entregada al Estado portugués", insistió Melo, miembro del Ejecutivo conservador liderado por Luís Montenegro, que gobierna desde abril.
El ministro de Defensa señaló que no se trata de un asunto "caricaturesco" y afirmó que Portugal "no renuncia" a sus derechos.
Aunque la postura oficial tradicional de Portugal ha sido defender su soberanía sobre Olivenza, la cuestión ha permanecido alejada de la agenda política entre Portugal y España en las últimas décadas.
La Guerra de las Naranjas (1801)
La Guerra de las Naranjas fue un breve conflicto armado entre España y Portugal que tuvo lugar en mayo de 1801. Fue motivado por la negativa de Portugal a cerrar sus puertos al comercio británico, en un contexto en el que España y Francia, aliados bajo el Tratado de San Ildefonso (1796), exigían a Portugal alinearse con el Bloqueo Continental impuesto por Napoleón Bonaparte para aislar a Gran Bretaña económicamente. Portugal, históricamente aliado de los británicos, se resistía a romper relaciones con su principal socio comercial, lo que provocó tensiones con sus vecinos ibéricos.
La guerra fue declarada por Carlos IV de España el 20 de mayo de 1801, bajo la presión francesa. El ejército español, comandado por el general Manuel Godoy, invadió rápidamente el Alentejo portugués. En menos de un mes, las fuerzas españolas lograron avanzar sin encontrar una resistencia significativa por parte de los lusitanos, que no estaban preparados para un conflicto bélico. Uno de los momentos más simbólicos del conflicto fue la toma de la ciudad de Elvas.
Godoy, en un gesto de burla, envió a la reina de España un ramo de naranjas que había recogido de la región de Elvas, de ahí el nombre del conflicto. Este acto tenía como objetivo demostrar la rapidez y facilidad con la que España había logrado su objetivo. Sin embargo, aunque la guerra fue breve y de bajo impacto militar, tuvo consecuencias políticas y territoriales duraderas.
El conflicto concluyó rápidamente con la paz de Badajoz el 6 de junio de 1801, por la que Portugal aceptó varias condiciones impuestas por España y Francia, entre ellas el cierre de sus puertos a los británicos y la cesión de algunas plazas estratégicas, como la villa de Olivenza y sus territorios circundantes.
El contencioso por Olivenza
La cesión de Olivenza fue uno de los puntos más relevantes de la Guerra de las Naranjas, y es el origen de un contencioso territorial entre España y Portugal que aún persiste. La villa de Olivenza, situada en la provincia de Badajoz, formaba parte de Portugal desde la Guerra de Restauración portuguesa (1640-1668), cuando los lusos lograron su independencia del reino español. Sin embargo, en el tratado de paz de 1801, Olivenza y sus alrededores fueron entregados a España, que incorporó el territorio a la provincia de Badajoz.
Portugal nunca reconoció plenamente la legitimidad de esta anexión. Tras la caída de Napoleón y el fin de las guerras napoleónicas, el Congreso de Viena de 1815, donde las potencias europeas se reunieron para reorganizar el mapa político del continente, incluyó una cláusula que ordenaba a España devolver Olivenza a Portugal. Sin embargo, España nunca cumplió con esta cláusula, y desde entonces el estatus del territorio ha sido motivo de tensiones diplomáticas entre los dos países.
El estatus de Olivenza en la actualidad
A pesar del mandato del Congreso de Viena, Olivenza ha permanecido bajo soberanía española desde 1801. En la práctica, el conflicto no ha derivado en enfrentamientos bélicos o tensiones serias en los últimos siglos, y las relaciones entre España y Portugal han sido generalmente cordiales, especialmente desde la entrada de ambos países en la Unión Europea en 1986. Sin embargo, el asunto de Olivenza sigue siendo un tema delicado, y periódicamente surge en debates políticos y diplomáticos.
Desde el punto de vista legal, Portugal sigue reivindicando el territorio de Olivenza como parte de su soberanía, aunque no ha ejercido presión diplomática significativa sobre España para la devolución. El gobierno portugués sostiene que el tratado de 1801 fue impuesto por la fuerza y que la situación debe corregirse conforme al acuerdo del Congreso de Viena. Por su parte, España considera que Olivenza es parte de su territorio y que los lazos históricos y culturales de los habitantes de la villa con España justifican la soberanía española.
La situación cultural en Olivenza
A lo largo de los siglos, Olivenza ha experimentado una españolización progresiva. Aunque antes de 1801 la región era predominantemente portuguesa, el cambio de administración llevó a la imposición del castellano como lengua oficial y al progresivo abandono del portugués. Hoy en día, la mayoría de los habitantes de Olivenza se identifican como españoles y hablan castellano, aunque existen algunas influencias culturales y lingüísticas portuguesas en la región.
A pesar de la incorporación de Olivenza a España, el patrimonio arquitectónico y cultural de la villa refleja su pasado portugués. La ciudad conserva numerosos ejemplos de arquitectura portuguesa, como las murallas y la iglesia de Santa María Magdalena, construida en estilo manuelino, característico de Portugal. En este sentido, Olivenza ha sabido mantener una identidad cultural que fusiona elementos españoles y portugueses.
Las relaciones transfronterizas entre Olivenza y las regiones portuguesas vecinas también son fluidas. La cercanía geográfica y los lazos históricos entre las dos comunidades han fomentado la cooperación en temas económicos, culturales y turísticos. La villa organiza eventos que celebran su herencia luso-española, lo que atrae a visitantes de ambos países y contribuye a reforzar la convivencia pacífica entre las dos identidades.
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