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Memoria Histórica

Los nietos de los brigadistas internacionales reciben en Londres la nacionalidad española

24 británicos han manifestado su deseo de recibir el pasaporte español, parte de los 171 que tendrán este derecho en todo el mundo

Momento del acto en la embajada española en Londres Efe

Los nietos británicos de los voluntarios de las Brigadas Internacionales que fueron a combatir en la Guerra Civil española (1936-1939) recibieron este lunes en Londres el documento que les otorga la nacionalidad española, tras la decisión del Gobierno de hacer extensivo este privilegio a los descendientes de aquellos brigadistas.

En un acto en la embajada española en Londres se leyeron los nombres de los 24 británicos que han manifestado su deseo de recibir el pasaporte español, parte de los 171 que en el mundo entero tendrán este derecho sin obligación de renunciar primero a su pasaporte original (como es preceptivo para muchos otros países sin convenio de doble nacionalidad).

Una decena de nietos de aquellos brigadistas asistieron este lunes al acto de la embajada, entre ellos el escocés Ian Sutherland, que tomó la palabra en nombre de todos para agradecer el gesto del Gobierno español y recordó con la voz quebrada que su abuelo es de aquellos 526 que perecieron en la guerra y que nunca regresaron a casa.

Sus restos quedaron olvidados en algún lugar cercano a Caspe (Aragón), donde cayó en combate.

Aunque su abuelo era ingeniero, Sutherland recordó que entre los aproximadamente 2.500 británicos e irlandeses que se alistaron para defender la República española abundaban sobre todo las clases trabajadoras: obreros, cocineros o enfermeras, conscientes de que en España se libraba una lucha que no era solo interna sino de alcance mundial contra el fascismo.

En conversación posterior con Efe, Sutherland, al que la emoción lo embargaba por momentos, recordó que su padre apenas hablaba de aquel abuelo fallecido en España, pero otros tíos suyos mantuvieron vivo el recuerdo y él mismo se ha puesto en contacto con organizaciones españolas de memoria histórica para dar su ADN en caso de que algún día puedan aparecer restos que podrían ser de su antepasado.

Hace ya tres años, al jubilarse, Sutherland se fue a vivir a Orihuela, en la costa mediterránea española, en parte por el buen tiempo "y la cerveza tan barata", y en parte para rastrear la memoria de su abuelo.

Un tatuaje con dos banderas

Enseña orgulloso un tatuaje en plena pantorrilla con dos banderas entrelazadas: la de la República española y la de Escocia. Cuenta que en un partido de fútbol con jubilados murcianos como él, uno le preguntó muy sorprendido por qué se había tatuado la bandera republicana siendo un extranjero.

"Y cuando le dije que era en memoria de mi abuelo que dio su vida por la República, él bajó la voz y reconoció que también a su abuelo 'lo había matado Franco'". Ian se pregunta en voz alta: "¿Por qué hay tantos españoles que se resisten a hablar de aquello?".

El historiador Richard Baxell recordó por su parte que la experiencia de la guerra fue muy dura para los voluntarios brigadistas, porque más allá del coraje y la convicción se dieron de bruces con la realidad: carecían de armas, de municiones y de logística, amén de organización, como dejó claro George Orwell en su memorable 'Homenaje a Cataluña', luego llevado al cine por Ken Loach en la película 'Tierra y Libertad'.

Baxell destacó que al regresar a casa en 1938, aquellos 2.000 británicos, que nunca fueron ya los mismos, fueron recibidos en la estación de Liverpool por un gentío de cerca de 20.000 personas.

Pero el mundo estaba cambiando a toda velocidad con la Guerra Fría y la política de bloques, y aquellos hombres, que formaron posteriormente un grupo de excombatientes para seguir abogando por el derrocamiento del franquismo, se quedaron predicando para públicos cada vez más pequeños, mientras avanzaba en el mundo la idea de que Franco era una valiosa muralla contra el comunismo, como señala a Efe.

Entre los británicos nietos de aquellos brigadistas hay una llamada "Dolores Ibárruri", igual que la la dirigente del Partido Comunista española conocida como la Pasionaria, aunque en su caso todo eso es solo su nombre de pila. En su familia, como en la de Sutherland, está claro que la memoria del antifascismo todavía siguió viva muchos años.