Guerra Civil

Tras los muros del búnker de La Quinta: una reliquia militar de la Guerra Civil Española

Hoy, más de 80 años después, el silencio de este antiguo refugio de hormigón comienza a romperse con un nuevo relato

De búnker abandonado a mirador de ensueño en Santa Úrsula
De búnker abandonado a mirador de ensueño en Santa ÚrsulaYoutubeLa Razón

Situado en la urbanización de La Quinta, en el municipio de Santa Úrsula (Tenerife), un búnker militar emerge como un testimonio silencioso de un capítulo poco conocido de la historia bélica de España. Construido en 1942 bajo las órdenes del régimen franquista, esta estructura defensiva formaba parte de un sistema militar ideado para proteger el litoral norte de la isla durante la Segunda Guerra Mundial.

El búnker fue levantado como respuesta a una hipotética invasión aliada, en un contexto en el que, pese a la proclamada neutralidad española, el régimen de Francisco Franco simpatizaba con las potencias del Eje. Aunque nunca llegó a utilizarse en combate y fue equipado con armamento ya obsoleto para la época, su ubicación estratégica -con vistas privilegiadas sobre los acantilados de Acentejo- revela su potencial defensivo. A diferencia del búnker de San Andrés, en Santa Cruz de Tenerife, el de La Quinta cuenta únicamente con dos pasadizos de entrada y dos nidos de ametralladora.

Un pasado estratégico silenciado

El búnker de La Quinta es una pieza que permite reconstruir un episodio poco conocido del siglo XX en Canarias. Tras el fin de la Guerra Civil en 1939, el régimen franquista emprendió una serie de construcciones defensivas en puntos estratégicos del Archipiélago. Aunque España no participó oficialmente en la Segunda Guerra Mundial, -como se ha mencionado anteriormente- la amenaza de una incursión aliada llevó a fortificar lugares clave como el valle de La Orotava y la costa de Acentejo.

Hoy, más de 80 años después, el silencio de este antiguo refugio de hormigón comienza a romperse con un nuevo relato: el de la recuperación del patrimonio, la memoria y el turismo sostenible. Si los planes se concretan, el búnker de La Quinta dejará de ser un vestigio olvidado para convertirse en un balcón abierto al pasado y al paisaje del norte de Tenerife.

El área albergó importantes vestigios prehispánicos

Durante años, esta estructura ha permanecido en un estado de deterioro avanzado. Sin protección legal ni señalización como bien patrimonial, ha sido víctima del vandalismo, el abandono y la acumulación de residuos. Su valor histórico, sin embargo, no se limita al periodo bélico: antes de la construcción militar, el área albergó importantes vestigios prehispánicos que hoy se conservan en el Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz, lo que añade una capa más de riqueza cultural al enclave.

En un intento por rescatar este espacio del olvido, el Plan Especial del Paisaje Protegido de la Costa de Acentejo contempla su transformación en un mirador público. Esta iniciativa se enmarca dentro de una estrategia más amplia para mejorar la oferta turística del norte de Tenerife, recuperando espacios de valor natural e histórico para el disfrute ciudadano y el conocimiento del patrimonio.

Cómo llegar

El acceso al búnker de La Quinta es sencillo para quienes se desplacen en vehículo privado. Desde la autopista TF-5, se debe tomar la salida 29 en dirección a Puerto de la Cruz. Al llegar a la rotonda con el tradicional lagar canario como referencia, se toma la primera salida a la derecha hacia la Calle Acebuche, continuando recto hasta alcanzar la Avenida de Los Pesqueros. Desde ahí, se desciende por la vía hasta la Calle El Moralillo y se enlaza con la Calle de La Rapadura, donde se encuentra el búnker. El regreso puede realizarse por la Calle Gangorra, que conecta nuevamente con el punto de inicio.

Quienes opten por el transporte público pueden utilizar las líneas de guaguas de TITSA número 102 (Puerto de la Cruz – Santa Cruz de Tenerife) o 30 (Puerto de la Cruz – Aeropuerto Tenerife Norte), bajando en las paradas 4004 o 4005 para luego caminar hasta la zona.

Además, existen pequeños miradores naturales en los alrededores, como el de la Plaza del Mirador, accesible por la Calle El Muelle y la Calle Codeso, desde donde se puede observar el entorno de El Ancón.