La izquierda

Montero se impone a Díaz en la crisis del «solo sí es sí»

No logra marcar su perfil en la crisis más grave de la coalición. En el PSOE le piden «fijar una posición» dentro del grupo

La reforma de la ley del «solo sí es sí» no solo ha abierto en canal al Gobierno de coalición. Políticamente también ha vuelto a reventar las costuras dentro del grupo parlamentario de Unidas Podemos y se ha saldado con una clara ganadora en una batalla que va más allá de los posicionamientos políticos, sino de poder. La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha acabado reforzada internamente ante la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Ha sido la línea estratégica marcada por la primera –más dura y firme desde sus inicios en su «no»– la que ha vencido en el grupo parlamentario sobre la segunda, que ha apostado por una postura más conciliadora con el objetivo de apaciguar las aguas entre PSOE y Podemos en una de las peores crisis que ha vivido el Ejecutivo de coalición. Sin embargo, la vicepresidenta no ha logrado marcar perfil en esta batalla.

Cómo actuar respecto a la toma en consideración de la proposición de ley del PSOE para corregir los efectos no deseados en la norma ha dividido a un grupo en el que conviven muchas sensibilidades y que ya de por sí se encontraba fracturado. El Ministerio de Igualdad y el núcleo duro de Podemos apostaron desde el principio por construir un muro de contención respecto a la ministra Irene Montero ante las críticas como principal responsable de la ley. Durante estos días, los morados han elevado el tono contra sus socios en el Gobierno llegándoles a acusar de «traicionar al feminismo». El colofón a estas críticas llegó este martes y tuvo como escenario el Congreso de los Diputados, desde donde la portavoz morada Lucía Muñoz llegó a tildar de «fascistas» a todo aquel que «pretende volver al silencio o a la culpa» en referencia a la corrección de penas en el Código Penal para evitar las reducciones de pena y excarcelaciones que se están produciendo.

Los ataques no solo no gustaron en el grupo socialista, sino que tampoco fueron compartidos por todo el grupo parlamentario de Unidas Podemos. Menos a los diputados más alineados con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Tampoco al flanco catalán del partido e incluso al de IU, que aboga por llegar a un acuerdo en el trámite de enmiendas. Algo a lo que Podemos, de momento, se niega. La vicepresidenta Yolanda Díaz fue muy explícita cuando llegó al pleno del Congreso minutos antes de la votación. «Creo que nunca debimos de haber llegado hasta aquí». La ministra se mostró visiblemente molesta aunque asumió la posición de su grupo y votó en contra de la toma en consideración. Poco después, la vicepresidenta mantuvo una breve reunión con la ministra de Igualdad y el diputado de IU Enrique Santiago, que si bien todo apuntaba a un gabinete de crisis en el que ambas evidenciaban sus discrepancias, fuentes parlamentarias le quitaron hierro al asunto, aunque reconocieron que «el tono» de la portavoz morada «no ayudó». Ayer la vicepresidenta volvió a pedir «responsabilidad a todos».

Desde el momento que el PSOE presentó su propuesta de reforma, dentro del espacio de Unidas Podemos se ha dado un debate sobre si apoyar o no la reforma. La posición de la vicepresidenta ha sido hasta ahora pacificadora, intentando tender puentes entre las dos partes. Desde el minuto uno, Díaz ha abogado por «llegar a un acuerdo» y rebajar el «ruido», y ha pedido silencio en muchas ocasiones entre las partes para negociar con discreción. E, incluso, dos días antes de que se produjera la votación lo explicitó. «No me rindo, quedan horas suficientes para llegar a un acuerdo», dijo, a pesar de que Podemos ya había anunciado que no se movería del «no».

Fuentes cercanas a la vicepresidenta más allá de incidir en que no gustó el tono, reconocen que la posición se discutió en el seno del grupo parlamentario y que la postura que ella defendía no fue respaldada por la parte mayoritaria del grupo, por lo que la vicepresidenta la asumió. «Sabe ganar y perder», abundan estas fuentes que reconocen que su posición muchas veces –en otros temas– ha sido la minoritaria en el grupo parlamentario. Pero el objetivo era claro. Cierre de filas con el grupo para evitar una ruptura de la coalición. La máxima de la vicepresidenta es esa, con el fin de no dar la oportunidad al bloque de la derecha a ganar.

La postura de la vicepresidenta en esta crisis ha sido seguida muy de cerca en el PSOE, donde le piden algún tipo de reacción. «Debería haber tenido una posición más proactiva. No basta solo con decir que lleguen a un acuerdo, pero haz algo. Pon una posición, una propuesta encima de la mesa, ver cómo podemos acordar y acercar posiciones», dijo el portavoz Patxi López en la Cadena Ser. No es así la postura de todo el PSOE ni del Gobierno. En Moncloa no dirigen sus ataques a la vicepresidenta, de la que opinan que tiene una forma más «deportiva de expresar sus diferencias», según fuentes gubernamentales.

No es la primera vez que desde el PSOE le piden a Díaz que marque la línea. Estos órdagos no pasan desapercibidos por el entorno de la vicepresidenta, donde creen que si ésta liderase la iniciativa dentro del grupo parlamentario la deriva sería total. «Es pedirla que montase un follón», resuelven estas fuentes.