"caso Santos Cerdán"
Moncloa contacta con los socios para calibrar apoyos a la cuestión de confianza
El Gobierno busca una salida y quiere asegurarse la mayoría de la investidura
“Algo más hay que hacer”. Cuatro días después de la intervención del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras conocerse la implicación de Santos Cerdán en la trama criminal del, hasta entonces, “caso Koldo”, la asunción generalizada en el partido y el Ejecutivo es que las medidas anunciadas por el líder socialista no son suficientes. La dimisión del secretario de Organización era debida; la reestructuración de la Ejecutiva, obligada por su salida y ante la necesidad de borrar cualquier rastro de su influencia en el futuro organigrama socialista, y la auditoría externa del PSOE ya está en manos de la Unidad Central Operativa (UCO), no hace falta encargársela a nadie más. Además de lo estéril del movimiento, porque nadie con un mínimo de pericia criminal, y al triángulo Santos-Ábalos-Koldo se les presupone, deja huella de irregularidades en los registros oficiales.
Sánchez trato de encapsular, así, el escándalo en el partido, pero el temor que ya recorre todas las instancias socialistas es que salte extramuros de Ferraz y pueda acabar impactando en el devenir de la legislatura. “No sabemos qué más puede haber, pero esto solo es el principio”, resume un cargo territorial, recogiendo el sentir mayoritario. La sensación es que se avecina una pesadilla y que llegar en estas condiciones a 2027, como el presidente volvió a proclamar el jueves, no es realista. Sánchez ha perdido el control de la legislatura y ahora, más que nunca, depende de sus socios. Solo podrá resistir en el cargo si cuenta con la complicidad de la mayoría que le aupó al poder y que, hasta ahora, no ha dado síntomas de querer dejarle caer.
Dentro de los escenarios que valora Moncloa es sustantivo que el primer movimiento que se haya hecho, tras salir de la conmoción en la que estaban inmersos, haya sido una ronda de contactos con los aliados de investidura, según ha podido saber LA RAZÓN. A expensas de que pueda existir una escenificación oficial, con reuniones presenciales que busquen llenar la agenda pública y desviarla de la corrupción, los primeros tanteos se han hecho en privado, con un triple objetivo. El primero, dar explicaciones. Se ha trasladado personalmente la información que se demandaba, para hacer un dibujo de la situación actual. Un dibujo incompleto ante la incógnita de lo que puede estar por venir en el futuro.
En segundo término, según las fuentes consultadas, se buscaba “escuchar” a sus interlocutores, que, casi de manera unánime, piden una comparecencia del presidente en el Congreso de los Diputados. El próximo miércoles, tras la suspensión de la cumbre en Nueva York de la solución de los dos Estados, Sánchez participará en la sesión de control al Gobierno. Y en tercer lugar y como objetivo último, en Moncloa quieren saber si cuentan con los números para seguir adelante. El objetivo es 2027, aunque ya se torne irrealizable.
La ronda de contactos tiene, además, sentido por una de las vías que el Gobierno comienza a valorar y es la de someterse a una cuestión de confianza. Hay quienes consideran que esto permitiría a Sánchez investirse de legitimidad ante el escándalo y retomar el rumbo en la segunda fase de la legislatura. Irremediablemente vendría acompañado también de cambios en el Gobierno. Sin embargo, hay otros a los que no les seduce esta propuesta, porque consideran que sería tanto como asumir que el escándalo impacta al presidente y no solo al secretario general. Esto es, las consecuencias llegan a Moncloa y no se limitan a Ferraz. Y hay quienes también recuerdan el "infierno" que se vivió en la investidura, y que acabó con una ley de amnistía al “procés”. Ahora, explican, la situación sería mucho peor, con un Sánchez en una posición de extrema debilidad que tendría que acceder a someterse a un nuevo “mercado persa” de sus socios.
“No hay salida buena”, reconocen las fuentes consultadas, pero más allá de los cambios en la dirección del PSOE de cara al próximo Comité Federal del 5 de julio en Sevilla, ya se están valorando otras opciones y escenarios para ya no encapsular el escándalo, sino tratar de combatirlo recuperando la iniciativa ante la incertidumbre de que el próximo golpe sea aún más letal, les tumbe definitivamente en la lona, con algún ministro o alta autoridad del Estado implicado y no quepa ya más salida que la de convocar elecciones. Marcharse antes de te echen.