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Monedero: «La independencia es un sueño bonito pero no es real»

Carga contra el soberanismo en Barcelona

La Razón
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El número tres de Podemos, Juan Carlos Monedero, ha estado un par de días de ruta por Cataluña para afianzar futuras alianzas electorales, y aprovechó ayer para dejar un recado a los soberanistas: «La independencia es un sueño bonito pero no es real». De hecho, el número tres de Podemos mostró el cambio que ha experimentado su partido respecto a la cuestión catalana antes y después de las elecciones europeas. Así, mientras antes defendían la necesidad de un referéndum para Cataluña, a medida que sus expectativas electorales se disparaban sus simpatías por la consulta menguaban. Para ello, recurrieron a una fórmula que les funcionara en todas partes: derecho a decidir, sí, pero todas las cosas.

Según Monedero, «el sueño de volver a empezar puede parecer una solución adecuada, pero luego no es real porque llevamos cinco siglos de aventura en común». El dirigente de la nueva formación añadió que «lo relevante es que hay una comunidad de mujeres y hombres que quieren reclamar, en nombre de la democracia, formas de autogobierno en una aventura que es más amplia que la de simplemente la de un territorio concreto». Monedero, sin embargo, no concretó, en una entrevista a TV3, si su formación apoyaría un referéndum a la escocesa en Cataluña.

El número tres de Podemos reclamó la necesidad de encontrar vías que faciliten el encaje entre Cataluña y España: «España debe reinventarse y Cataluña se ha de ver reconocida en nuestro discurso y no podemos cambiar de discurso cuando vamos a otros lugares». Y destacó: «Yo me siento español y me siento también catalán, no porque mi abuelo fuera de Vic, sino porque yo no entiendo mi identidad al margen de la identidad catalana». El número tres de Podemos insistió: «La idea del derecho a decidir no se basa en una identidad, sino en una reclamación democrática».

Juan Carlos Monedero cargó contra la política del gobierno de Rajoy en relación con Cataluña: «Ellos son los malos españoles. Quién está rompiendo España es la derecha española. Quien no tiene la concepción real de la democracia española plurinacional es esta derecha». Y también criticó la actuación del presidente de la Generalitat: «Siempre tengo la sensación de que Mas utiliza Cataluña como una palanca para conseguir algún tipo de beneficio político que suele coincidir, en el caso de estas fuerzas políticas, con un beneficio económico de determinados sectores». La estrategia de Podemos en Cataluña, por lo tanto, comienza a dibujarse y pasa por dominar los sectores de la población que hasta hace no mucho representaba el PSOE y, por extensión, el PSC.

Así, basta con recurrir a la hemeroteca. La efusividad que mostraba Pablo Iglesias a finales de 2013 y principios de 2014 contrasta con el giro dialéctico que su formación comenzó a emplear pasadas las elecciones europeas: derecho a decidir, sí, pero sobre todas las cosas. Es decir, un cajón de sastre en el que cabe todo, como por ejemplo, un referéndum sobre monarquía o república o sobre la sanidad universal.

«El derecho de autodeterminación de los pueblos es algo que tendrían que entender todos los demócratas. Hay algunos españoles que piensan que Cataluña y el País Vasco no deberían de tener ese derecho, cuenda esta es una base del pensamiento democrático. No se pueden poner puertas al campo», decía Iglesias cuando Podemos apenas comenzaba a caminar. «Cataluña debe ser lo que los catalanes y las catalanas decidan, pero para que eso sea posible es necesario abrir un proceso constituyente en todo el Estado»; «hay que abrir un proceso constituyente para discutir con todos de todo», dice ahora.

Una ambigüedad calculada que descolocó a los partidos tradicionales mientras les servía para arañar votos de aquí y allá. A Ada Colau (Guanyem) le sucedió algo parecido y optó por la fórmula de Podemos, «sobre todas las cosas».

La candidata a la alcaldía de Barcelona encendió las redes cuando escribió: «El derecho a decidir y a la autodeterminación es un derecho fundamental no negociable, pero no aceptaré confrontación con la población española». Ante el alud de críticas apostó por otro giro que podría haberse gestado en el seno de la Universidad Complutense de Madrid: «Cataluña y España nos llevamos muy bien. Son los políticos quienes entorpecen este vecinazgo». Es decir, estoy de acuerdo con el derecho a decidir, pero es cosa de los políticos.